Ante la desazón de los inversores en la segunda mitad de 2018 por la caída de precios de las acciones tecnológicas, hace falta un poco de perspectiva. La tecnología no ha desentonado en las bolsas mundiales en 2018, pese a su depreciación en la última parte del año, y las perspectivas a largo plazo siguen siendo en gran medida positivas. Tras una década de alza casi constante de la cotización de las tecnológicas y la extraordinaria revalorización de las denominadas FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google), el sector tecnológico sufrió un abrupto revés a mediados de 2018.
¿Por qué? Pues porque con el interés de la renta fija pública estadounidense por encima del 3%, los inversores están empezando a disponer de una atractiva alternativa sin riesgo y ante el auge de la guerra arancelaria entre EE. UU. y China empiezan también a cuestionarse las hipótesis de beneficios. Casi a la vez, las numerosas advertencias de revisión de beneficios de empresas semiconductoras, asustaron a los inversores y Apple avisó a sus proveedores de que redujeran las expectativas de ventas en torno al último iPhone. Si a ello sumamos la creciente preocupación —aunque no se sustente en señales del mercado— por una futura recesión, se dan todos los ingredientes para el desasosiego del sector tecnológico.
Pero recordemos que la corrección fue de alrededor del 15%. No es un desplome y ni mucho menos puede compararse con la recesión de comienzos de los años 2000 inducida por las tecnológicas.
2019: geopolítica y fundamentales
Era inevitable un borrón y cuenta nueva ante unas previsiones insostenibles para las tecnológicas, y ya se está produciendo: se prevé que el crecimiento del beneficio de las tecnológicas en 2019 sea de un solo dígito, elevado pero más modesto, lo que concuerda grosso modo con el mercado general. Tal vez el vector más importante de 2019 sea la guerra arancelaria. Los aranceles menguan directamente los ingresos, pero además tienen efectos indirectos, pues muchas empresas chinas están postergando su inversión en activo no corriente, lo que mermará tanto los beneficios de las compañías estadounidenses como los de las chinas.
Un efecto a más largo plazo es que China está viéndose forzada a desarrollar su propio sector de semiconductores y empresas como Tencent ya han empezado a desarrollar chips de inteligencia artificial. Conforme China gane terreno a EE. UU., ello podría mermar los beneficios de las empresas estadounidenses de semiconductores a medio- largo plazo. En suma, cualquier tregua entre EE. UU. y China favorecería sin duda a los valores tecnológicos.
Otro importante vector es el crecimiento económico. En caso de recesión y desaceleración del crecimiento del beneficio de las empresas informáticas, las tecnológicas serán de las primeras en sufrir conforme los inversores migren a activos defensivos. Sin embargo, nuestra hipótesis principal es que no habrá recesión en 2019. El tercer vector principal —que es además el vector de largo plazo del crecimiento tecnológico— es el lanzamiento de tecnología innovadora al mercado.
¿Qué tecnologías serán más fructíferas?
Prevemos un salto adelante en el Internet de las cosas y el 5G (quinta generación de telefonía móvil, de menor consumo energético y latencia, conectividad masiva del dispositivo y mayor velocidad de datos) también debería empezar a extenderse en 2019. Hoy por hoy, unos cuantos operadores tienen el 5G en fase de pruebas, pero la tecnología irá evolucionando conforme se extienda.
También observamos atentamente la evolución de los vehículos autónomos y los eléctricos. El crecimiento de los vehículos eléctricos y autónomos se verá acompañado en paralelo por el de los semiconductores, de los cuales dependen. Menos confianza nos inspiran las redes sociales, que no han respondido satisfactoriamente a las críticas sobre privacidad y manipulación. Puede que tras la corrección muchos de estos valores tengan un importante margen alcista, pero el crecimiento de las redes sociales podría verse obstaculizado por futuras normativas y litigios.
Las FAANG dejan de ser vectores fundamentales de valor
Cabe destacar que los modelos de negocio de las FAANG están empezando a madurar y vemos desaceleración en el crecimiento de su cifra de negocios. Hasta ahora Alphabet (Google) viene creciendo un 20% anual y Facebook nada menos que un 45% anual. Pero en un claro signo de desaceleración, está previsto que Facebook crezca un 35% en 2018 y un 25% en 2019. Si bien las empresas FAANG serán aún importantes en 2019, ya no las consideramos vectores fundamentales de la evolución del sector.
Por último, seguimos convencidos de que el sector informático aún es una oportunidad atractiva de inversión, que continuará impulsado por el acelerado despliegue de nuevas aplicaciones disruptivas como el Internet de las cosas, la robótica avanzada, el 5G o el diodo orgánico electroluminiscente (OLED). El inversor debería permanecer atento a la evolución de la guerra arancelaria, el crecimiento económico mundial y la regulación de las redes sociales, factores que probablemente tengan la mayor repercusión a corto plazo en el sector.
Tribuna de Johan Van Der Biest, gestor senior de renta variable de Candriam.