La tesis central de la nota anterior, puesta como título, “¿En serio, se acabará con la competencia y/o desaparecerán Afores si bajan las comisiones?”, apuntaba a esclarecer si desaparecerían gestoras o se acabaría la competencia al reducir las comisiones del promedio de 0,92% al tope de 0,54%. Retomando el planteamiento van aquí las precisiones:
Variables que hacen crecer los ahorros
La crítica es por la magnitud del crecimiento exponencial de la base del ahorro: hasta cuánto aumentaría el monto de recursos administrados de un año a otro y al cabo de cierto plazo. Son tres las variables impulsoras: tasa de aportación, porcentaje de comisiones y rendimientos. El aumento de la contribución puede dividirse, a su vez, en dos fuentes: las aportaciones de los que forman parte del sistema al corte de un período y las de los trabajadores que se incorporan.
Luego vienen los detalles: los resultados difieren según se tome el porcentaje de crecimiento dado en “X” años o se decida estimar el aumento de cada variable bajo otras formas rigurosas. O cargando las comisiones al saldo final de cada período para producir un acumulado neto que sería la nueva base, etcétera. No pretendo dar cifras definitivas o únicas sino cálculos básicos y aproximaciones razonables. Los cálculos pueden afinarse. Parto incluso de datos conservadores, del aumento promedio anual de 12,56%, después de comisiones, que tuvieron los recursos administrados entre septiembre de 2010 y septiembre de 2020.
Es conservador porque el aumento dado por el rendimiento más las aportaciones de los trabajadores que se integran, es el que se produjo con el ahorro obligatorio de 6,5%, y porque el desempeño podría ser superior al 3% implícito. Es la constante del 6,98% de la tabla. Una proyección minuciosa elevaría el aumento anual y reforzaría la tesis.
El ejercicio sirve para ilustrar cómo se agranda la base al elevar la tasa de aportación y al reducir comisiones. Esto último es el objeto de la discordia, el dilema que no debemos perder de vista pues afecta, en una primera etapa, a los ingresos de las administradoras.
Proyección con el esquema de aplicación de la nueva tasa de ahorro
La proyección anterior suponía el crecimiento de la base por aportaciones de 15% y reducción de comisiones a 0,54% a partir de 2021. Ciertamente, el planteamiento de la iniciativa es otro. Al hacerla con el aumento progresivo y las proporciones planteadas en el proyecto de reforma (simplificando, 1.06% anual, en 8 años) y considerando la baja drástica de las comisiones a partir de 2021, las cifras resultantes se modifican, pero ¿Cambia la hipótesis? En absoluto. Con aquella suposición o con esta otra estimación, se concluye lo mismo: no hay argumento para aseverar que desaparecerían gestoras o se acabaría la competencia. Los dos escenarios radicales son:
- Partiendo de la base de recursos administrados a septiembre de 2020, si el tope se aplicara a la par del inicio de la tasa de contribución, no solo no habría disminución para las Afores sino ingresos adicionales, pues lo captado en los dos años siguientes compensaría con creces la baja de 2023.
- En cambio, si las comisiones se redujeran a 0,54% a partir de 2021, la merma de las Afores se daría en 3,5 años y, a fines del cuarto, estarían ingresando el equivalente de lo que ahora. Eso es lo que muestra la tabla.
¿A qué se debe que el tiempo estimado para que las Afores vuelvan generar el monto de ingresos que potencialmente podrían obtener en septiembre de 2020 se alargue poco, en forma marginal? A que la baja de comisiones influye en dos sentidos. El casi medio punto porcentual que no cobrarían reduciría su ingreso inmediato, sí, pero aumentaría su base de cobro. El aumento del ahorro general tendría un propulsor adicional y tendería a propiciar la recuperación de los ingresos de las gestoras en un plazo llevadero. Además, la diferencia entre aplicar 13% (y cifras ascendentes) en vez de 20% como crecimiento anual de los recursos reduce alrededor de 4% el ingreso total por comisiones de 0,54%. Solo el primer año. A partir del segundo, la reducción aminora. En suma, reitero: es desmesurado decir que alguna Afore perdería viabilidad o desaparecería si se aprobara el tope.
“Topar o no “topar”. El caso de Chile
La otra parte del dilema es la competencia. Quienes temen que se acabe dan por hecho que sí hay. La Consar, que siempre ha autorizado las comisiones, en su crítica a mi nota plantea en cambio que ni siquiera ha habido: “…mientras las Afores cobren lo que Consar autoriza, nunca habrá una competencia genuina en comisiones, rendimientos y mejor atención al cliente…”.
Más allá de pareceres, es discutible si es idóneo o perjudicial fijar tasas máximas desde el gobierno, y bajo ciertas formas. En los mercados maduros, el tope se ha determinado por el mercado, o sea, los propios competidores. En Reino Unido, por ejemplo, es improbable la viabilidad de un gestor de Target Date Funds, TDF, que pretenda cobrar 0,50% o más. Estaría fuera de mercado. En Chile, de donde se tomó el modelo del SAR, las comisiones son dispares, desde 0,69% hasta 1,44%. La base de cobro es el salario, no el saldo acumulado. El porcentaje de ahorro obligatorio va íntegro a la cuenta individual. Dicho de otra forma: las comisiones no influyen en la pensión esperada sino en el salario neto, en el disponible que queda al trabajador para sus gastos. Algunas lecturas del caso chileno nos ilustran (con datos de la Superintendencia de Pensiones a agosto de 2020):
- ¿Cómo se explica que la AFP más cara, “PROVIDA”, sea la primera en afiliados y la segunda en activos?
- “MODELO” debe su segundo sitio en afiliados –es quinta de ocho en activos–, a que ganó licitaciones de cuentas (algo así como la asignación que suele hacer Consar) entre 2010 y 2014, con base, sí, en que su comisión en esos tiempos era la más baja. A partir de ahí, su competencia se basa en el desempeño, que es lo que toman en cuenta los trabajadores para traspasarse.
- “PROVIDA” fue la que recibió más traspasos netos en agosto, pese a ser la más cara, mientras que la barata, “MODELO”, fue la segunda de mayor salida (la de menos comisión es “UNO”, de participación aún testimonial).
- También en agosto: los fondos “A”, los más riesgosos (80% de renta variable), fueron en general los de más traspasos netos a favor, provenientes de los de menos riesgo (en Chile se puede elegir el fondo sin importar a edad).
- ¿En qué piensan los que prefieren a “PROVIDA” y al fondo “A”?
La importancia de potenciar el desempeño
Esa tercera variable, los rendimientos, en el SAR, influye en el crecimiento exponencial del ahorro más que la baja de comisiones. A mayor rendimiento del sistema:
- En Chile: más ahorro en la cuenta individual, mayor pensión esperada (por eso las preferencias) sin incidencia en los ingresos de las AFPs.
- En México: más ahorro en la cuenta individual, mayor pensión esperada, base de cobro más grande y elevación de ganancias de las Afores.
La naturaleza de los TDF internacionales, como de los fondos de pensiones chilenos, es potenciar rendimientos. Eso explica las proporciones de sus regímenes de inversión. En el SAR, he de reiterarlo, más de la mitad del ahorro se ha invertido en valores gubernamentales y porciones inferiores en renta variable (la clase de activo con más potencial de retorno) que quedan lejos del máximo permitido. Sobre esta variable también hay que hacer reformas.
Columna de Arturo Rueda