Para muchos de nosotros, en Occidente, despertar con el aroma de una taza de café recién hecho es uno de los pequeños placeres de la vida. De hecho, en el transcurso de un año, el estadounidense promedio consume el equivalente de alrededor de 9 libras (~ 4,5 kg.) de café en grano. En Finlandia, ¡ese promedio es casi tres veces mayor!
Pero, ¿podría este ritual matutino hacerse popular en toda Asia? En los últimos años, el consumo anual de café per cápita en China ha sido inferior a la media onza (~ 0.01 kg.). Lo cual puede ayudar a explicar algo que escuché hace poco: “China nunca será una nación de bebedores de café debido a su debilidad por el té.” Sin embargo, ¿es realmente correcto este punto de vista?
El café se introdujo en Japón, país que ostenta la tasa más alta de consumo de este brebaje en toda la región, a finales del siglo XVIII, no comenzando las importaciones al por mayor hasta 1877. Sin embargo, no fue hasta la década de 1960 que, a pesar de su famosa cultura del té, se disparó la demanda de café. Entre 1965 y 1980 la demanda se multiplicó por seis, y hoy en día los consumidores japoneses beben casi tanto café como los estadounidenses. Igualmente, el consumo aumentó considerablemente en Corea del Sur entre 1982 y 1992.
Consumo anual de café per capital (libras de café en grano), 2011
Finlandia | 26,8 lb. (12,2 kg.) |
EE.UU. | 9,3 lb. (4,2 kg.) |
Japón | 7,3 lb. (3,3 kg.) |
Corea del Sur | 4,8 lb. (2,2 kg.) |
Vietnam | 2,4 lb. (1,1 kg.) |
Taiwán | 2,3 lb. (1,0 kg.) |
China | 0,02 lb. (0,01 kg.) |
Aunque los nuevos consumidores de café de la región van allanando el camino, es poco probable que la demanda en China se dispare de inmediato. El crecimiento de su consumo se enfrenta a muchos retos-complejidades que rodean la importación del grano y del café en polvo, y aranceles e impuestos de importación de la materia prima, entre otros muchos. Estos factores han disparado el costo del café muy por encima del alcance del consumidor medio. Actualmente, sólo los acomodados económicamente se apoltronan sobre los mullidos sofás de las cafeterías chinas. Pero somos conscientes de que los tiempos cambian, y puede que veamos un fuerte aumento de la demanda durante la próxima década, según se vayan introduciendolos especuladores, tanto globales como locales en este mercado tan poco penetrado.
Entre 2012 y 2013, Starbucks inauguró 500 establecimientos en China -más de los que se abrieron durante los 12 años anteriores, y la compañía ha establecido un objetivo de 1.500 establecimientos en 2015. Y eso que no son ellos solos. Hay empresas taiwanesas, coreanas, australianas y de Singapur que también planean una rápida expansión de sus propias cadenas. Y esto sin contar con el ejército habitual de competidores locales ubicuos. Toda esta combinación de esfuerzos podría aumentar la exposición, difundir el gusto por el café y disparar la demanda.
En caso de acumulación de la demanda china, el suministro mundial de la mercancía podría verse comprometido. Si la demanda de café en China se acercase a un consumo anual que apenas alcance el consumo relativamente bajo de Taiwán, que es de 1 kg per cápita, China consumirá el equivalente a más de 22 millones de sacos (de 60 kg) de café -que representa alrededor del 24% de las exportaciones totales, frente a menos del 1% actual-. Este tipo de crecimiento podría tener un gran impacto en un mercado en el cual las exportaciones mundiales aumentaron tan sólo un 4,4% durante una década (la finalizada en 2010) mientras que los precios por libra aumentaron en un 69%.
Podríamos ver cómo el efecto de la demanda china (por no hablar de la demanda de otros mercados emergentes) afecta a los precios drásticamente. Esperemos poder seguir disfrutando de nuestra bebida favorita una vez que se empiece a fraguar la cultura del café en la India. En un mundo con un crecimiento de suministro bastante estático, veremos si podemos despertarnos al aroma del café.
Columna de opinión por Robert Harvey, CFA; Portfolio manager, MatthewsAsia
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