A principios de mes, las amenazas de Donald Trump de imponer nuevas barreras comerciales han derivado en resultados concluyentes en la situación migratoria por parte de las autoridades mexicanas, implementados en tiempo récord.
Además, el sueño del fin de la Guerra comercial con China, un adversario más fuerte y poderoso que el vecino del sur de EE.UU., no ha quedado desplazado. Las fantasías de una eterna prosperidad norteamericana también influyen en la mentalidad de los inversionistas de todo tipo, ya que actualmente nos embarcamos en el periodo más prolongado de expansión económica que EE.UU. haya visto desde 1991-2001.
A pesar de esto, empiezan a notarse las grietas en la economía estadounidense (los datos más recientes del empleo y sectores como la agricultura que enfrentan dificultades). Pero esto aún no constituye una amenaza para el sistema económico global en ninguna forma.
El dólar, aunque débil, se tambalea, pero no cae, además de que los precios del petróleo sienten el impulso de episodios de naturaleza militar en el Golfo de Omán (los recientes ataques a buques tanque), parece que realmente no hay nada que irrumpa en el frágil equilibrio global que existe hoy día. Por supuesto, los inversionistas se quedaron intranquilos ante el desempeño negativo visto en mayo. Sin embargo, en junio, vemos que están tentativamente cambiando y volviendo a la calma, en un clima de tasas que siguen siendo bajas.
El gran Pablo Picasso afirmaba que “todo lo que puedes imaginar es real”, una teoría retomada por el autor israelí Yuval Noah Harari, quien señala que lo que diferencia a los seres humanos del resto de los animales es su capacidad de crear ficción y compartirla con otros. Por tanto, quienes son más optimistas entre nosotros podrán imaginar un orden económico que continúe aumentando, encabezado por el perenne avance del desarrollo tecnológico, un orden sin desastres ecológicos, desempleo, desigualdad o volatilidad, en tanto los más pesimistas de entre nosotros inventarán escenarios de crisis económicas a una mega escala, comparables a la Biblia y batalla apocalíptica final conocida como Armagedón en Galilea.
En la actualidad, la verdad probablemente se encuentra en algún punto intermedio. En términos de asignaciones, el pragmatismo todavía dicta que la renta variable debe incluirse entre los activos que tienen los inversionistas, pero debemos ser perspicaces ante su ponderación y selectivos en cuanto a nuestras opciones. Los dividendos pagados por las entidades corporativas siguen siendo atractivos en el mediano plazo, para así conformar un portafolio que se acerque a emular las características de los bonos más tradicionales (rendimientos de alrededor de 3-4%).
Columna de Igor de Maack, gestor de fondos de DNCA, filial de Natixis IM