Era poco probable que la calma relativa que caracterizó a los mercados en la última parte de 2013 se dilatara en el tiempo. Lo más notable fue la corrección vivida por un mercado de renta variable cuya tendencia alcista se desinfló, quizás sólo de manera temporal, debido a la retirada de estímulos acometida por la Reserva Federal estadounidense y los temores renovados sobre la solidez de los mercados emergentes.
El popular índice estadounidense de sorpresas económicas de Citigroup experimentó una ligera caída aunque su nivel, aún elevado, revela que los medios de comunicación se han apresurado a destacar las noticias negativas, insistiendo en los resultados corporativos decepcionantes incluso cuando gran parte de los datos contrastados tanto económicos como de resultados seguían siendo positivos. Esto no nos sorprende demasiado, dado que, para los lectores, resulta mucho más atractivo un cambio de tono que seguir leyendo las mismas noticias de ayer.
A nuestro parecer, poco ha cambiado en términos de fundamentales. Mantenemos intactas nuestras temáticas estratégicas clave. Seguimos esperando que la recuperación mundial se fortalezca, liderada por Estados Unidos, Japón y el Reino Unido. La situación europea en 2014 debería mejorar con respecto al pasado año, a pesar de que el Viejo Continente aún se enfrenta a las dificultades asociadas a un sistema bancario que ha de reducir su envergadura y a la necesidad continuada de implantar reformas estructurales para mejorar la sostenibilidad presupuestaria.
Aunque las rentabilidades de la deuda pública del núcleo europeo cayeron durante el mes de enero, es probable que retomen su tendencia alcista si, según lo previsto, la economía estadounidense sigue mejorando y la retirada de estímulos se culmina a finales de año. Dicho esto, vigilamos muy de cerca la inflación, que se prevé que continúe en niveles reducidos, especialmente si las economías emergentes generan fuerzas desinflacionistas.
La coyuntura actual es favorable a determinadas temáticas clave en nuestras carteras. Esperamos que los bonos del núcleo europeo superen a los estadounidenses en vista de la divergencia tanto del crecimiento como de las políticas monetarias de las dos regiones: Europa se encuentra más al inicio del ciclo económico que Estados Unidos y esto dota al Banco Central Europeo de más capacidad para continuar con su política acomodaticia. Prevemos rentabilidades superiores en la parte larga de los mercados de tipos del Reino Unido. Asimismo, esperamos una curva de rendimientos en Europa más pronunciada (tipos más bajos durante más tiempo en la parte corta pero bonos más largos con un rendimiento inferior) frente a un aplanamiento de la curva estadounidense, donde prevemos que la parte a cinco años sufra tensiones a medida que la mejora de la economía genere presiones alcistas sobre los tipos.
En el universo emergente, en términos generales hemos sido relativamente cautos con respecto a los mercados de deuda en divisa local, aunque tenemos una visión alcista en lo referente a México. Comenzamos a adquirir algunos bonos con vencimientos cortos en determinados mercados emergentes que ofrecen valor, es decir, donde no esperamos que se materialicen los niveles de subidas de tipos —ya descontados— como, por ejemplo, Sudáfrica. Quizás nos hayamos precipitado un poco, en vista de las ventas generalizadas que ha sufrido el universo emergente en general, aunque nos hemos guardado alguna bala en la recámara ante esta posibilidad.
En el plano de las divisas, priorizamos las posiciones compradoras sobre el dólar estadounidense y las vendedoras sobre el dólar australiano, el euro y el yen.
En los mercados de deuda corporativa, la temática a más largo plazo de unos tipos de interés en niveles bajos y la mejora de los datos económicos continúan liderando la demanda de bonos corporativos con rentabilidades superiores, especialmente en Europa. Gracias a su reducida tasa de incumplimiento y a la buena situación de liquidez de las empresas, los bonos corporativos con menor calificación crediticia deberían gozar de popularidad a lo largo de 2014. No obstante, somos conscientes de que los mercados de deuda corporativa han sido más resistentes que los de renta variable a la última sacudida, por lo que esta clase de activos presenta cierta vulnerabilidad a corto plazo en caso de que se prolongue la fase de aversión al riesgo.
En el marco de nuestra estrategia de deuda corporativa en euros, seguimos priorizando los bonos subordinados, los títulos con calificación BBB y los de alto rendimiento, dado que estos segmentos del mercado cuentan con un diferencial superior y una menor sensibilidad a los tipos de interés. Las valoraciones de los sectores no financieros con calificación Investment Grade son menos atractivas que hace un año y, por tanto, adoptamos una postura más cauta al respecto, especialmente en lo referente a los sectores cíclicos. Otro aspecto que cabe destacar sobre los títulos no financieros es el potencial de riesgo por acontecimientos (event risk) derivado de las actividades de fusión y adquisición y del «reapalancamiento», sobre todo en el sector de las telecomunicaciones. Esto podría generar cierto repunte en el mercado de bonos de alto rendimiento pero, en los títulos con calificación Investment Grade, la clave estará en evitar los menos rentables más que en escoger a los que mejor lo hagan.
De cara al futuro, y siendo la duración —y no el incumplimiento— la principal amenaza para las rentabilidades de los bonos, es probable que las estrategias de deuda corporativa multiactivo y de tipo variable continúen siendo las más demandadas, dado que presentan una menor sensibilidad a los tipos y un rendimiento interesante.
Phil Apel, responsable de Renta Fija Diversificada y Tipos de Interés de Henderson