Es posible que la estrategia de «apetito/aversión al riesgo» haya sido la tónica dominante durante 2011 y 2012 pero es innegable que, en 2013, hemos asistido a un cierto cambio de tendencia, incluso aunque los mercados de renta variable hayan experimentado un patrón alcista generalizado.
Durante los primeros cinco meses del año, los mercados protagonizaron un repunte avivado por la liquidez, a costa de la generosidad de los bancos centrales de EE. UU. y Japón. Interrumpida por una leve corrección a principios de verano, los mercados de acciones reanudaron su trayectoria alcista, pero esta vez fue a lomos de una oleada de optimismo en los datos económicos hasta que comenzó a aflorar el nerviosismo ante las perspectivas de que estos datos desencadenaran la retirada por parte de la Fed de las compras de activos que conforman su programa de relajación cuantitativa. La decisión adoptada por esta institución en septiembre de no retirar los estímulos permitió a los mercados volver a ganar fuelle a lo largo de septiembre y octubre, reavivando así la creencia de que los bancos centrales seguirían proporcionando liquidez barata.
Aunque mantenemos una visión estratégicamente alcista en renta variable, no apostamos todas nuestras cartas a esta clase de activos
Pero, ¿cuánto tiempo puede esperar la Fed antes de retirar sus estímulos? Ésta se ha esforzado por recalcar que cualquier movimiento hacia una política monetaria menos acomodaticia dependerá de los datos económicos, aunque la interpretación de los mismos se ha complicado debido al bloqueo de la Administración en octubre, que logró enturbiarlos.
Por tanto, el salto en las nóminas no agrarias de los 163.000 trabajadores más de septiembre (una cifra que se revisó al alza desde la lectura anterior, que ascendía a 148.000 personas) a los 204.000 empleados más de octubre no fue del todo inesperada. El índice ISM compuesto manufacturero y de servicios se mantuvo, sugiriendo que de no ser por el bloqueo de la Administración, el crecimiento del empleo podría haber sido aún mayor. Los precios de la gasolina en EE. UU. también han registrado una caída en picado: esto tiene un efecto de estabilización automática en dicho país dado que, en la práctica, equivale a una rebaja de impuestos a los consumidores estadounidenses.
Mantenemos una visión constructiva sobre la economía estadounidense. Así pues, aunque esperamos que el crecimiento económico se ralentice en el cuarto trimestre, las perspectivas mejoran para 2014. Las estimaciones de consenso apuntan a un crecimiento del producto interior bruto del 2,6% y una inflación media del 1,8% en el próximo año (cifras: Bloomberg, a 11 de noviembre de 2013). Si asumimos que las próximas negociaciones presupuestarias se resolverán de forma constructiva, la rémora fiscal debería ser muy inferior en 2014 a la del presente año. El empeoramiento de los datos económicos, que provocó un sorprendente giro a la baja en las estadísticas, podría revertirse pronto. Esto podría hacer que la Fed y su retirada de estímulos volvieran a ser el centro de todas las miradas en los próximos meses.
No obstante, más allá de las fronteras estadounidenses, el panorama internacional sigue siendo desigual. Las previsiones de crecimiento mundial se han estabilizado en los últimos meses, después de la tendencia bajista que registraron a principios de año. En términos generales, las mejoras de las previsiones de crecimiento para Japón y el Reino Unido han compensado los ajustes a la baja en Estados Unidos. Las estimaciones de crecimiento en la zona del euro y en China se han estabilizado aunque se prevé que las de las demás economías emergentes sigan experimentando tensiones.
Aunque seguimos previendo un repunte de la economía estadounidense en el próximo año, somos más escépticos con respecto a la eurozona. Percibimos numerosos obstáculos para el crecimiento, incluida la capacidad de esta región para soportar la reciente apreciación del euro. Resulta difícil creer que el recorte de los tipos de referencia del Banco Central Europeo hasta el 0,25% se deba únicamente a una inflación por debajo del objetivo, y no sea una concesión a la clemencia que reclaman los exportadores europeos.
Por el momento, los inversores parecen estar preparados para impulsar una subida de los mercados de renta variable, a pesar de las anémicas perspectivas económicas. Aunque la fe en las políticas y en la liquidez puede hacer que las acciones se desmarquen de la tendencia macroeconómica a corto plazo, en última instancia, será necesaria una recuperación económica decente para que el repunte actual se torne más sostenible.
Así pues, aunque mantenemos una visión estratégicamente alcista en renta variable, no apostamos todas nuestras cartas a esta clase de activos. Pensamos que, en los próximos meses, se presentarán mejores oportunidades para optimizar el efectivo. Seguimos priorizando Estados Unidos y Japón. En la renta fija, infraponderamos la duración (esto es, la sensibilidad a las fluctuaciones de los tipos de interés) dado que unas rentabilidades relativamente bajas tienen poco que ofrecer en lo que a potencial de apreciación del capital se refiere y que presentan un mayor riesgo de caída.
El año nuevo traerá consigo un cambio en la presidencia de la Fed. En vista de que los mercados son tan vulnerables a la liquidez, existen numerosos titulares que podrían poner a prueba su estabilidad, especialmente en un momento en que muchas clases de activos presentan valoraciones bastante abultadas. El crecimiento es el único sustituto viable a largo plazo de la liquidez. Esperemos que la transición sea tranquila.