Antecedentes
En 2013, los gobiernos de Escocia y Reino Unido aprobaron la Ley del Referéndum sobre la Independencia de Escocia invitando a todos los ciudadanos británicos residentes en Escocia de 16 años o más a votar en consulta pública a la siguiente pregunta: “¿Debería ser Escocia un país independiente?” Así, el 18 de septiembre, los 4,3 millones de ciudadanos registrados deberán votar “Sí” o “No” a la independencia de Escocia. Para obtener la independencia es necesaria mayoría simple.
Implicaciones
Nuestro escenario base es que Escocia votará “No” y vemos una probabilidad muy baja de que gane el “Sí” (< 20%). Por tanto, las encuestas recientes que dan la victoria al sí nos han tomado por sorpresa. Valoramos este repunte del “Sí” en las encuestas a la luz de la reducción que suele darse entre opciones opuestas en consultas similares. En esta ocasión, queremos destacar la diferencia entre los votantes que se han registrado para votar, sintiéndose en la obligación de hacerlo, y los que finalmente terminarán por acudir a las urnas. Este factor podría, en última instancia, jugar a favor de que Escocia se quede dentro del Reino Unido.
En nuestra opinión, ahora estamos ante tres escenarios posibles. Con independencia del resultado de la votación, creemos que la posición política del primer ministro Cameron se ha visto impactada de forma significativa.
- No hay un resultado concluyente debido a la falta de participación, en cuyo caso la incertidumbre en los mercados financieros prevalecerá hasta que se organice otro referéndum
- Gana el “No”, con un impacto nulo en los mercados financieros
- Gana el “Sí”, resultando en una transición larga y lenta de Escocia hacia la independencia, con un impacto amplio y profundo sobre los mercados financieros.
Los puntos principales que preocupan de una Escocia independiente giran en torno a su divisa y su política monetaria; concretamente, preocupan su elección del régimen de divisas, de la gestión de las entradas y salidas de capitales y del control del capital. Lo más relevante es la elección de divisa, siendo las opciones seguir con la libra, formando parte de una unión monetaria formal, usar la libra esterlina sin una unión monetaria formal –esterlinización- , unirse al bloque del euro, o por último, crear una divisa escocesa propia que fluctúe libremente en los mercados. Los altos costes asociados a la creación de una nueva divisa hacen de esta última opción la más arriesgada, y por tanto la menos favorable.
La adopción del euro podría ser la opción con más aceptación por parte de Escocia en estos momentos, pero tampoco es muy probable, dada la oposición del bloque anti-euro así como el coste de adaptar el sistema a otra moneda. En primer lugar, Escocia tendría que convertirse en miembro de la Unión Europea y además sería necesario crear un moneda nueva y pasar por un periodo de estabilización de la divisa de dos años para poder acceder a la moneda única. La probabilidad de que se dé una unión monetaria formal con la libra esterlina es baja – el Banco de Inglaterra y el Departamento del Tesoro han expresado su opinión en contra dada la falta de visibilidad fiscal del nuevo país-. Así, la única opción plausible es la “esterlinización”. Esta opción podría ser negativa para los mercados financieros dada la falta de compromisos formales a la divisa, que derivaría en una huida de capitales de Escocia.
Conclusión
A pesar de las recientes encuestas, Pioneer cree que el voto se perfilará en contra de la independencia. En todo caso, espera que asistiremos a cierta volatilidad en el corto plazo que impactará negativamente a los mercados financieros y de divisas.
Como resultado, en términos de asignación de activos, la gestora ha cerrado las posiciones largas en libras esterlinas contra el euro y mantenido la cobertura sobre las posiciones de renta variable.