Los inversores esperarán que los mercados den muestras de mayor dinamismo ahora que nos adentramos este 2019 en el año del cerdo en China. Sin embargo, como le ocurre al cerdo, durante los últimos trimestres al mercado chino se le podría calificar de “lento” y “poco atractivo” desde el punto de vista del crecimiento del PIB y el sentimiento inversor.
De hecho, la contracción que sufrió el mercado en 2018, de aproximadamente el 14%, y el crecimiento previsto de los beneficios del 12% durante el año, se han combinado para arrastrar las valoraciones hasta un nivel próximo a mínimos de varios años. Las previsiones son complejas: las guerras comerciales, la disrupción y las reformas en China han sacudido las expectativas de las empresas y han creado riesgos y oportunidades a partes iguales.
Conflicto comercial: oportunidades en la incertidumbre
De los aproximadamente 505.000 millones de dólares en que se valoraron las exportaciones chinas a EE.UU. en 2017, Trump impuso en agosto un arancel del 10% a 200.000 millones de dólares en productos, y está amenazando con aplicar nuevos aranceles si no se alcanza un acuerdo comercial en marzo. Esta incertidumbre ha erosionado la confianza de exportadores, empresas y consumidores.
En lo que respecta a las empresas exportadoras cotizadas de China, se ha producido una caída bursátil generalizada que refleja la probabilidad de que el conflicto se prolongue y tenga un desenlace adverso. Sin embargo, no todos los exportadores se ven afectados por igual y, de hecho, algunas empresas ya han trasladado el grueso de su capacidad de producción a países más baratos como Vietnam. De hecho, estas empresas deberían estar posicionadas para beneficiarse del endurecimiento de las relaciones comerciales entre China y EE.UU. Este hecho, sumado a la naturaleza indiscriminada de las caídas, ha dejado algunas oportunidades de compra muy interesantes.
La disrupción de internet: implicaciones cambiantes
El nivel de actividad online en China se ha movido a un nivel muy superior al de muchos mercados desarrollados. El panorama competitivo también está evolucionando con rapidez debido tanto a un cambio en las preferencias como a varias modificaciones recientes en las políticas de las autoridades. Desde un punto de vista estratégico, las empresas más grandes también están desarrollándose más allá de un modelo centrado en el consumidor, para atender también a clientes empresariales de forma más directa. En un plano más general, la evolución de la actividad online está provocando fragmentación en algunos mercados, ya que una red de distribución eficaz ya no es una barrera de entrada importante. Los fabricantes ya pueden vender de forma mucho más directa al usuario final, una novedad que está alterando la creación de valor dentro de la cadena de suministro.
Reformas financieras: riesgos a la baja
Aunque las empresas de servicios financieros de China a menudo pasan por ser gigantes estatales anquilosados, algunos negocios han demostrado una gran creatividad para sortear la regulación de forma innovadora. A este respecto, cabe citar las empresas de tecnologías financieras fuera del ámbito de la regulación bancaria y los bancos que usan clasificaciones de préstamos alternativas para evitar los exigentes requisitos en materia de riesgo crediticio y los límites a la concesión de préstamos.
A consecuencia de ello, se ha generado un elevado riesgo sistémico en China. Sin embargo, un aspecto que debería animar a los inversores a largo plazo es que los reguladores han actuado con decisión recientemente para contener estos riesgos en ciernes.
Reformas de la oferta: fuera lo viejo, dentro lo nuevo
Las reformas de la oferta también son un factor relevante a tener en cuenta. Inicialmente se centraron en resolver el problema de las “empresas zombis”, con objetivos como reducir la capacidad de producción de carbón en 250 millones de toneladas y la capacidad de producción de acero entre 100 y 150 millones de toneladas. Aunque esta política ha presionado mucho la capacidad de algunas empresas, ha sido una ventaja para otras que ya venían operando de forma eficiente dentro de la normativa medioambiental.
Ahora se está haciendo más hincapié en impulsar la innovación y fomentar las cadenas de suministro con mayor valor añadido. China ya produce más del doble de licenciados en ciencias e ingeniería que EE.UU., por lo que las nuevas industrias tienen una reserva de talento amplia y relativamente barata. La consecuencia de que China se desarrolle más allá de su condición de “fábrica del mundo” será que el país se convertirá en una amenaza competitiva más directa para las naciones desarrolladas. Además, aquellas empresas chinas que carezcan de una cultura de innovación quedarán cada vez más regazadas, un fenómeno que impulsará el auge de la iniciativa privada.
En busca de cambios positivos
En última instancia, China es un país ingente con una economía cada vez más diversificada, una población que duplica ampliamente la de la Unión Europea y una superficie que es casi 40 veces la del Reino Unido, de ahí que los cambios tengan unas repercusiones muy amplias para el conjunto de su sector empresarial. Aunque la política monetaria y la presupuestaria podrían ajustarse para brindar más apoyo y estabilizar la economía durante el año, las rentabilidades de la bolsa china en 2019 probablemente se caractericen más por su grado de divergencia. Por lo tanto, para los inversores será clave evitar a los débiles de la camada e identificar a las empresas que salgan al mundo preparadas para abrazar el cambio.
Tribuna de Charlie Sunnucks, gestor de fondos del equipo Jupiter Global Emerging Markets.