El término «royalty» tiene siglos de antigüedad: procede de la época en la que las minas de oro y plata de Gran Bretaña pertenecían a la corona británica. A cambio de un pago previo, las partes interesadas obtenían el derecho a excavar los metales «de la realeza» (royal, en inglés).
En la actualidad, podemos pensar en los royalties (regalías, canon o derechos) como el adelanto de un pago futuro, un mecanismo por el que una organización obtiene la posibilidad de recaudar flujos de caja futuros a cambio de un pago previo.
El cobro de esos flujos de caja futuros está directamente relacionado con la venta de un producto concreto durante un periodo de tiempo determinado. Los royalties son una alternativa a los métodos de financiación tradicionales, pero también están sujetos a estrictas condiciones financieras.
Han venido para quedarse
Los royalties sanitarios se han convertido en parte integral y permanente del sector farmacéutico desde que empezasen a usarse a principios de los 90. Antes de que se generalizase su uso como solución de financiación alternativa, las grandes farmacéuticas financiaban el desarrollo de medicamentos por sus departamentos de I+D.
Sin embargo, encontrar nuevas fórmulas se fue haciendo imperativo debido a los elevados niveles de gasto y de riesgo que implicaban las primeras fases del desarrollo de los medicamentos, y al declive de la productividad de los departamentos de I+D.
En 2002, las diez principales farmacéuticas estadounidenses habían externalizado el desarrollo de un 16% de sus nuevos medicamentos. En 2012, esa cifra había aumentado hasta el 33%. Como resultado de la constante necesidad de innovación biomédica, en 2016 el 70% de sus ventas correspondía a fármacos fabricados por empresas pequeñas y medianas. Esta transformación ha llevado a las grandes farmacéuticas a externalizar las actividades de I+D de nuevos medicamentos, lo que resulta mucho más eficiente.
Necesidades de financiación
El desarrollo de fármacos se reparte entre tres grandes categorías de investigadores: empresas biofarmacéuticas de tamaño pequeño y mediano, inventores y universidades. Aunque cada grupo ejerce una función distinta dentro del proceso de desarrollo de medicamentos, todos tienen algo en común: la necesidad de financiación.
En muchos casos, el objetivo de financiarse con royalties es gozar de una mayor flexibilidad. Por ejemplo, una universidad puede ofrecerlos en una de sus patentes para financiar la construcción de instalaciones de investigación. Por este motivo, representan una enorme oportunidad para que los gestores de inversiones alternativas cierren esa brecha de financiación. Además, permiten a los inversores participar en el sector de ciencias de la vida asumiendo un riesgo bajo, porque el pago de royalties suele estar vinculado a la vida de la patente.
Por otro lado, ganan acceso a flujos de caja ligados a ventas realizadas en un monopolio regulado. Además, la estructura financiera de estos instrumentos es similar a la de la deuda sénior garantizada, por lo que normalmente los inversores tienen prioridad en caso de impago.
Las firmas de préstamos especializados también pueden contribuir a cerrar la brecha de financiación mediante la emisión de deuda garantizada por royalties, ya que pueden emitir un mayor volumen que las entidades tradicionales, aunque con un coste también más elevado. Un aspecto importante es que el dueño de la patente mantiene el control del negocio a la vez que gana flexibilidad financiera.
Estos incentivos están generando interesantes oportunidades de inversión en el mercado de los royalties sanitarios. El elevadísimo coste medio del proceso de aprobación de un nuevo medicamento (unos 2600 millones de dólares, según el Tufts Center for the Study of Drug Development) representa otro catalizador.
Otro factor de desarrollo es el vencimiento, cada vez más próximo, de las patentes de varios medicamentos importantes: las empresas buscan alternativas para compensar la parte de sus ventas que sufrirá la competencia de los genéricos. Según un promedio de estimaciones de expertos del sector, las operaciones del mercado de royalties sanitarios rondan los 14.000 millones de dólares al año.
Valor relativo
En la actualidad, los royalties sanitarios también resultan atractivos en comparación con otras clases de activo. Las estrategias que invierten en ellos ofrecen acceso a generosos niveles de rentas y rendimientos de entre el 5% y el 20%, según la fase de desarrollo en la que esté el producto. Además, los royalties suelen ser activos que se mantienen hasta el vencimiento, por lo que la estrategia de salida de los inversores no depende de los mercados de capitales.
Históricamente, el mercado de royalties sanitarios ha presentado una baja correlación con los de crédito o de renta variable e, incluso, con el conjunto de la economía. Sin embargo, el éxito de estos instrumentos está ligado a tendencias demográficas generales como el envejecimiento de la población, que conlleva un mayor gasto sanitario.
Se estima que el porcentaje de la población mundial con más de 60 años crecerá un 56% entre 2015 y 2030. Y las ventas farmacéuticas en todo el mundo aumentan a una tasa anual compuesta del 6%. Por todos estos motivos, los inversores institucionales pueden desempeñar un papel importante y ayudar a dar respuesta a las crecientes necesidades médicas proporcionando financiación para la investigación farmacéutica del futuro.
Tribuna de Mike Brooks, responsable de multiactivos diversificados en Aberdeen Standard Investments