Usar robo-advisors se ha convertido en la tendencia más reciente y de actualidad en servicios financieros. El término invoca imágenes futuristas de mercados financieros dominados y guiados por robots y algoritmos, donde el factor humano, la intuición, y la creatividad estratégica, parecen pasar a un segundo plano, y es un área en crecimiento, sin duda. Según Jon Stein, CEO de una las más conocidas firmas de robo-advising, Betterment, la emergente industria maneja cerca de 8.000 millones de dólares atendiendo a un poco menos de un cuarto de millón de clientes.
No es sólo el uso de algoritmos para automatizar lo que caracteriza a esta nueva práctica en los mercados; se trata de una nueva forma de enfocar las inversiones, en forma más inteligente y más efectiva, apoyada y guiada por la tecnología. Los robo-advisors ofrecen así diversidad de servicios, desde estructuración de portafolios, inversión en ETFs, reinversión de dividendos, y hasta administración del fondo de retiro.
Así, por ejemplo, una estrategia de robo-advising para retirados establecerá una cantidad mensual a ser retirada por el cliente, y a través de los algoritmos ajustará dinámicamente dicho monto en respuesta a movimientos en tasas de interés y otras variables, con objetivo último de que el cliente no se quede sin dinero, y sin necesidad de realizar continuos ajustes “manuales” del portafolio.
Es por ello que no basta con los algoritmos y la tecnología, se requiere asesoría especializada que no todos los proveedores de administración de portafolios pueden ofrecer, aunque las grandes firmas están acortando ya la brecha que existe entre ellas, y las compañías emergentes del sector.
Por ello, frente a las firmas especializadas más conocidas, como Betterment y WealthFront, muchas empresas establecidas del sector, como Fidelity, Schwab, y Vanguard, empiezan a incluir dicho servicio en su oferta.
¿En qué se diferencian todos ellos? Aunque aparentemente similares, hay importantes diferencias en diversos atributos del servicio, como:
- Costo, el cual puede ir desde ínfimo hasta 50 puntos base o más.
- Custodia. Mientras algunas firmas requieren la transferencia de fondos a sus cuentas, otras permiten mantener los fondos en cuentas de firmas de brokerage reconocidas.
- Acciones. Aunque la mayoría se concentra en ETFs seleccionados por el proveedor, algunas permiten invertir en acciones individuales.
Columna de Riskmathics por Gerardo Herrera
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