Hace años se decía que “existen tantas definiciones de sostenibilidad como personas tratan de aplicarla”. Casi transcurridos treinta años, todavía se trata de encontrar la mejor manera de adaptar la sostenibilidad, sus retos y ventajas, a la inversión. Aún hoy en día hay muy diversos modos de entender, definir e implementar la sostenibilidad en el mundo de las finanzas.
Desde Robeco entendemos que la sostenibilidad se podría segmentar en tres estrategias de inversión: desde la más antigua y conocida “Exclusión”, que consiste en aplicar un simple filtrado negativo, pasando por la sofisticada “Integración de criterios ASG con relevancia financiera” (integrada en la mayoría de los procesos de inversión de Robeco, y que nos ayuda a tomar mejores decisiones de inversión incrementando sensiblemente la rentabilidad/riesgo de nuestras carteras de Crédito y Renta Variable), y llegando al último escalón de la sostenibilidad que son las “Inversiones de Impacto”.
Me voy a detener a explicar en qué consiste la Inversión de Impacto. Este es el segmento que crece con mayor fuerza dentro de la gestión de activos sostenibles y goza de unas características tales, que la convierten en una estrategia ganadora dentro de las carteras de inversión a largo plazo.
La Inversión de Impacto consiste en invertir con la intención de generar un beneficio social o medioambiental medible y, a su vez, busca un retorno financiero positivo para los inversores. Esto podría consistir tanto en inversiones en fondos cuyo objetivo sea dotar de accesibilidad a áreas desconectadas y emergentes del planeta a través de infraestructuras de telecomunicaciones, como en fondos cuya intención sea mejorar los estándares nutricionales de la comida invirtiendo en producción agropecuaria orgánica.
Resumiendo, la Inversión de Impacto, para considerarla como tal, tiene que reunir estas tres características:
- Intencionalidad, el inversor debe tener como objetivo principal generar un impacto positivo con su inversión.
- Tiene que generar un retorno positivo para el inversor (claro rasgo diferenciador con la filantropía).
- Los beneficios financieros, sociales y medioambientales deben ser medibles y transparentes.
Una manera de crear impacto a través de inversiones es poner en el centro de la ecuación a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS). En los últimos años, en Robeco hemos venido lanzando una gama completa de fondos ODS que van desde el Crédito a la Renta Variable, y cuyo objetivo es identificar aquellas compañías capaces de contribuir de alguna manera a la consecución de los ODS.
Esta gama de fondos, híbrida entre la integración y el impacto, se aproxima bastante al Impacto puro ya que tiene la clara intención de tener exposición a empresas que contribuyan positivamente a la consecución de los ODS. Están diseñados para generar rendimientos por encima del mercado y disponen de la capacidad de medir la exposición a los ODS. A estas características hay que añadir que disponen de una clara ventaja para el inversor particular ya que son fondos líquidos y sin mínimo de inversión, característica menos habitual en los fondos puros de impacto y que, a su vez, les permite tener objetivos de impacto concretos, y a su vez, les dota de la capacidad de medir su impacto real de manera más granular.
Los 17 ODS delimitan un claro marco de actuación de aquí a 2030 con el fin de erradicar el hambre en el mundo, reducir el calentamiento global, mejorar los sistemas sanitarios, facilitar el acceso a la tecnología y la educación, etc.
En Robeco buscamos y analizamos aquellas compañías del mundo que contribuyan de manera activa para su consecución, o aquellas que ofrezcan servicios o productos que faciliten el camino para alcanzarlos en modo y tiempo.
Así, hemos desarrollado un marco de referencia estructurado en tres pasos, desarrollado íntegramente por Robeco y RobecoSAM, y basado en nuestra propia metodología de valoración, con el fin de evaluar la contribución positiva, o negativa, de cada compañía.
PASO 1: Qué producto o servicio ofrece la compañía, con el fin de determinar si contribuye positiva o negativamente a la consecución de alguno o varios ODS. En este paso tenemos desarrollados un extenso conjunto de reglas e indicadores (“Key Performance Indicators” o KPIs) para evaluar la contribución de cada empresa en función del sector al que pertenezcan.
PASO 2: Tenemos en cuenta y analizamos los procesos de las compañías a la hora de producir u ofrecer su propuesta de valor a sus clientes. Aquí tenemos en cuenta factores de gobernanza, cuestiones de conducta, y si están haciendo esfuerzos para reducir su huella medioambiental.
PASO 3: Nos centramos en buscar posibles controversias, intentando evitar empresas que puedan haber incurrido en corrupción, calamidades medioambientales u otras cuestiones de este ámbito.
A través de nuestra propia metodología de valoración, nuestros fondos identifican un universo de inversión que permite a nuestros gestores construir carteras que tengan un impacto neto positivo en la consecución de los ODS marcados dentro de la agenda 2030 de Naciones Unidas. Ello nos sirve de puente de unión entre el capitalismo puro y la filantropía, dando respuesta a las crecientes inquietudes de nuestros clientes, cada vez más sensibilizados con los retos a los que nos enfrentamos como humanidad.