Las cumbres y foros ambientales o económicos que se van sucediendo, así como los informes científicos relacionados con el tema, ponen definitivamente sobre la mesa la presencia del riesgo climático. Una amplia mayoría cualificada opina que la emisión continuada de gases efecto invernadero contribuye al calentamiento del planeta, y que dicho calentamiento puede traer consigo un fuerte impacto económico y social a nivel global.
La concienciación ciudadana está en aumento como nunca lo ha estado, y los inversores tienen cada vez más en cuenta todas estas cuestiones, siendo conscientes de que el riesgo climático constituye un riesgo de inversión.
El sector energético es responsable de más de dos tercios de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y, dado que el crecimiento económico está ligado de momento al uso de energía, la mayoría de los países están llevando a cabo notables esfuerzos para situarse en la senda de la transición energética. Los objetivos propuestos en el Acuerdo de París pretenden ser alcanzados con la sustitución de los combustibles fósiles por las llamadas “energías limpias” libres de carbono, y contando principalmente con una mayor electrificación, digitalización, redes inteligentes y almacenamiento.
Expertos en transición energética ven un problema en la velocidad necesaria para que la transición cumpla con los objetivos propuestos, resultando necesario un mayor impulso en innovación y eficiencia energética.
Sin embargo, los riesgos muchas veces se convierten en oportunidades. De la mano de estas oportunidades surgió la estrategia RobecoSAM Smart Energy, un fondo que invierte en acciones de empresas que proporcionan soluciones competitivas y sostenibles para la creciente demanda de un suministro de energía fiable, limpio y asequible. Con un fuerte enfoque en los proveedores de soluciones, invierte en los líderes tecnológicos y en los innovadores clave para la transición, invirtiendo en la transformación de la energía hacia un futuro bajo en carbono. Por ejemplo, en redes inteligentes se invierte menos en operadores y más en empresas que venden su tecnología, como conmutadores, contadores, sensores, actuadores y convertidores que proporcionan esa ‘inteligencia’. O también, en empresas industriales que suministran los equipos necesarios para las soluciones limpias y de bajo consumo, así como en ciertos productores de energías renovables y operadores de servicios públicos de suministro que presentan un crecimiento constante y estabilidad en sus flujos de efectivo.
El futuro de la energía es eléctrico. La estrategia de inversión de Smart Energy apunta a empresas con visión que proporcionen productos y servicios con soluciones competitivas y sostenibles para las necesidades energéticas actuales, apostando principalmente en los siguientes nichos: Energías renovables, Distribución energética, Gestión energética, Eficiencia energética
Invertir en estas soluciones permite beneficiarse de la transición a una economía de bajo carbono participando en la electrificación del suministro de energía o en la eficiencia energética, disfrutando con ello de un potencial de crecimiento a largo plazo.
Pero la eficiencia no debe limitarse al sector energético. La excesiva focalización en el sector eléctrico y el transporte no deben hacer olvidar la necesaria transición energética en el sector industrial, y en concreto en la industria pesada. La escasez de recursos en una sociedad cada vez más necesitada de ellos supone otro desafío de largo recorrido que se presenta con mayor fuerza en momentos de crisis como los actuales.
El fondo de ROBECOSAM Smart Materials se centra en compañías que se beneficien de estos cambios estructurales, ofreciendo productos y servicios que sustituyan o mejoren los procesos y materiales existentes, atendiendo a áreas de rápido crecimiento como la movilidad eléctrica, la robótica y los materiales ligeros.
Smart Materials invierte en empresas que ofrecen soluciones a la necesidad de recursos, produciendo nuevos materiales que sustituyen a los anteriores, o desarrollando tecnologías que mejoran ganancias en extracción, procesado y uso de recursos.
Las empresas que investigan y desarrollan soluciones para combatir la escasez de recursos presentan gran potencial de crecimiento a largo plazo. Es invertir en desarrollo sostenible, al financiar empresas con tecnología suficiente para mejorar la productividad y encontrar sustitutos viables. Esto redunda en un menor consumo de recursos, en línea con la política de ahorro de los gobiernos.
Son cuatro las líneas de inversión del fondo que mejor aprovechan estas oportunidades: materiales avanzados, materiales transformativos, tecnologías de proceso y automatización y robótica
Son actividades siempre en tendencia, promovidas desde empresas de alta calidad con bases de negocio sólidas, donde se espera un crecimiento sostenido de ganancias.
Las empresas que desarrollan productos y servicios generadores de valor para la sociedad consiguen mejores resultados, mejores oportunidades de inversión y menor riesgo.
Nuestra filosofía de inversión se basa en la profunda convicción de que la integración de factores ASG en un proceso de inversión disciplinado y basado en el análisis se traduce en decisiones de inversión mejores, así como en rendimientos ajustados al riesgo más altos a lo largo del ciclo económico.
Invertir en sostenibilidad es invertir en progreso y en la capacidad del ser humano para desarrollarse en la adversidad. Eso es lo que espera y necesita la sociedad, y las posibilidades que buscan los inversores.