En estas fechas donde ya hemos disfrutado del calor del verano, y que presumen habitualmente de ser un buen momento para recapacitar, me encuentro releyendo el informe anual de Robeco, y recapacitando sobre sus objetivos y cómo éstos se integran con los de la sociedad. Resulta sencillo, de un primer vistazo, descubrir su propósito: permitir el acceso al beneficio a los inversores, a la vez que se persigue el de la sociedad en su conjunto.
Hoy en día, generar riqueza combinando datos objetivos con el ingenio humano es un enfoque muy extendido. El caso es que Robeco siempre ha trabajado así. Desde 1929, nuestros clientes recurren a nosotros en busca de estrategias innovadoras basadas en evidencias empíricas, por ello comenzamos a desarrollar específicamente un gran conocimiento y experiencia en inversión sostenible.
Fuimos el primer gestor activo en tomarse en serio la inversión en sostenibilidad, y uno de los primeros en adoptar la inversión cuantitativa utilizando técnicas de investigación avanzadas. Para esto se necesita un espíritu pionero, pero también una buena dosis de precaución.
Para Robeco resulta obvio abordar la inversión desde la sostenibilidad. Tenemos una visión clara a largo plazo que es la protección de los activos económicos, ambientales y sociales para permitir una economía saludable que genere retornos atractivos en el futuro, enfocando nuestro trabajo en crear riqueza y bienestar. De esta manera, nos permitimos cumplir con nuestra misión principal, que es permitir que nuestros clientes alcancen sus objetivos financieros y sostenibles con retornos y soluciones superiores.
Existen diferentes enfoques a la hora de abordar la sostenibilidad en la gestión de carteras. El enfoque de la exclusión que evita invertir en activos controvertidos, el más simple y extendido, resulta hoy en día insuficiente, y es superado con el enfoque de la integración de parámetros ASG en las decisiones de inversión, algo que Robeco emplea en todas sus inversiones. Aquí buscamos el círculo virtuoso donde se retroalimentan titularidad activa y un análisis exigente, con la integración. Pero hoy en día, la sociedad espera aún más de la inversión sostenible, y es ver realmente el impacto de su inversión. Robeco identifica aquellas empresas que muestran una mejora social y ambiental, tanto en sus productos y soluciones, como en sus propias operaciones, comunicando una medida clara de ese impacto alcanzado a sus inversores.
Para establecer una perspectiva clara de futuro se debe considerar la sostenibilidad, motor de cambio estructural en países, empresas y mercados, donde empresas que cumplen con las prácticas sostenibles gozan de mayor éxito. En Robeco sabemos desde hace décadas que éste es un elemento de valor decisivo, que nos sirve para aprovechar nuevas oportunidades de crecimiento y anticipar problemas que nos permitan mitigar el riesgo a la baja.
La elevación global de las temperaturas, sus efectos y la elevada pérdida de biodiversidad, la desigual distribución de riqueza y bienestar, y la falta de buena gobernanza en empresas y países, nos hacen pensar que hemos alcanzado un punto donde el coste de la inacción supera la inversión necesaria para tener un impacto positivo. Como inversores, nuestro papel es asegurar que nuestros activos trabajan hacia esta dirección de una recuperación sostenible. Esto significa no únicamente invertir en compañías que contribuyan positivamente en nuestro futuro, sino también hablar con las empresas para ayudarlas en una mejora continua en su comportamiento ASG.
De ahí que saber invertir en sostenibilidad no sea sencillo. Una gestora no se convierte en un inversor sostenible porque únicamente excluya de su universo de inversión ciertas actividades. Ya bien entrados en el siglo XXI debemos exigir que una gestora se comprometa aún más, considerando como primer nivel la integración de la sostenibilidad en su decisión de selección de las empresas de la cartera. Esto consigue que, por ejemplo, empresas como Robeco superen con sus carteras en al menos un 20% la referencia de mercado en cuanto a la reducción de la huella ambiental de gases de efecto invernadero, empleo de agua y consumo energético.
Pero no es sólo este siguiente paso el que convierte a una gestora en sostenible, también, para poder calificar a una gestora como sostenible ésta debe ejercer bajo unas ciertas políticas el derecho a voto de los accionistas a quienes representa, así como la interacción o “engagement” como aproximación a las empresas que conforman el fondo para, desde una línea constructiva, sin exigencias pero con firmeza, tratar con los responsables de dichas empresas para que observen la sostenibilidad tanto en su gestión como en su operación.
El año 2021, y el presente año están siendo también periodos marcados por la pandemia del Covid-19. A todos nos sorprendió esta crisis global, pero seguimos mirando hacia adelante y dándonos cuenta de que, en estos momentos, la recuperación ofrece al mundo una gran oportunidad de crecimiento del lado de la sostenibilidad. Y esto a todos conviene, sin duda.