Ya no podemos mirar hacia otro lado: la realidad es que nuestro clima está cambiando y la biodiversidad está en peligro. Además, todavía estamos gestionando la pandemia que nos aflige desde principios de 2020. Por lo tanto, es vital actuar ya.
Uno de los mayores riesgos para los propietarios y gestores de activos es no saber ver la oportunidad que ofrece la transformación hacia un planeta más sostenible. La sostenibilidad es ahora el principal revulsivo de la innovación: en particular, la búsqueda de soluciones al cambio climático impulsa la innovación tecnológica a un ritmo sin precedentes.
Si los inversores no aprovechan esas oportunidades para invertir en innovaciones sostenibles, no solo será perjudicial para sus rendimientos. También estarán dejando de apoyar a aquellas soluciones capaces de revertir el cambio climático y sacar a nuestro planeta de este atolladero.
Una hoja de ruta para el cambio climático
La cuestión más decisiva que los inversores deberían plantearse es cómo ejercer un impacto sostenible en el mundo real. Consideramos que existen tres prioridades en este sentido.
- En primer lugar, es fundamental que elevemos la inversión sostenible a una escala mayor. La inversión sostenible debe convertirse en una corriente generalizada, ser una fuerza que ayude a impulsar la transformación hacia sociedades más sostenibles y resistentes. A pesar del aumento del número de fondos ASG y de impacto en el mercado, nuestra labor aún no ha concluido. Por cada fondo que integra criterios de sostenibilidad, hay muchos más que no lo hacen. Esto plantea un gran reto: aunque los inversores están dirigiendo cada vez más capital hacia empresas sostenibles, existe una gran cantidad de recursos financieros que siguen yendo a parar a empresas cuyo impacto ambiental y social es adverso.
Eso significa que, en lugar de considerar la inversión sostenible como un nicho de mercado, tenemos que ir a por todas y adoptarla como nuestra forma normal de operar.
- Nuestra segunda prioridad es innovar. Si queremos lograr el objetivo de hacer que la inversión sostenible se convierta en una corriente generalizada, debemos encontrar formas innovadoras de integrar la sostenibilidad en las diferentes clases de activos. Hoy en día, el enfoque principal sigue centrándose en renta variable cotizada. La renta fija, y sobre todo el crédito, se sitúan en un segundo lugar, pero los sondeos muestran que la integración de la sostenibilidad en esta clase de activos se encuentra aún en una fase temprana.
Esto significa que hay todo un mundo por conquistar para la inversión sostenible. Si logramos crear formas innovadoras de integrar la sostenibilidad en las diversas clases de activos –en especial, en deuda soberana–, surgirán más oportunidades para ejercer un impacto positivo.
- La tercera prioridad es el impacto. En este aspecto, todavía existen muchas incógnitas: ¿cómo podemos medir el impacto de las empresas en las sociedades y el medio ambiente? ¿Los criterios ASG son un buen indicador de impacto o necesitamos mejores parámetros, más orientados a los bienes y servicios que ofrecen las empresas, su consecuencia, en lugar de limitarse a su actividad? ¿Y qué parámetros pueden reflejar si las empresas van a lograr aumentar su impacto en el futuro?
Estamos afrontando estos retos a través del análisis y la creación de nuevos productos. En Robeco hemos creado, por ejemplo, un Marco ODS propio que nos permite evaluar el impacto que ejercen las empresas sobre cada uno de los ODS, a partir del cual creamos estrategias de inversión que apuestan por las empresas con impacto positivo. También hemos puesto en marcha innovadoras estrategias centradas en el clima, que se ajustan plenamente a la normativa de referencia de la UE para inversiones alineadas con los Acuerdos de París.
En última instancia, la inversión sostenible debe dirigirse hacia el impacto… y aquí… queda mucho trabajo por hacer.
Superar los obstáculos para asegurarnos de tener un impacto
Estos retos son muy complejos, y la complejidad hay que acogerla, no eludirla. Para ello, necesitamos comprender mucho mejor a qué nos enfrentamos y sus posibles consecuencias. Queda mucho camino por recorrer hasta que podamos determinar cómo las inversiones influyen sobre el cambio climático y, especialmente, sobre la pérdida de biodiversidad, y viceversa.
Eso nos obliga a aunar esfuerzos con el conjunto del sector. Ningún desafío relacionado con la sostenibilidad puede resolverse si no actuamos colectivamente. Un planeta seguro y saludable solo puede existir si la inversión sostenible deja de ser la excepción y se convierte en la regla.
Tenemos que hacerlo, es nuestro deber moral y obligación. Sí, es complejo y llevará tiempo. Pero no podemos permitirnos el lujo de esperar hasta que se despejen todas las incógnitas y dominemos todas estas complejidades. Hoy en día disponemos de la información y los conocimientos más que suficientes para ponernos manos a la obra. Y debe ser ahora, no nos queda mucho más margen de actuación.
Tribuna de Carola van Lamoen, directora de Inversión Sostenible de Robeco, y Ana Claver, CFA, directora general de Robeco Iberia, Latam y US Offshore. Presidenta del Comité de Sostenibilidad de CFA Society Spain.