En Robeco siempre hemos tenido una misión muy definida: permitir a nuestros clientes alcanzar sus objetivos de sostenibilidad proporcionando a la vez unos retornos de inversión superiores. En resumen, nuestro propósito es crear riqueza y bienestar para nuestros clientes y la sociedad, y hacerlo de una forma sostenible con el planeta.
Por eso fuimos una de las gestoras de activos pioneras en la inversión en mercados emergentes, la primera en tomarse en serio la inversión en sostenibilidad, y una de las primeras en adoptar la inversión cuantitativa utilizando técnicas de investigación avanzadas. Actualmente integramos la sostenibilidad dentro de nuestros procesos de inversión, ya que nos ayuda a tomar decisiones de inversión mejor fundamentadas.
Para nosotros resulta obvio abordar la inversión desde la sostenibilidad. Tenemos una visión muy clara que es la protección de los activos económicos, ambientales y sociales para permitir una economía saludable que genere retornos atractivos en el futuro.
Es cierto que en estos momentos la progresiva concienciación de la ciudadanía en general, y del inversor en particular, ha convertido lo que fuera un nicho de negocio, la inversión sostenible, en una corriente de mercado donde prácticamente el total de las gestoras de inversión tratan de obtener negocio.
Pero no nos engañemos, invertir realmente en sostenibilidad no es tan sencillo. Una gestora no se convierte en un inversor sostenible porque excluya directamente de su universo de inversión ciertas actividades que transcurren en contra del hombre o su entorno; eso no significa ser sostenible.
No se es sostenible, si hablamos en serio de lo que supone considerar realmente la sostenibilidad en una inversión, simplemente por no comprar acciones de una tabacalera, de un fabricante de armas, o de una energética todavía en transición al bajo carbono.
La exclusión debería ser sólo el primer paso. Sin embargo, ya bien entrados en el siglo XXI debemos exigir que una gestora se comprometa aún más, considerando como primer nivel la integración de la sostenibilidad en su decisión de selección de las empresas de la cartera. Esto consigue que, empresas como Robeco, superen con sus carteras en al menos un 20% la referencia de mercado en cuanto a la reducción de la huella ambiental de gases de efecto invernadero, empleo de agua y consumo energético.
Pero no es sólo este siguiente paso el que convierte a una gestora en sostenible, también, para poder calificar a una gestora como sostenible ésta debe ejercer bajo unas ciertas políticas el derecho a voto de los accionistas a quienes representa, así como la interacción o “engagement” como aproximación a las empresas que conforman el fondo para, desde una línea constructiva, sin exigencias pero con firmeza, tratar con los responsables de dichas empresas para que observen la sostenibilidad tanto en su gestión como en su operación.
Para terminar de definir las estrategias de una gestora sostenible, el último escalón, y al que deberían prestar mayor atención los inversores es, como hemos señalado en otras ocasiones, la inversión de impacto. Como sabemos, todas las inversiones tienen un impacto social, económico y ambiental, positivo o negativo, pretendido o no, y únicamente desde la pasada década parece que la atención prestada a los factores ESG está en aumento, alcanzando a comienzos de 2020 los 35.3 billones de dólares (Global Sustainable Investment Review, 2020). La inversión de impacto va un poco más allá, no limitándose al “no hacer daño”, sino a buscar intencionadamente un impacto social positivo, medible y que continúe siendo rentable financieramente.
Una vez aclaradas las estrategias de inversión que debe cumplir una gestora que actúe en el mundo de la inversión sostenible, ahora vayamos al siguiente desafío que se plantea Robeco, al hacerse una serie de preguntas del tipo ¿Será más seguro el mundo si excluimos de nuestra cartera una empresa que fabrique armas “controvertidas”? Si no lo excluimos todos, otro inversor aparecerá con menos escrúpulos e invertirá lo que retiramos nosotros, continuando el problema inicial. La exclusión es un primer paso necesario, pero no suficiente.
Una gestora que de verdad entienda de inversión sostenible, investigará lo que sea necesario y usará su experiencia acumulada para no dejarse engañar fácilmente y, por ejemplo, invertirá en aceite de palma si así lo considera con aquellas empresas que, cumpliendo unos mínimos estrictos de desforestación controlados, estén certificadas por el Roundtable on Sustainable Palm Oil y sea verificado vía satélite el cambio de uso que dan a la tierra. En vez de que se prohíba el aceite de palma, Robeco trabaja para mejorar esa industria y hacerla más sostenible.
Eso sí será una gestora que sabe lo que significa una inversión sostenible.
Tribuna de Ana Claver, CFA, Directora Gerente de Robeco para Iberia, US Offshore & Latam, y Presidenta del Comité de Sostenibilidad de CFA Society Spain.