A pocos días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los mercados financieros están hablando, reflejando expectativas positivas y negativas que genera cada uno de los candidatos en los inversores.
En esta línea, el mercado de acciones, batiendo nuevos máximos, ha interpretado que lo que viene, según las encuestas, va a ser mejor para las empresas y sus accionistas. En contraposición, el mercado de bonos ha divergido del movimiento alcista del equity y sufrió «bastante», llevando a las tasas de rendimiento a interrumpir su tendencia bajista.
Detrás del movimiento de los bonos del Tesoro, que son un leading indicator para el resto del universo de renta fija global, se esconde una serie de factores e interpretaciones que merecen tomar nota.
¿Presiones inflacionarias a la vista?
Del lado de las visiones más pesimistas sobre un potencial rebrote inflacionario, encontramos al menos tres factores:
1.El último dato del mercado laboral, que va más allá del evento político del 5 de noviembre próximo, más robusto de lo esperado, obligó al mercado a recalibrar las expectativas sobre el ritmo de velocidad de recorte de tasas por parte de la Reserva Federal. En esta línea, es evidente que tras la sorpresa del recorte de 50 bps, el mercado estaba muy bullish sobre la laxitud de la política monetaria y los datos económicos desaelntaron, al menor de corto plazo, esta visión.
2. La idea de que el republicano Donald Trump se imponga en las elecciones presidenciales, según muestran las encuestas, alimenta el temor del regreso de la conflictividad comercial global, con la disputa China-Estados Unidos en el centro del ring. Si bien el efecto «nearshoring» de la post-pandemia permitiría matizar marginalmente esto, no es lo suficientemente robusto para anclar expectativas inflacionarias si efectivamente comienzan nuevamente las disputas tarifarias.
3. Finalmente, y donde creo acá es que existe el mayor riesgo, es el tremendo desequilibrio fiscal que tienen hoy las cuentas públicas de la principal economía del mundo. Con más de 6% del PBI de desequilibrio y sin ningún plan explícito de los candidatos por abordar seriamente este tema, el equilibrio inflacionario actual depende de la voluntad de los agentes de mantener al dólar como reserva de valor. ¿Cambiará esto luego de las elecciones? no lo sabemos, de allí la incertidumbre.
Aspectos a favor de la desinflación
No es lo mismo la deflación que la desinflación. La primera remite a una depresión económica que impacta negativamente en todos los agentes de la economía. Eso no se observa en el horizonte y hasta es extremadamente difícil de pronosticar. Pero sí aparecen ciertos aspectos favorables a la tesis de una desinflación acelerada a partir de ahora, al extrema de llegar a decir que la «inflación global está muerta».
¿De qué se trata?…
1. La oferta de petróleo global es lo suficientemente fuerte y robusta para sobrepasar a la demanda, aún con conflictos geopolíticos crecientes y con enfrentamientos bélicos evidentes. El precio del crudo se mueve en un rango imperturbable de USD 68 y USD 75, conteniendo las expectativas de un shock energético global. Además, países productores están a la espera de subir la producción (ej. Arabia) y aparecen nuevos jugadores para aportar oferta, como Surinam o, incluso, Argentina.
2. La economía global se está desacelerando. Esto es un hecho, no una opinión. De allí la política de recorte de tasas de interés alrededor del mundo, liderada por el Banco Central Europeo, el Banco Central de Inglaterra y, ahora, la FED. Esto quita presión de demanda global en bienes y servicios.
3. Las cadenas de provisión global de bienes han vuelto a su entera normalidad, sacando un foco de presión en la inflación global, permitiendo la vuelta a los target globales del 2% anual que tienen la mayoría de los bancos centrales más relevantes del mundo.
4. Finalmente, China sigue en una gran encrucijada respecto a su nivel de actividad. Los recientes anuncios de incentivos, dan muestra de ello y el impacto a futuro es una gran incógnita.
A modo de conclusión
Particularmente creo que hoy las probabilidad se inclinan más a que la inflación regrese a su curso natural del 2% anual, estimulado por el hecho de la desaceleración económica en Estados Unidos, la mejora en la productividad y el limitado riesgo de una corrida contra el dólar a nivel global.
Desde mi visión, el mercado de bonos está sobre-reaccionando a una potencial aceleración inflacionaria en caso que Donald Trump esté al frente de la Casa Blanca a partir de enero de 2025. Bajo este contexto, creo que hoy «sobra» tasa real en la economía americana, aunque la readecuación de la Fed sí será más gradual.
Tipos de interés más bajos ayudarán a reencauzar las cuentas públicas en USA, aunque no será suficiente sin medidas complementarias, al tiempo que los mercados emergentes deberían verse beneficiados de este fenómeno.
Cualquier salto adicional en los rendimientos de los Treasuries, consumados los resultados electorales, podrían ser oportunidad de posicionamiento en la parte corta-mediana de la curva, como también en soberanos hard dollar de países emergentes con senderas fiscales sutentables.