La renta variable tuvo un buen comportamiento durante el mes de abril y la zona euro superó a otras regiones. Como resultado, la mayoría de las bolsas han vuelto a tener un rendimiento positivo en lo que va de año. Las valoraciones y la apreciación del dólar impulsaron la renta variable europea. La renta variable estadounidense se quedó algo rezagada el mes pasado, mientras el rendimiento del bono a diez años tocaba el nivel del 3%.
A pesar de ser sólo un límite simbólico, influye en la valoración relativa de la renta variable en comparación con los bonos. También es en parte la razón por la que la excepcional temporada de resultados en Estados Unidos sólo ha tenido una respuesta moderada en el mercado de renta variable. Para
las compañías del S&P 500, los beneficios publicados hasta finales de abril son al menos un 23% más elevados respecto al primer trimestre del año pasado.
Si esta tendencia continúa, sería la temporada de resultados más fuerte en diez años
Esto es consecuencia del impacto de la reducción de impuestos, por primera vez tangible en el primer trimestre, pero también se puede atribuir al fuerte crecimiento económico.
En Europa, los resultados también superaron las previsiones, aunque fueron menos espectaculares que en Estados Unidos. El interés del bono estadounidense a diez años superó el 3%. Debido a las señales de un aumento más rápido de lo esperado en la inflación subyacente, los mercados han llegado a prever una aceleración mayor en los tipos de interés. El tipo de interés europeo no está siguiendo esta tendencia. La disparidad en el crecimiento y las expectativas de política monetaria se encuentran entre los catalizadores de esta divergencia. Los bonos periféricos de la zona euro siguen comportándose bien. La deuda corporativa experimentó una nueva caída en los diferenciales en abril, recuperando parte del terreno perdido en marzo.
En su última reunión, el Banco Central Europeo reconoció que la economía europea está atravesando un periodo de crecimiento más lento. Sin embargo, señaló que esto se puede atribuir en parte a factores temporales y mantiene la confianza en que la inflación evolucionará hacia su objetivo del 2%. Como resultado, las previsiones de política monetaria se mantienen sin cambios, aunque la cautela de Mario Draghi puede ser un indicador de que el BCE sólo dará más información sobre el futuro del programa de compra de activos en julio, un mes después de lo que se esperaba.
En EE.UU., tras los datos que indican un aumento en la presión de los precios, la Fed seguirá relativamente “hawkish” en sus comentarios sobre el futuro de la política monetaria. Basándonos en las estimaciones, la probabilidad de tres subidas de tipos más este año ha aumentado al 50% y el mercado espera una nueva subida en junio.
El dólar estadounidense se está beneficiando de la ventaja de tipos de interés que ofrece en comparación con las otras principales divisas. Cada vez más indicadores apuntan a una creciente presión salarial en Estados Unidos, que podría acelerar el ritmo de subidas de tipos de la Fed. En contraste, la desaceleración del crecimiento económico en la zona euro hará que el BCE sea más cauteloso en la normalización de la política monetaria.
El Brent alcanzó brevemente en abril el nivel de los 75 euros por barril, el más elevado desde finales de 2014. Las reservas de petróleo están volviendo gradualmente a su media a largo plazo como resultado de la fuerte demanda causada por el crecimiento mundial y las restricciones de producción de la OPEP. En cuanto a los metales pesados, hubo algunas fluctuaciones en el precio del aluminio como consecuencia de las sanciones económicas anunciadas por EE.UU. contra Rusia como respuesta al conflicto con Siria que afectaron a Rusia, uno de los mayores productores mundiales de aluminio.