Los inversores se enfrentan a mayores niveles de incertidumbre en un contexto cada vez más volátil; este entorno de inversión más complejo impone un enfoque más diligente. En los mercados, los primeros meses de la presidencia de Donald Trump apuntan a que está produciéndose cierta recalibración regional. Después de centrarse inicialmente en los aspectos positivos del programa político de Trump, los inversores han expresado su inquietud ante el enfoque cada vez más agresivo de la Casa Blanca, sobre todo en materia de comercio, y algunos están empezando a buscar un planteamiento alternativo a la hora de tomar decisiones de inversión.
Entretanto, dos de los objetivos primarios de EE.UU. han rebotado ampliamente este año. Así, Europa se ha visto impulsada por los renovados planes de gasto público de las autoridades, mientras que China ha demostrado que va en serio en sus esfuerzos por estimular el consumo interno para mitigar el impacto de los aranceles. Sin embargo, dentro de este rebote, también hemos visto periodos de inquietud en los que los mercados han caído entre noticias de nuevos enfoques de la administración estadounidense o sucesos de mercado más generales.
Para agravar esta volatilidad e incertidumbre para los inversores, también nos encontramos en un entorno en el que una inflación más alta se ha convertido en la norma y se prevé que siga siendo así durante un futuro previsible. Como hemos visto en los últimos años, los bancos centrales no han sabido a ciencia cierta cuál era la mejor forma de mantener el crecimiento económico y doblegar la inflación. Ante todo ello, muchas presiones inflacionistas se han mantenido y fuerzas estructurales como la desglobalización, la descarbonización y los cambios demográficos están convirtiéndose en nuevos factores a considerar por parte de los bancos centrales y los inversores.
Así pues, las perspectivas económicas están sembradas de incertidumbres. Esperamos que esta situación siga manteniendo la volatilidad de los mercados en niveles elevados en un futuro previsible y que la consecuencia de conjunto sean ciclos económicos más cortos y volátiles, con tasas medias de crecimiento y rentabilidad de la inversión más bajas. A medida que las pérdidas de valor provocadas por la beta incrementen su frecuencia y posiblemente su intensidad, la gestión de los riesgos revestirá más importancia para los inversores en este entorno más complejo que durante el mercado alcista que caracterizó a la era de relajación cuantitativa posterior a la crisis financiera mundial.
Incorporar rentas de calidad
Cuando la coyuntura económica se enturbia, los inversores deben esforzarse más para conseguir rentabilidades positivas a largo plazo. Eso significa estar expuestos al potencial alcista cuando los mercados suben, pero también evitar las pérdidas de valor cuando los mercados caen. La inflación elevada añade otro elemento de complejidad, ya que los inversores deben considerar el impacto adverso que esta puede tener sobre el valor real de los activos nominales.
En estos entornos, suele ser adecuado adoptar un enfoque de inversión fundamentado en principios ampliamente contrastados. Eso significa encontrar perfiles de riesgo asimétricos que capturen más potencial alcista que bajista para elevar al máximo el efecto de capitalización de las rentabilidades. De hecho, una de las características clave que debería ofrecer un componente básico de una asignación de activos son rentabilidades fiables y resistentes a lo largo del ciclo de inversión.
Aunque las rentabilidades históricas no garantizan rentabilidades futuras, los datos empíricos sobre rentabilidades sugieren que un enfoque que se centre en factores específicos puede conseguir rentabilidades superiores en determinadas condiciones de mercado (figura 1). Por definición, los valores de alta calidad que generan rentas muestran unos resultados financieros relativamente uniformes y predecibles, como una generación de flujos de efectivo y unos beneficios estables a lo largo del tiempo. A menudo, estos rasgos indican que las empresas explotan modelos de negocio sólidos o bien que pueden conseguir poder de fijación de precios mediante el aprovechamiento de ventajas competitivas.
A consecuencia de ello, las estrategias que se centran en obtener exposición a factores de inversión como la calidad y las rentas tienen potencial para generar rentabilidades constantes y sólidas a lo largo del ciclo de inversión. Eso no significa necesariamente que obtendrán los mejores resultados en mercados alcistas motivados por altas tasas de crecimiento o estímulos monetarios, cuando la exuberancia irracional puede alentar unas ganancias excesivas en acciones que ni siquiera presentan beneficios, pero sí quiere decir que pueden generar rentabilidades positivas en entornos más complejos en los que el crecimiento es bajo (o negativo) o la política monetaria es anticíclica. Otro de sus rasgos es que muestran cierta resistencia cuando los mercados caen.
No llega más lejos el que más corre: Fidelity Quality Income ETFs
Los Fidelity Quality Income ETFs son fondos de gestión pasiva instrumentados mediante la creación de índices propios de Fidelity. Utilizan procesos de inversión basados en datos y reglas para identificar y seleccionar empresas dentro de universos geográficos definidos que muestran atributos de calidad y rentabilidad por dividendo que son elevados desde una óptica relativa. También aplican modelos estadísticos con el objetivo de garantizar que las exposiciones macroeconómicas concuerdan con las del universo geográfico en cuestión, por ejemplo, en relación con las ponderaciones de los sectores y países integrantes, limitando también los sesgos indeseados relacionados con características como la capitalización bursátil.
Con el fin de determinar qué valores se incluyen dentro de cada índice, el universo geográfico en cuestión pasa primero por un filtro formado por criterios de liquidez y sostenibilidad con el que se garantiza una instrumentación eficiente y el cumplimiento de unos criterios mínimos de sostenibilidad.
Los valores resultantes se evalúan después con unos criterios de calidad y rentas fijados por la metodología de elaboración propia de Fidelity. Los primeros consisten en evaluar los resultados de las empresas desde el punto de vista de las rentabilidades sobre el capital invertido y tanto la estabilidad como el margen de flujo de efectivo (o el ratio deuda-activos en el caso de los bancos, ya que eso representa el apalancamiento financiero), mientras que los segundos engloban indicadores de rentabilidad por dividendo y crecimiento de la remuneración al accionista.
El resultado es una estrategia que busca ofrecer un rendimiento adicional y un tracking error bajo frente a regiones bursátiles concretas mediante la exposición a empresas que abonan dividendos y poseen una calidad relativamente elevada. Todos estos ETFs pueden emplearse en carteras orientadas a rentas y a resultados concretos, o como sustitutos de una solución indexada de renta variable pasiva pura. Cuando el entorno de inversión se complica, tiene sentido que los inversores presten más atención al riesgo de inversión en lugar de limitarse a “comprar el mercado”.
Incertidumbre en la bolsa estadounidense: resistencia en un entorno ciertamente volátil
El Fidelity US Quality Income ETF ha demostrado su capacidad para ofrecer resistencia en periodos de mayor volatilidad bursátil. Eso es especialmente relevante en el entorno actual, donde los anuncios de aranceles en EE.UU. han provocado fuertes oscilaciones en los mercados. Como se muestra en el gráfico, el índice, replicado por el Fidelity US Quality Income ETF, ha generado rentabilidades superiores frente al conjunto del mercado en dichos periodos de inestabilidad. Centrándose en activos de alta calidad que generan rentas, este ETF ofrece a los inversores una opción para afrontar contextos de incertidumbre en los mercados, lo que ayuda a atenuar los riesgos y preservar el capital frente al conjunto del mercado.
El Fidelity US Quality Income bate al conjunto del mercado en entornos volátiles
Nivel del VIX (dcha.) y diferencia de rentabilidad en periodos de tres meses del Fidelity US Quality Income Index frente al MSCI USA (izda.)
Artículo escrito por Roxane Philibert, Associate Director y ETF Product Specialist de Fidelity International
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Algunas clases de participaciones podrían pagar dividendos con el capital. Eso significa que el capital podría reducirse con el paso del tiempo si la revalorización del fondo no compensa el efecto anterior.
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