Los mercados emergentes enfrentaron numerosos obstáculos en 2018, que fueron desde la subida de tipos en Estados Unidos, un dólar más fuerte y la intensificación de tensiones comerciales hasta la debilitación de los precios de materias primas y el deterioro de los fundamentales en varios países emergentes, como Turquía y Argentina. En consecuencia, los mercados de deuda emergente registraron desempeños negativos a lo largo del año pasado.
Sin embargo, una vez más, el comportamiento de los distintos tipos de subactivos de estos mercados fue diverso. En concreto, a los bonos corporativos de los emergentes (-1,7% en 2018) les fue mucho mejor que a la deuda soberana (-4,3%) o a los bonos locales (-6,2%). Como hemos ido afirmando durante un tiempo, esta resiliencia puede explicarse por varios factores: una mayor diversificación, mejor calidad crediticia, una base de inversores más estable y, de manera importante, tipos de interés de menor duración.
Los bonos corporativos de emergentes con grado de inversión (IG), en particular, solo perdieron un 0,7% a lo largo del periodo, desempeñándose mejor que la deuda soberana IG (-2,4%) y que el crédito estadounidense IG (-2,3%), gracias a su duración más corta de solo unos cinco años, frente a los alrededor de siete de los otros dos.
La deuda local, en cambio, rindió por debajo de lo esperado, debido a la fuerte depreciación de las divisas locales de los emergentes frente al dólar, así como a la falta de oportunidades de diversificación de solo 19 países ante los cerca de 150 emisores que componen el índice de los títulos de deuda de emergentes y los 640 del índice de bonos corporativos de estos mercados.
Los mercados locales emergentes continúan demostrando un pobre rendimiento ajustado al riesgo con más volatilidad y detracciones que la deuda en divisas. Por eso seguimos creyendo que este tipo de subactivo es más adecuado para aquellos inversores con apetito al riesgo y la habilidad de comerciar táctica y selectivamente para aprovechar las oportunidades de inversión cuando surjan que para los inversores que buscan una asignación de activos más estratégica a largo plazo.
Pensamos que los mercados emergentes han superado algunas de sus dificultades económicas de 2018, lo que debería hacer que 2019 sea un año más fructífero para los inversores en renta fija emergente. Lo peor de la incertidumbre política en Argentina y Brasil ya quedó atrás. Los riesgos en Turquía sí parecen más cuantificables. En general, el crecimiento del PIB de los emergentes debería seguir mejor que la media de los mercados desarrollados. Los factores técnicos de los primeros se han arreglado y ahora son más favorables que lo que lo eran hace un año. Por último, la rentabilidad de la deuda en divisas de los mercados emergentes es actualmente mucho más atractiva, con un 5,95% para los bonos corporativos y un 6,63% para los soberanos.
Tribuna de Karine Jesiolowski, Investment Specialists senior de renta fija emergente en UBP AM