Sabemos que, un reloj roto ya sin funcionamiento y detenido, aún en esas condiciones, al menos dos veces al día nos da la hora exacta…
Con el correr de los años y del adelanto tecnológico en ciernes, tan expansivo en su modalidad digital respecto del modelo analógico, y con enorme penetración social durante la etapa de restricciones en 2020 provocadas por la pandemia, el sistema financiero acelera su digitalización. Atento a ello, es menester una alfabetización digital para amplios sectores sociales aún no bancarizados, especialmente en Latinoamérica, de modo tal de facilitar la inclusión financiera. En tal sentido, la actual disponibilidad de herramientas tecnológicas y digitales deben permitir y facilitar dicho proceso de modo masivo, de la mano de la ya urgente y necesaria alfabetización financiera, para entender y saber utilizar el enorme potencial de instrumentos digitales de muy sencilla gestión, penetración y accesibilidad a través de la telefonía móvil.
Respecto a nuestro vínculo con las finanzas personales, hay básicamente dos modelos de gestión. Seré descriptivo y no se trata de juzgar. Uno, caminando en nuestra vida con la mirada en el horizonte, que nos genera la necesidad de ahorrar e invertir para objetivos determinados y por ende los gastos, consumos y endeudamientos se adecúan a los objetivos expresados. Otro modelo, es con la mirada en los pies, dando prioridad a gastos, consumos, deudas inmediatos y si quedan excedentes, recién entonces analizar la posibilidad de ahorro e inversión.
Sabemos ya que el “riesgo longevidad”, con la posibilidad de percibir ingresos previsionales por mayor cantidad de años, que los aportados gracias a la bienvenida capacidad de sobrevida, en general nos requerirá en la etapa de retiro sumar nuestros ahorros a los ingresos por haberes jubilatorios que nos correspondan, si pretendemos calidad de vida similar en etapa pasiva, respecto a la activa.
A lo largo de la historia financiera hubo grandes especulaciones y burbujas, que a muchas personas inexpertas les costó sus ahorros. También hubo, hay y habrá estafadores, quizás es inevitable que dichos personajes se reciclen y reaparezcan, el punto aquí es el que debería ser antídoto natural para que las personas no sean estafadas y vuelvo a mencionar a alfabetización financiera.
En estos meses se habla seguido del esquema Ponzi, que nos retrotrae a los años 20 del siglo pasado. Un inmigrante llegado de Italia a New York, llamado Carlo Pietro Giovanni Ponzi (1882-1949) lleva a cabo una estafa con sellos postales de 1919, con tasas de retorno del 50% a 45 días y del 100% a 90 días. La compañía se llamaba Securities Exchange Company. Como es obvio, en una etapa inicial, manteniendo el flujo de ingresos, a los inversores anteriores se les pagaba con los fondos de los recientes inversores, hasta que la pirámide crece y de pronto, cuando son más los que retiran que los nuevos ingresantes, el esquema se desequilibra y quiebra.
En el perfil de los estafadores, conviven los prestidigitadores, iluminados y fanatizados, que hacen de la necesidad de las personas y la falta de conocimientos en finanzas una oportunidad de promesas desde lo emocional, de encontrar el cielo en la tierra. Como un reloj roto, al menos dos veces al día son precisos y logran que se les crea.
En el ámbito de los estafados, se mezclan mecanismos emocionales, tales como, pertenecer a una tribu de ganadores, todos atrapados en sesgo de confirmación, salir de perdedores, les aburre ahorrar cada mes un dinero determinado durante años, acceder a pronta independencia financiera o libertad financiera, creer en la magia, pasar sin escala de inexperto financiero a experto en trading, acceder a grandes utilidades en poco tiempo, soslayar todo riesgo implícito.
En nuestras finanzas personales, además de la cuestión de apego a la gestión a través de un presupuesto, si ya tenemos un stock de capital, necesitamos mediante la consulta a profesionales calificados del mercado, advertir de acuerdo a nuestro perfil inversor, edad y objetivos, las alternativas mejores de acuerdo al debido y necesario análisis de riesgo y rentabilidad. Cuando no tenemos un stock de capital, necesitamos a través de nuestro flujo de ingresos, por goteo cada mes, aportar a un fondo gestionado profesionalmente para capitalizar e incrementar por aporte periódico hasta lograr una masa crítica de capital.
Lo que siempre es necesario advertir respecto a nuestras finanzas personales es diferenciar aquello en lo que creemos como la mejor opción, de aquello que queremos sea la mejor opción. De igual modo necesitamos entender cuando nos exponemos con poco apego a la evidencia y mucho a la especulación y cuando tenemos poco apego al proceso y mucho apego sólo a los resultados.
En el excelente libro de Hersh Shefrin (1948) “Más allá de la codicia y el miedo”, el autor escribe: “¿Por qué tanta gente carece del autocontrol necesario para apartar los recursos financieros adecuados para su jubilación? Las necesidades del presente se hacen sentir por medio de la emoción. Dichas necesidades son muy fuertes y exigen atención inmediata. En contraste, las necesidades del futuro son mucho más débiles y se expresan por medio del pensamiento. La mayoría de la gente siente el apremio de satisfacer necesidades inmediatas, pero sólo piensanen satisfacer sus necesidades futuras”.
La alfabetización financiera es a llave para aportar una cuota de razón a la emocionalidad presente en nuestras finanzas personales y para además, poner emoción al pensamiento razonable de una futura etapa de retiro… O acaso dicha etapa de retiro, no es parte de nuestra visión personal y nuestra construcción de futuro?
Ernesto R. Scardigno
Asesoramiento y coaching en Finanzas Personales
Protección Familiar y Planificación Patrimonial
Productor de Seguros Matriculado SSN
Magíster Políticas Públicas
ICF Membership