La inversión conlleva riesgos y, aunque se suele pensar en la volatilidad de los precios a corto plazo o en la pérdida del patrimonio, lo cierto es que existen retos muy diversos a los que los inversores deben hacer frente.
Riesgos y soluciones
A veces, tendemos a pensar que disponemos de más información que el resto de actores del mercado. Sin embargo, esta creencia puede fomentar que hagamos demasiados cambios en las carteras de inversión, lo que supone varios problemas.
Por un lado, hay mayores posibilidades de error en las decisiones que tomamos, tanto sobre las distintas clases de activos, como sobre el momento elegido para ejecutar estas decisiones. Por otro, también hay que asumir mayores costes y mayor fiscalidad, si aplicase. Y todo esto, sin considerar el tiempo que tenemos que dedicar para la toma de decisiones y la operativa asociada.
En el otro extremo está el hecho de olvidarse de las inversiones y obviar que, por el propio movimiento de los mercados, la composición de la cartera se irá desequilibrando y nos alejará progresivamente de nuestros objetivos.
¿Cómo podemos paliar esto?
La fórmula para mantener nuestras inversiones dentro del rango deseado, en términos de la distribución de activos o de los propios instrumentos, es el rebalanceo. Es un proceso disciplinado por el cual, con ciertos ajustes, vamos reequilibrando la composición de nuestra cartera en función de los movimientos de los mercados financieros o de cambios en nuestros objetivos. El fin es mantener nuestro plan de inversiones.
Por lo tanto, a la hora de estructurar una cartera, no solo son importantes determinar el universo de inversión, el benchmark o la divisa de referencia, sino también establecer una política de rebalanceo disciplinado. Se puede sistematizar o ejecutar de forma automática. Para ello, es fundamental definir de antemano unas premisas que, además, frenen la toma de decisiones erróneas en los momentos menos oportunos, fruto de las modas, sesgos, rentabilidades pasadas o, simplemente, avaricia.
Diferencias entre carteras con y sin rebalanceos
En el gráfico siguiente se comparan dos carteras, una con rebalanceos disciplinados y otra sin aplicarlos. El periodo entre enero de 2001 y hasta cierre de octubre de 2021 comienza con la distribución (neutral) del 10% en mercado monetario, el 30% en renta fija y el 60% en renta variable.
En el caso de la cartera con rebalanceos, se permiten fluctuaciones hasta el 5%, asumiendo movimientos de mercado. Si el movimiento es mayor al 5% respecto a los pesos inicialmente establecidos, se procede a rebalancear la cartera, volviendo a los pesos de partida. Por otro lado, no se aplican decisiones tácticas a la cartera y no se tienen en cuenta los costes ni el efecto de no estar invertido por rebalanceos.
La principal conclusión de este análisis tiene que ver con la rentabilidad y los riesgos de las inversiones. Ambas carteras comienzan el periodo de estudio en 1.000 euros, si bien, como es de esperar, lo concluyen con diferencias. La cartera sin rebalanceos (línea gris) llega a octubre de 2021 con 2.644 euros, mientras que la que sí cuenta con rebalanceos (línea azul), termina con 2.871 euros, es decir 227 euros por encima. En términos de rentabilidad esto se traduce en un 164% para la primera, frente a un 187% de la segunda, lo que, términos anualizados, significa un 6,75% frente a un 7,34%.
El exceso de rentabilidad de la cartera con rebalanceos lo consigue con tan solo 20 ajustes a lo largo de los 21 años, una cifra reducida.
Nota: se ha utilizado la herramienta Morningstar con datos diarios en EUR incluyendo dividendos. El índice seleccionado para mercado monetario es el Eonia 30 días capitalizado, Bloomberg Global Aggregate EUR Hedge para renta fija y MSCI ACWI NR EUR para renta variable.
Con la implementación del proceso de rebalanceo “sistemático”, la cartera ha tenido un mayor porcentaje en renta variable. Ello es debido a que, en los primeros años, el peso de esta clase de activo en la cartera sin rebalanceo iba disminuyendo por el efecto del mercado, mientras que, en la otra, se iba ajustando de vuelta a su peso neutral.
Así, el buen comportamiento de las bolsas en el periodo, a priori, esperable en plazos largos, ha redundado en mayor rentabilidad total. En lo relativo a los riesgos, todo dependerá del peso en renta variable según el entorno del mercado. En este caso, la cartera con rebalanceos, durante buena parte del periodo, presentaba unos niveles ligeramente superiores de volatilidad, así como de caídas más agresivas, como es evidente. Sin embargo, a medida que esta clase de activo iba ganando peso en la cartera sin rebalanceos, sus niveles de riesgo superaron a los de la otra cartera, sufriendo más, por ejemplo, en un evento extremo como fue el Covid-19.
Naturalmente, el periodo seleccionado, como siempre, influye. Por ello, también hay que mencionar que la cartera con rebalanceos registra una máxima caída superior, concretamente, durante la crisis de 2008, pues el peso en renta variable era mayor.
Conclusión
Antes de invertir son muchos los aspectos que se deben revisar y, entre ellos, también debe estar el definir una política de rebalanceo de la cartera. Tal y como se ha comentado, la existencia de esta obedece a la necesidad de dejar previamente establecidos bajo qué parámetros o variables se deben reajustar los pesos de una cartera. Además, así limitamos los riesgos que asume una cartera.