El equipo de inversión de Matthews Asia viaja de forma regular por toda Asia para analizar oportunidades de inversión. Entre reuniones con equipos directivos, visitas a fábricas y vuelos de una ciudad a otra, en ocasiones necesitamos comer. A veces, mientras escribimos los informes de nuestras reuniones, pedimos la cena al servicio de habitaciones del hotel, pero también hay ocasiones en las que salimos a disfrutar de la gastronomía local. Para mi, que soy un apasionado de la sopa ramen, el creciente número de restaurantes especializados en este tipo de sopa de fideos es todo un regalo. Aparentemente, no soy el único que piensa lo mismo.
Recientemente Ichiran, una de mis cadenas favoritas japonesas de ramen (originaria de Fukuoka), ha abierto su primer restaurante fuera de Japón, en Hong Kong. Fanáticos del ramen de todas partes esperaron largas horas en cola para probar la sopa. Hong Kong, con su facilidad para hacer negocios, la proximidad a Japón y el constante flujo de turistas regionales, se está convirtiendo en un centro muy popular para los restaurantes japoneses de ramen con proyectos de expansión internacional. Otras ciudades de Asia están experimentando la misma tendencia. En Yakarta, donde la mayor parte de la población es musulmana, incluso conseguí encontrar “tonkotsu” o sopa ramen de hueso de puerco.
Las raíces del ramen obviamente vienen de China y de sus fideos. A finales del siglo XIX, a medida que Japón fue abriendo sus puertos al comercio internacional, fueron apareciendo Chinatowns por todo el páis, y con ellos, su cultura culinaria. La palabra “ramen” fue inmortalizada cunando en 1958 el ya fallecido Momofuku Ando, que fue el inventor de los fideos instantáneos, denominó su primer producto Ramen de Pollo. Desde ese momento el ramen, bien instantáneo o tradicional, ha deleitado a miles de millones de personas en todo el mundo.
Según he ido pensando sobre qué explica la popularidad del ramen, he llegado a la conclusión de que la flexibilidad es la clave. El ramen puede ser de cualquier tamaño, forma o formato, siempre que contenga fideos y algún tipo de caldo. Los fideos pueden tener distintas tonalidades de amarillo y blanco, ser frescos o venir fritos, ser gordos o delgados, curvos o rectos. El caldo varía desde el de puerco, al de pollo o pescado, con cualquier combinación de vegetales, algas, hierbas y especias. Para qué mencionar la infinita variedad de acompañamientos posibles; he visto huevos pasados por agua, guisantes, brotes de bambú, kimichi e incluso parmesano rallado coronando un cuenco de ramen. La inexistencia de una fórmula rígida provee mucha libertad a los que buscan algo nuevo, promoviendo una constante oleada de innovación gastronómica.
El ramen es un ejemplo de cómounas culturas asiáticas han influido sobre otras a lo largo de la historia. Como comentaba un directivo del sector alimentación, “el buen ramen puede cruzar fronteras. A nadie le molesta comer platos ricos”. No puedo estar más de acuerdo. Además, a medida que los restaurantes de ramen proliferan por toda la región mis viajes son, como mínimo, más apetecibles.
Artículo de Kenichi Amaki, Portfolio Manager de Matthews Asia
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