Irremediablemente para los inversores más avezados del mercado esta historia, como tantas otras, les resulta familiar. La criptomoneda por excelencia, el bitcoin, acumuló en 2017 más de un 1.300% de revalorización. Es incluso más sorprendente que una semana antes de cierre de año cotizase con una revalorización superior al 2.000%. Auténtica locura compradora.
Traducido a euros, si alguien hubiera invertido 500 euros en enero, aproximadamente tendría 6.500 en diciembre. Esto se debe a que en diciembre de 2016, la divisa virtual cotizaba a 1.000 dólares, cerrando 2017 en entornos de los 13.000 dólares. Menuda jugada ¿verdad? ¿Por qué no habría invertido yo en bitcoin en enero? Si tengo un depósito al 0,10%… No hay semana que alguien no me pregunte y muchos de ellos, incluso amigos personales, me lo echan en cara: “Me dijiste que no comprase el verano pasado, que tenía mucho riesgo, y mira…” Gajes del oficio, otra más para el bote.
¿Qué hay del riesgo?
Al margen de habladurías, foros, prensa y redes sociales varias, no debemos perder la cabeza por las elevadas rentabilidades y pensar en los riesgos asumidos a éstas. Cualquier inversión por pequeña que sea, en cualquier activo, debe medirse, cuantificarse, evaluarse y ponerse en valor para cada persona y su perfil de riesgo.
No cabe duda que el Big Data, el Blockchain, las nuevas tecnologías y los algoritmos asociados a las finanzas, bases de datos y mercados ayudarán a una digitalización mundial en todos los ámbitos y sectores. El sector financiero no será menos. Pero de ahí a depositar mis ahorros y mi patrimonio familiar en una divisa virtual, referenciada quién sabe dónde, sin colateral físico, custodiada por “una comunidad” y que casualmente son los “market makers” o creadores de mercado de la misma, es como para pensárselo. ¿Ha pensado qué haría si estuviese de vacaciones en África y necesitase pagar con su dinero virtual? ¿Y si no hubiese red móvil? ¿sabe lo que es un ciberataque? Resuelva estas simples preguntas y luego piense si el bitcoin es para usted.
No sólo existe el bitcoin: asistimos a la creación de multitud de criptomonedas o monedas virtuales en el mercado, y las que llegarán, pero a buen seguro el bitcoin se lleva la palma.
Huele a tulipán…
La subida espectacular en vertical, al igual que sucedió con los bulbos de tulipán en 1636, el afán comprador por personas ajenas a la inversión que en su vida hubieran depositado un euro en acciones por el riesgo y toda la publicidad que está teniendo el bitcoin, hacen pensar que los patrones de la tulipomanía están muy presentes.
Incluso se da un fenómeno social que siguen todas las burbujas y crisis: personas que dejan su trabajo, o comienzan a trabajar en este nuevo sector. Son muchos los que están comenzando a fabricar bitcoins desde sus casas, con ordenadores y complejos programas informáticos. Incluso se venden equipos especializados para la causa. Al igual que sucedió en la tulipomanía donde todos eran mercaderes de tulipán y en las hipotecas subprime donde todos querían ser constructores, con el bitcoin huele a tulipán…
Cuando el botones te habla de comprar oro, es momento de vender oro
Esta famosa cita de Rockefeller la podemos aplicar actualmente. Todo el mundo habla del bitcoin, los foros, las redes sociales, la prensa, el telediario… A fin de cuentas, todos tenemos un amigo que se ha hecho millonario con el bitcoin.
Por ello, no nos dejemos llevar por los porcentajes, las quimeras, los cuentos de la vieja y la posibilidad de pegar el pelotazo. Pensemos antes de nada si invertiríamos en dólar canadiense, por ejemplo ¿verdad que no? Por desconocimiento principalmente o porque la divisa tiene mucho riesgo. Y ahora hágase la siguiente pregunta: ¿invertiría en algo que no conoce, que no está depositado en ningún sitio, que no tiene contrapartida física, que no se puede tocar, que nadie sabe quién maneja, quién custodia y que tampoco tiene claro el canal o medio para llegar a ello? Dígamelo, ¿lo haría? Si es así, tiene poco amor a su patrimonio.
No cabe duda que la subida es impresionante, a mí personalmente me hubiera gustado comprar millones de bitcoin, ahora a toro pasado, claro. Pero reconozco que nada sube eternamente y cuando le dé por girarse y la música deje de sonar, todos aquellos amigos millonarios habrán desaparecido dejándole a usted pidiendo la última copa en el barco en el bitcoin a 18.000 o a 88.000 dólares. El problema no está en comprar, sino en poder vender cuando uno quiere vender. Las plataformas de negociación aún no están preparadas para la rapidez que demanda el mercado.
En la inversión, como en todos los aspectos de la vida, debe primar el sentido común. Si algo ofrece una rentabilidad elevada es porque conlleva un riesgo asociado elevado. No intente saber más que el mercado y no invierta en modas. Al igual que no se compraría un teléfono móvil de 1.300 euros porque es una moda, no invierta en un valor esperando un 1.300% de rentabilidad. De verdad, olvídelo.
Desconozco si es una burbuja o no, si seguirá subiendo o incluso si dentro de unos años no existirá dinero físico y mi sueldo lo recibiré en coins. Lo que tengo muy claro es que no es para todos, al menos hoy, con la información y los datos que tenemos. A futuro…ver veremos.
Si lo analizamos, nadie se imaginaba que algún día hablaríamos por un aparato llamado teléfono móvil. Welcome technology.
Borja Rubí es asesor de Inversiones, EFA en Renta 4 Banco, en Oviedo