Las previsiones de rendimiento de la mayor parte de los índices de bonos son bajas y podrían incluso entrar rápidamente en territorio negativo si los tipos suben. En otras palabras, la rentabilidad pasada sugiere que en el futuro las rentabilidades serán mucho más bajas. En este entorno la gestión activa es a día de hoy, si cabe, aún más necesaria.
Los mercados de renta fija son algo más que los tradicionales gestores de la misma. Su universo tiene diversos jugadores con papeles muy diferentes. Los bancos comerciales favorecen bonos que tengan un impacto positivo en sus ratios de liquidez, mientras que las aseguradoras prefieren una aproximación buy & hold que se centra en la rentabilidad a vencimiento basándose en el precio de compra. Mientras tanto, como hemos visto estos últimos años, los bancos centrales cada vez son más activos en los mercados de bonos, actúan en línea con los objetivos de inflación y de crecimiento, así como con los objetivos de estabilidad, y no lo hacen por razones de rentabilidad. Todos esos inversores tienen peso en el mercado.
Las restricciones regulatorias a las que muchos inversores están sujetos podrían tener una gran influencia en el valor relativo de los instrumentos de bonos. Las ponderaciones que imponen las reglas de capital de Basilea I son menores para las empresas emisoras; una regla que podría explicar en gran parte los diferenciales más ajustados de los que disfrutan los bancos. Muchos actores sólo pueden tener una exposición limitada a los bonos con una calificación inferior a determinado nivel. Esto crea una anormal mayor prima de riesgo de impago para las entidades con un nivel de calificación más baja y grandes cambios de precio cuando una rebaja de calificación dispara las ventas forzadas. Los cálculos SCR de Solvencia 2 castigan a los tenedores de bonos corporativos a largo plazo en comparación con los bonos de corto plazo independientemente de cual sea su calificación.
Estos factores crean oportunidades que un gestor de fondos pasivo no puede capturar. Pero, además, replicar un fondo de renta fija tiene otras desventajas.
El peso de un emisor depende en general de su stock de deuda, que podría ser una buena aproximación a su liquidez, pero es difícilmente un criterio óptimo para un acreedor cuando se compara con un análisis de crédito de alta calidad. Además, la estructura de un índice de bonos varía mucho más que uno de renta variable debido a las nuevas emisiones, la reducción del tiempo para el vencimiento, cambios en las calificaciones que pueden representar fuertes reequilibrios y costes de transacciones, todo lo cual implica complejos y costosos procedimientos si el fondo de gestión pasiva tiene que replicar el índice.
Tribuna de Philippe Uzan, Chief Investment Officer de Edmond de Rothschild Asset Management