Antes de la crisis financiera mundial de 2008/2009, la comprensión de los estilos de inversión constituía una capacidad que parecía reservada exclusivamente a la élite financiera. Una década más tarde, los estilos de inversión, como aquellos centrados en el valor o el crecimiento, se abordan ahora con la misma frecuencia en el mundo de la inversión como las asignaciones más clásicas por sector, región y país. Si bien los conceptos de valor, crecimiento y rentas siguen dominando las temáticas de inversión por estilos hoy en día, los estilos más sensibles a la situación macroeconómica o a la economía, como la calidad, el riesgo y la ciclicidad, merecen recibir la misma atención.
¿Qué son los estilos de inversión?
Invertir por estilos consiste sencillamente en agrupar o clasificar a las empresas con características similares de forma cuantitativa. La mayoría de gestores de fondos cuentan con un sesgo de estilo en función de su experiencia, su visión macroeconómica o sobre la economía o sencillamente dependiendo de las empresas subyacentes en las que invierten. Los títulos de «valor» suelen contar con la característica de ser menos caros, si tomamos como referencia parámetros como la PER o la ratio precio/valor contable. Normalmente registran un comportamiento positivo durante periodos en los que la actividad económica es favorable y el crecimiento se acelera.
Los títulos de «crecimiento» suelen presentar unos beneficios o crecimiento de los ingresos superiores. En general, registran un comportamiento positivo en periodos en los que el crecimiento escasea. El estilo centrado en las «rentas» suele resultar adecuado para inversores que buscan un flujo constante de rentabilidades sin tener que sufrir las fluctuaciones del mercado de renta variable en su conjunto. Se vale de factores como la rentabilidad por dividendo o la sostenibilidad de la distribución de dividendos para cuantificar la calidad del posible flujo de rentas. Este estilo suele adoptarse durante periodos en los que los inversores buscan preservar el capital.
¿Qué novedades hay en la inversión por estilos?
Los estilos clásicos centrados en el valor, el crecimiento y las rentas suelen constituir una parte fundamental de las carteras de los inversores. Los estilos más innovadores, aquellos que se basan en la calidad, el riesgo y la ciclicidad, han dominado las estrategias de los inversores en la época posterior a la crisis financiera.
2018 ha sido otro año en el que los estilos basados en la «calidad» —un parámetro que suele indicar un balance sólido— y en el «riesgo» —los títulos con un nivel de riesgo inferior presentan unos beneficios más predecibles— han sido instrumentos clave a la hora de gestionar las caídas en las carteras. La nueva era en la que vivimos, caracterizada por un endeudamiento excesivo y un crecimiento insuficiente, sugiere que estos estilos, junto con aquel centrado en la «ciclicidad» —el parámetro que indica la dependencia de una empresa al ciclo económico—, seguirán dominando la estructuración de las carteras en los próximos años.