El último hito significativo en la regulación europea de las finanzas sostenibles fue la publicación, el 14 de mayo, de las directrices de la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA por sus siglas en inglés) sobre los nombres de los fondos ASG. El objetivo de las directrices es garantizar la protección de los inversores frente a afirmaciones infundadas o exageradas en las denominaciones de los fondos, y ofrecer a los gestores de activos criterios claros para que puedan evaluar qué términos relacionados con la sostenibilidad son adecuados para utilizar en los nombres de los fondos.
Analizamos los detalles de las directrices sobre la denominación de los fondos y examinamos algunas de las tendencias relativas a las etiquetas de fondos ESG en Europa. Y, tras las elecciones parlamentarias europeas que tuvieron lugar del 6 al 9 de junio, analizamos lo que se ha logrado en este periodo y lo que está por venir.
¿Qué compone una denominación?
Las directrices de la ESMA sobre las denominaciones de los fondos, que se resumen en el siguiente cuadro, tienen varias implicaciones importantes. Un punto clave es que todos los fondos con términos relacionados con la sostenibilidad/impacto/ASG, etc. en sus nombres deben garantizar que al menos el 80% de sus inversiones cumplen características u objetivos de sostenibilidad. Esto se ajusta a la política general de nombres de fondos en Estados Unidos y va más allá del régimen específico de sostenibilidad en el Reino Unido, que exige un 70%. Este umbral del 80% podría, por ejemplo, plantear un problema potencial para los fondos de mercados privados, que tienden a mantener mayores reservas de efectivo en sus fases de crecimiento y desinversión.
Otro punto importante es que los fondos con el término «sostenible» (o palabras relacionadas con la sostenibilidad) en el nombre deben invertir «significativamente» en inversiones sostenibles. Como las directrices no definen «significativamente», esto está abierto a interpretación. Estos fondos también deben ajustarse a las exclusiones de los parámetros de referencia del Acuerdo de París (PAB). Estos incluyen, en particular, el carbón, el petróleo y el gas, así como la producción de electricidad a partir de combustibles fósiles, con diferentes umbrales.
Del mismo modo, cuando la denominación de un fondo combina cualquier término relacionado con la ESG o la inversión impacto que contenga la palabra «transición», no se aplica el requisito de «invertir de forma significativa». En su lugar, estos fondos deben aplicar exclusiones de referencia de transición climática y garantizar que las inversiones se encuentran en un camino claro y medible hacia la transición.
De hecho, el término «transición» se utiliza de forma muy específica en las directrices. Dado que a estos fondos se les exige que tengan inversiones con una trayectoria clara y medible hacia la transición, entendemos que dichos fondos no pueden estar orientados a soluciones, es decir, a invertir en empresas/valores que faciliten la transición, sino que las propias inversiones deben estar en proceso de transición.
Por ejemplo, palabras como «mejora» o «transformación» activarán los mismos requisitos que «transición». Sorprendentemente, «cero neto» entra en la categoría de transición y no en la de medio ambiente.
Y, por último, es importante entender que las directrices se aplican tanto a los fondos activos como a los pasivos, independientemente del índice de referencia, y que también se aplican a los fondos cerrados, aunque estos ya no estén abiertos a nuevos inversores.
¿Cuándo entran en vigor las nuevas directrices?
Las directrices deben traducirse a todas las lenguas oficiales de la UE y entrarán en vigor tres meses después. Por lo tanto, esperamos que entren en vigor en el tercer o cuarto trimestre de 2024 para los nuevos fondos. Los fondos existentes tendrán un periodo de transición de seis meses adicionales, por lo que se les aplicarán en el primer o segundo trimestre de 2025.
El sector de la gestión de activos digerirá ahora las directrices y no descartamos que la ESMA siga trabajando en los próximos meses en la elaboración de preguntas y respuestas a medida que las empresas busquen más claridad.
¿Qué se avecina en la normativa sostenible de la UE?
Las elecciones parlamentarias de la UE se celebraron del 6 al 9 de junio. Los resultados de algunos países han dado algunas sorpresas. En general, los grandes partidos proeuropeos (conservadores del PPE, socialdemócratas del S&D y liberales de Renovación) siguen manteniendo una fuerte mayoría en el Parlamento Europeo. Varios eurodiputados clave para la regulación europea de las finanzas sostenibles seguirán en sus puestos. Esto significa que podemos esperar continuidad en la agenda de sostenibilidad.
Echando la vista atrás, la UE ha cumplido el objetivo fijado en 2018 de incluir cada elemento de la cadena de inversión en la regulación sostenible. No obstante, aún quedan algunas actualizaciones importantes por llegar en los próximos dos meses. Esperamos la publicación este mes de un Q&A con las Preguntas más Frecuentes sobre la Directiva de Información Sostenible de las Empresas (CSRD). Acaba de publicarse un informe de la ESMA sobre greenwashing. No se trata de un informe legislativo, pero sin duda servirá de base a las consideraciones de la Comisión Europea sobre un futuro Reglamento de Divulgación de Información Financiera Sostenible (SFDR).
De cara al futuro, esperamos que en septiembre se aprueben las NTR (normas técnicas reglamentarias) revisadas del SFDR. Esto se ha retrasado debido a las elecciones, lo que significa que su entrada en vigor es poco probable hasta la segunda mitad de 2025.
Como muy pronto, a principios del año que viene, esperamos una propuesta de SFDR 2, así como detalles técnicos sobre el reglamento de bonos verdes de la UE y más información sobre las normas de información sostenible para pequeñas y medianas empresas.
Y un proyecto en curso a lo largo de los próximos años es el desarrollo de los nuevos criterios de la taxonomía, que siguen perfeccionándose.
Cambios en las etiquetas de sostenibilidad de los países europeos
Las últimas actualizaciones se refieren sobre todo a reforzar los requisitos en torno a los combustibles fósiles y las exclusiones. También hay requisitos más precisos relacionados con la propiedad activa, concretamente el compromiso y el voto. Pero, por supuesto, no todas las etiquetas han introducido los mismos cambios.
Esto llevará a los gestores de activos a revisar a fondo sus fondos con estas etiquetas. Tendrán que considerar si sigue teniendo sentido mantener la(s) etiqueta(s) desde un punto de vista comercial. Por ejemplo, los fondos europeos se venden en otras jurisdicciones, como Asia, donde la demanda de los clientes puede ser diferente.
Los productos necesitan las etiquetas adecuadas para los mercados adecuados. Esto debe basarse en los intereses y los activos de los clientes. Si es necesario un cambio significativo en la estrategia de inversión para mantener una etiqueta específica en un mercado concreto, puede que ese no sea el resultado adecuado para los inversores de fondos en otras partes del mundo.
Por lo tanto, prevemos que el número de fondos que lleven estas etiquetas puede disminuir a corto plazo, aunque podría haber un repunte de nuevo en el futuro si se lanzan nuevos fondos que cumplan los requisitos de etiquetado desde el principio.
Hay mucha fragmentación en los regímenes de etiquetado y seguimos esperando una etiqueta que pueda funcionar en toda Europa para mejorar la coherencia.
Tribuna elaborada por Nathaële Rebondy, responsable de Sostenibilidad para Europa en Schroders, y Elisabeth Ottawa, responsable de políticas públicas para Europa en Schroders