Pemex se encuentra en una situación de pérdidas y deuda elevada y el gobierno ha establecido un programa de apoyo para resolver dicha problemática. Sin embargo, las medidas que se anunciaron no son una solución integral ni van a la raíz del problema. Cuando una empresa enfrenta pérdidas y deuda elevada debe instrumentar acciones que le permitan renegociar su deuda, reducir impuestos, aumentar ingresos, vía ventas y deshaciéndose de activos no productivos, y reducir gastos. Las medidas tienen que estar orientadas a generar utilidades, o reducir pérdidas, para aumentar la capacidad de pago.
El gobierno va a asumir un pasivo laboral de Pemex por 35.000 millones de pesos, lo cual le ayuda a disminuir la deuda, le va a reducir la carga fiscal por 15.000 millones de pesos y estima que como resultado de la lucha contra el robo de hidrocarburos habrá ingresos adicionales por 32.000 millones de pesos, estas medidas van en el sentido correcto y contribuyen a resolver la problemática. Aunque en el caso de los ingresos adicionales habrá que analizar bien las cifras porque se están instrumentando mecánicas de distribución de gasolina que son mucho más costosas y afectan los costos y por lo tanto no ayudan a reducir las pérdidas.
Pero hay otras medidas que son incorrectas. Se le va a capitalizar con 25.000 millones de pesos, sin embargo, esta decisión no ayuda debido a que esos recursos se van a destinar a construir una refinería y no le va a generar ganancias a Pemex, al contrario, le va a costar más producir gasolina que importarla, por lo que las pérdidas en lugar de reducirse se van a aumentar. Solamente en la medida en que los recursos que se le otorguen a Pemex se canalicen a proyectos rentables la medida irá en el sentido adecuado.
Un elemento que hace falta y es muy necesario es modificar los procesos de producción para reducir costos e incrementar la productividad. En el caso de Pemex, a pesar de que la producción de petróleo se ha reducido, el tamaño de su planta productiva apenas se redujo a partir de 2014. En 2000 Pemex tenía 132.728 plazas ocupadas y producía 3,0 millones de barriles diarios, lo que significa que cada empleado generaba 22,7 barriles diarios. El personal se incrementó hasta 2013, cuando llegaron a tener 154.774 plazas con una producción de 2,55 millones de barriles diarios lo que implica que cada empleado producía en promedio 16,2 barriles diarios. A partir de la reforma energética que realizó el gobierno anterior, el personal de Pemex empezó a descender y para 2017 el número de plazas ocupadas era de 124.660 y la producción de 1,95 millones de barriles diarios, por lo que el promedio de producción por trabajador disminuyó hasta 15,6 barriles por día. Estas cifras lo que muestran es que, si realmente se desea fortalecer las finanzas de Pemex, se tienen que revisar los procesos de producción para incrementar la productividad de la empresa, no se puede estar incrementando el personal cuando la producción disminuye, como sucedió desde 2000 hasta 2013. Si con la producción actual se quisiera tener la misma productividad por empleado que existía en 2000 Pemex debería tener 86.000 plazas ocupadas, lo que significa un recorte de alrededor de 30% de personal.
Mientras al programa de apoyo le falten acciones orientadas a disminuir los costos e incrementar la eficiencia y rentabilidad de Pemex, será solamente un paliativo y distará mucho de contribuir a la solución real de los problemas de la entidad.
Columna de Francisco Padilla Catalán