En ecosistemas armoniosos hay equilibrio. Es un principio básico de la vida. Más aún, la naturaleza es por sí misma regenerativa: la vida se regenera en el planeta desde hace miles de millones de años. Pero los seres humanos tenemos la malsana costumbre de actuar en el último momento, a pesar de las alarmas. Pero, si queremos un futuro seguro en nuestro planeta, tal hábito tiene que cambiar, empezando por nuestro pensamiento. De hecho, la tendencia a pesar en la innovación como un medio de hacer nuestras vidas perpetuamente fáciles, nos ha ocultado nuestra vulnerabilidad.
Usamos ropa abundante para protegernos del clima, vivimos en casas con calefacción, comemos alimentos importados y vemos Netflix, con lo que nos olvidamos de lo dependientes que somos del mundo exterior. Incluso la inversión sostenible se consideraba un nicho, dominado por narrativas respecto a la ética como limitadora de la rentabilidad, no como motivo de oportunidades.
Esa filosofía prevaleciente se ha reflejado en la forma en que hemos usado el planeta, centrada en extraer el mayor valor lo más rápido posible, en lugar de, reciclar, reutilizar y regenerar. Así, pues, no pregunte qué puede el planeta por usted, sino qué puede usted hacer por su planeta.
Así es, no hay opción. Hay que pasar de una economía global degenerativa a una regenerativa. Hay que tener en cuenta que ni siquiera alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero resulta suficiente para hacer frente al cambio climático.
Efectivamente, la economía neutral en emisiones de carbono ya no restaurará lo que se ha perdido en términos de biodiversidad. 90% de esta pérdida de biodiversidad ha sido el resultado de actividades de extracción y procesamiento de los recursos naturales, donde solo 8,6 % se recicla o recupera. El caso es que más de 50% del PIB mundial depende de la naturaleza de una manera u otra. Así que la pérdida de biodiversidad amenaza a las economías mundiales.
Afortunadamente, la conciencia responsable se está afianzando y con ello la necesidad de una economía regenerativa. Comenzó a cambiar hace unos cinco años y se ha acelerado enormemente con la pandemia COVID, momento mori para el clima y la salud humana. Aunque al respecto todavía hay división generacional, está siendo superada gradualmente.
La investigación muestra que el punto de inflexión en cualquier cambio cultural se produce cuando alcanza al 25 % de una población y ya es frecuente ver contenido relacionado con el clima en los medios de comunicación, los cuales desempeñan un papel importante en este cambio cultural. Además, la prevalencia de tecnología de video accesible y barata está llegando a nuestros hogares y oficinas con imágenes de las realidades diarias del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad. De manera que el impacto se hace difícil de negar, aunque haya un paso que dar para la integración, que es mayor cuanto más esperamos.
Una solución convincente se encuentra en los límites planetarios. Es un concepto basado en un marco científico, que clasifica los problemas ambientales en nueve dimensiones codependientes y que sitúan la ecología en el aspecto central de la Tierra. Cada dimensión muestra los límites dentro de los que la humanidad puede operar con seguridad para el futuro. Superarlos implica riesgos de cambio repentino potencialmente irreversibles.
En la práctica, implica una economía con tres características diferenciales: reducción de externalidades, economía circular e inclusión social y económica. Es decir, ralentizar, reducir y cerrar los bucles en el uso de energía, materiales y residuos y preservar y restaurar la biodiversidad. A esto se añade la necesidad de fomentar la inclusión social y económica, a fin de que las sociedades sean resilientes y, por tanto, capaces de abordar sus responsabilidades planetarias.
De manera que, como inversores, debemos restablecer el equilibrio natural y asignar capital en correspondencia. Se trata de invertir para producir impacto, mediante empresas que innovan en soluciones de regeneración de los ecosistemas y que facilitan sociedades más resilientes. Ya hay un historial financieramente sólido. Ahora, es previsible que las empresas que más contribuyan a la transición a una economía regenerativa muestren un crecimiento superior en las próximas décadas.