Indudablemente Brasil ha tenido últimamente su cuota de problemas y tribulaciones: la economía está en recesión, la inflación va en aumento, el déficit presupuestario se está ampliando, la calificación de la deuda soberana ha sido degradada y el ambiente político es un reto. Sin embargo, el país aún tiene mucho a su favor. Sigue siendo la economía más grande de América Latina y un país rico en recursos que van desde productos agrícolas a la metalurgia industrial. El hogar de algunas de las más fuertes instituciones políticas del continente, Brasil también ha dado pasos significativos en la mejora del bienestar económico de sus ciudadanos durante la última década: la proporción de la población que vive en la pobreza se ha reducido del 17,3% en 2006 a un 7,4% en 2014, según el Banco Mundial. ¿Qué puede hacer Brasil para aprovechar sus puntos fuertes, volver a reactivar su economía y recuperar su posición como una de las historias de crecimiento más emocionantes del mundo?
Expertos economistas de Credit Suisse se reunieron en la “Conferencia de Inversión Latinoamericana” (LAIC) durante enero en Sao Paulo y han señalado que enderezar el brazo fiscal es la preocupación más apremiante de Brasil. Pero también señalaron que la reparación de dos temas estructurales de largo plazo -una economía cerrada y baja productividad- son la clave para construir la base de un crecimiento sólido de largo plazo. ¿Cómo puede Brasil aumentar la productividad de sus trabajadores para mantener su competitividad en los mercados globales?
Apertura al mundo
“Brasil se habría beneficiado mucho más de la rápida expansión de su comercio a nivel mundial en los últimos decenios, si su economía fuera más abierta”, señaló el ex presidente de México, Felipe Calderón, orador principal en la LAIC. Calderón contrasta las experiencias de las economías del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) y los de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú). Los países de la Alianza del Pacífico tienen economías relativamente abiertas y en su mayoría exportan productos manufacturados, mientras que los países del Mercosur son relativamente cerrados y dependen mucho más de las exportaciones de materias primas, lo que los dejó particularmente vulnerables a los golpes relacionados a la desaceleración de la demanda China. Los commodities representan el 67% de las exportaciones brasileñas y las fuertes caídas en los precios del petróleo y el hierro, de los cuales Brasil es el tercer mayor productor mundial, han sido complicadas para el país. La economía se contrajo un 3,7% durante 2015, y economistas expertos en Brasil de Credit Suisse esperan una caída del 3,5% para este año y un 0,5% para el próximo, la primera contracción durante tres años desde 1901.
Cuando se trata de la apertura de la economía, mientras Brasil puede reclamar un significativo crecimiento del comercio durante el último más de medio siglo, ha quedado atrás en relación a otros países en este sentido. La diferencia en el coeficiente de apertura comercial (la suma de las exportaciones e importaciones como porcentaje del PIB) entre Brasil y el resto del mundo aumentó de 10,5 puntos porcentuales en 1960 (alrededor del 14% en Brasil y un 24,5% a nivel mundial) a casi 33 puntos en 2014 (alrededor del 26% en Brasil a un 59% en todo el mundo), según Credit Suisse.
Entre las razones: Brasil tiene las tarifas mundiales más altas de aduana en bienes de consumo y productos intermedios, y el segundo más alto arancel sobre los bienes de capital. El país también impone unas elevadas barreras no arancelarias, incluyendo impuestos estatales y federales, y no ha firmado un mayor número de acuerdos de libre comercio como otros países. En 2014, el país contaba con sólo cinco acuerdos comerciales, en comparación con 20 en los Estados Unidos, 40 en Colombia, 44 en la zona euro, 45 en México y 54 en Chile.
Y es un hecho que las economías cerradas tienen más dificultades para mantener la competitividad que las abiertas. Las barreras comerciales protegen las industrias nacionales, pero manteniendo fuera a los competidores extranjeros también se eliminan los incentivos para que ellos sean más eficientes. Por ejemplo, dijo Calderón, la recuperación posterior a la crisis en México se debió en parte a los nuevos acuerdos comerciales y la eliminación de las barreras arancelarias en toda la economía. «Cuantas más reducciones arancelarias se aplican a un sector, más competitivo se vuelve ese sector», dijo el ex presidente. «La gran lección es: abrir su mercado.»
Deficiente y lenta productividad
El profesor Ricardo Paes de Barros, presidente del Instituto Ayrton Senna de la Universidad Brasileña Insper, destacó la productividad laboral brasileña en términos llamativos en el LAIC. En 1980, un trabajador brasileño producía aproximadamente la misma cantidad, en términos de valor añadido, que un trabajador de Corea del Sur; hoy, se necesitarían tres brasileños para estar a la altura de un coreano. Asimismo, en los años 80, un trabajador brasileño era 10 veces tan productivo como un trabajador chino, mientras que hoy los dos son aproximadamente equivalentes.
En los últimos años, muchos trabajadores brasileños han dejado la agricultura y las profesiones de servicio. La baja productividad, los sectores en que se emplea mucha mano de obra, como el cuidado de la salud, la educación, y ventas minoristas han crecido rápidamente, con una participación de trabajadores en alza de un 51% en 1996 a un 59% en 2015. Mientras la productividad total de Brasil creció un 13,4% durante las últimas dos décadas, los trabajadores de las industrias que son intrínsecamente menos productivas crecieron un 3,7%.
Credit Suisse atribuye estos descensos de productividad a la concentración de trabajadores en el gobierno, que ganan sueldos más altos que los trabajadores del sector privado en puestos de trabajo similares, en campos como salud y educación. El crecimiento continuo del sector público brasileño Brasil limita el potencial de crecimiento de la productividad, según los economistas del banco. Cuanto mayor sea el sector público en la economía brasileña, menor es la probabilidad de que pueda crecer incluso un modesto 2% durante los próximos tres años.
Credit Suisse señala que Brasil podría gastar un 43% menos en todos sus servicios públicos, un 51% menos en educación, y un 70% menos en la atención de salud y aun así obtener los mismos resultados. Las deficiencias del sistema educativo brasileño sólo contribuyen aún más al lento crecimiento de su productividad, señala Paes de Barros. El profesor cree que en Brasil puede ser necesario recurrir a consultores internacionales para ayudar a reformar el sistema educativo, y también debiera ser mejor en la recolección y difusión de los datos de rendimiento de sus distritos escolares para aprender lo que funciona y lo que no. Brasil es aún una nación joven, con una proporción de personas en edad de trabajar que puede crecer por otros seis años. Invertir más sabiamente en su juventud es fundamental para las futuras perspectivas de crecimiento del país.
Columna de Ashley Kindergan, escritora y editora de The Financialist, una publicación de Credit Suisse.