La gestión de carteras es el arte y la ciencia de la toma de decisiones sobre la distribución de activos y la política de inversión, aunando las inversiones con los objetivos.
En cada región, los inversionistas tienen fuertes sesgos a la hora de decidir sobre sus inversiones. Por ejemplo, los inversionistas estadounidenses tienden a invertir en renta variable estadounidense y los inversionistas de América Latina tienden a tener un sesgo hacia la renta fija. También es ampliamente reconocido que los inversionistas de América Latina tienen una fuerte aversión a las pérdidas, exigen una cartera con rendimientos elevados y tiene sesgo a su país de origen.
Activos con cupones o dividendos recurrentes, ¿son realmente más seguros?
Vivimos en un entorno de tasas de interés mínimos con un nivel de inflación bajo. La Reserva Federal norteamericana está luchando para acabar con la política de tasas de interés de cero que implementó hace 6 años, y como consecuencia de esta política pocos activos financieros ofrecen un rendimiento atractivo. La renta fija sin calificación de grado de inversión, bonos de países emergentes y algunas acciones con un alto nivel de dividendo, pueden ofrecer rendimientos por encima del 4%; este rendimiento viene acompañado de un alto nivel de riesgo que algunos inversionistas pueden calibrar incorrectamente. Por ejemplo, el IBoxx High Yield Total Return Index cayó un 10% y el JP Morgan Emerging Market Index cayó un 3% en 2015. La razón por la cual los inversionistas prefieren cupones y dividendos no es porque deseen un ingreso extra para vivir sino porque ellos perciben los activos con ingresos recurrentes como más seguros. Esta percepción es completamente errónea. Algunos inversionistas, como los pensionados, necesitan invertir en activos que ofrecen un ingreso recurrente; el resultado es que la demanda de estos activos es más elevada que la oferta, lo cual causa una sobrevaloración de los mismos. Por consiguiente los activos con ingresos recurrentes, en algunas ocasiones pueden llegar a presentar un riesgo superior al del resto de los activos disponibles en el mercado.
Aceptar la materialización de pérdidas
Los clientes también son reticentes cuando tienen que a vender un activo con pérdida; es normal tener un sesgo a la aversión a pérdidas. La aversión a pérdidas se refiere a la tendencia de los inversionistas a tener una mayor preferencia por evitar pérdidas que a realizar ganancias. Como consecuencia, los inversionistas tienden a mantener activos en sus carteras con grandes pérdidas durante años sin importar que estos activos tengan pocas probabilidades de recuperación. Estos activos pudieran potencialmente causar un desequilibrio en la cartera, sobreponderando algunas temáticas que recientemente hayan tenido un desempeño inferior; por ejemplo, recientemente los activos ligados al petróleo han causado estos desequilibrios. Finalmente la aversión a perdidas puede causar que los inversionistas vendan posiciones anticipadamente, debido al miedo de perder las ganancias que han cosechado hasta el momento. Por este motivo, oímos a menudo el dicho “continúa con las ganancias y corta las pérdidas”.
En el equipo de asesoría de Crèdit Andorrà, adoptamos un estilo disciplinado con precio objetivo y de pérdidas específico para todos los activos en los que invertimos. Los precios de pérdidas los establecemos mediante un método complejo de análisis técnico establecemos los niveles de pérdidas, a partir de los cuales creemos que hay elevadas probabilidades de que el activo continúe perdiendo valor.
Evitar la concentración en una clase de activos
Los inversionistas de la región generalmente saben lo que quieren. Ellos tienden a tener una fuerte preferencia hacia una clase de activos en particular. Como consecuencia de esta tendencia, los inversionistas están expuestos a una sola clase de activos, por ejemplo solo a renta variable, bonos de grado de inversión o acciones preferentes. Sin embargo, sabemos que el único almuerzo gratis en finanzas es la diversificación. Esto debería seguir siendo la esencia en la construcción de carteras. Aunque el inversionista no esté familiarizado con una clase de activos, esto no significa que no debe estar representada en su cartera. Los inversionistas deberían buscar la ayuda de asesores para incorporar clases de activos con las que no estén familiarizados para poder diversificar su cartera y reducir el riesgo total de la misma.
Los inversionistas de América Latina generalmente sobreponderan la renta fija. Esta clase de activo ha dado muy buenos resultados durante los últimos 30 años en un entorno de bajadas de tasas de interés. Ahora que los rendimientos están llegando a mínimos históricos, es difícil identificar situaciones dentro de la renta fija tradicional con posibilidades de revalorización. Aparte del riesgo de duración, también identificamos el riesgo de liquidez en la renta fija. Las emisiones de bonos han alcanzado un volumen histórico mientras que los bancos de inversión han reducido la liquidez que ellos proveen debido a cambios regulatorios. El riesgo de liquidez es un riesgo difícil de entender para el inversionista minorista; una analogía sería estar dentro de un edificio en llamas y tener la esperanza de que una persona que situada fuera del edificio estuviera dispuesta a ponerse en tu lugar.
Invertir fuera de su zona de confort
El sesgo a país de origen es la tendencia natural del inversionista a invertir grandes cantidades en sus mercados domésticos con los que está familiarizado. Los inversionistas de la región reconocen que las economías de América Latina están actualmente sufriendo, al ser muy dependientes de las materias primas y de la demanda China. Sin embargo, cuando construyen una cartera de renta fija, tienden a tener un fuerte sesgo a empresas de la región. Su manera de justificarlo es decir que las conocen bien pero desde el punto de vista de una selección óptima de activos no es una justificación sólida, ya que si tienes una visión negativa de la región no deberías invertir en la misma. Los inversionistas deberían buscar la ayuda de asesores y dejarse aconsejar por expertos sobre empresas de otras regiones como Asia o del este de Europa, donde la situación económica aparentemente es mejor y la probabilidad de que la empresa incumpla sus obligaciones es menor.
Columna de Stephane Prigent