La revolución del teléfono móvil inteligente, smartphone, parece está llegando a su fin. En los últimos cinco años ha supuesto más de la mitad del crecimiento del sector de tecnología, habiendo ya cambiado nuestra vida cotidiana más allá de lo reconocible. Sin embargo la penetración es muy alta y las mejoras de cada nuevo modelo son menos revolucionarias, dándose menos razones para actualizar los móviles.
Por supuesto los smartphones están lejos de estar muertos. Todavía pueden suponer alrededor la mitad de toda demanda del sector de tecnología los próximos años. Sin embargo ya no serán la principal fuente del crecimiento. Ahora los usuarios pueden emplear su dinero en asistentes digitales y otros dispositivos y es momento de mirar más allá en materia de innovación y potenciales inversiones en alta tecnología. En concreto la próxima gran innovación capaz de cambiar nuestro estilos de vida es la inteligencia artificial.
En concreto las ventas de smartphone a usuarios finales sumó casi 1.500 millones de unidades en 2016, un aumento del 5%. Se trata de una marcada desaceleración respecto a 14% del año anterior. A pesar de ello las previsiones para la gama alta de Apple, un segmento que domina con Samsung, respecto a su iPhone parecen asumir un crecimiento del 10%. El fracaso de estas previsiones puede afectar a legiones de proveedores de componentes y otras empresas –muchas en economías emergentes de Asia-. Más aún, la velocidad de tal giro ya se ha visto en abril, cuando las acciones de uno de estos proveedores, Imagination Technologies, para quien Apple es con mucho su mayor cliente, entraron en caída libre en el momento en que la empresa de la manzana indicó que dejaría de utilizar sus procesadores gráficos.
Así que la cadena de suministro de Apple –de los smartphones en general– es cada vez más arriesgada y parece momento oportuno para cambiar la asignación en inversión en tecnología, sobre todo a medida que se acerca el lanzamiento en septiembre del iPhone 8, lo que puede suponer el catalizador para una revisión a la baja de las cotizaciones.
Sin embargo los dispositivos de inteligencia artificial de Amazon y Google ya nos permiten controlar la iluminación, comprobar el tiempo, consultar diarios, escuchar música, reservar un taxi y mucho más –incluso con reconocimiento de habla- y la inteligencia artificial tendrá un impacto aún mayor los próximos cinco años. Bank of America Merrill Lynch pronostica que el mercado de soluciones de inteligencia artificial y robótica llegará a 153.000 millones de dólares en 2020 -incluyendo 83.000 millones en robótica y 70.000 millones en analítica-.
Más aún, se da un gran área de crecimiento en el aprendizaje profundo, técnica que reproduce la red neuronal humana para enseñar a las máquinas a «pensar» y actuar. Ello requiere mucha potencia de procesamiento, lo que impulsará la demanda de potentes procesadores gráficos (GPU) en paralelo para aprovechar la existencia de grandes cantidades de datos. Los vehículos sin conductor, por ejemplo, deben aprender sobre su entorno y cómo reaccionar ante diferentes situaciones. Para ello Tesla ha actualizado la potencia de procesamiento de su sistema de piloto automático en 40 veces. Además sólo un segundo de conducción autónoma puede generar 1GB de datos de acuerdo con estimaciones de la industria. Toda esta información debe ser almacenada de alguna forma y en algún lugar. Ello apoya la demanda de chips de memoria, así como soluciones de almacenamiento en la nube.
El caso es que la mayoría de proveedores de chip CPU se centra en el diseño y su producción está subcontratada, así que esta tendencia favorece las perspectivas de crecimiento en industrias de subcontrata de montaje y prueba de semiconductores. También seguimos viendo una tendencia favorable para empresas más importantes de Internet, dada la cantidad y calidad de datos que ya poseen.
Así que el desarrollo de la inteligencia artificial va a allanar el camino a otras innovaciones clave, incluyendo la conducción autónoma, realidad virtual aumentada e Internet de las cosas. Además algunas de estas tecnologías se aplicarán en smartphones, como en el caso del asistente Siri del iPhone u otros de sus rivales, que son cada vez más potentes y útiles y nuevas razones para invertir en nuevos modelos, dando la industria del teléfono inteligente un nuevo impulso de vida.
En general –por nuestras conversaciones con la industria de semiconductores – la inteligencia artificial puede representar 25% de la demanda de semiconductores para 2020, frente a 10 a 15% hoy día.