Los tres mayores bancos centrales de las economías desarrolladas volvieron a reunirse en abril. El Banco de Japón pilló por sorpresa a los mercados al decidir en el último momento no aplicar nuevas medidas monetarias, lo que bien podría ser una señal de que los bancos centrales creen que se están quedando sin munición. Si esto es cierto, los gobiernos deben recoger el testigo y tomarse en serio la tarea de implementar reformas estructurales para conseguir que el crecimiento se mantenga en el largo plazo.
Pero resulta que el crecimiento se quedó corto respecto a las previsiones en el primer trimestre, a excepción de Europa y China. Este frenazo incluye un fuerte componente estructural, como son los cambios demográficos y una marcada desaceleración en la productividad. Ahora, las previsiones del consenso no son más que una mejora de la economía en la segunda mitad del año, que será bien recibido en el entorno actual. Este rebote ya ha sido descontado en los precios de las materias primas.
En el plano microeconómico, los primeros informes de resultados empresariales de 2016 proporcionaron cierto alivio, con las figuras de primera línea superando las previsiones (que, por cierto, ya habían sido considerablemente rebajadas por los analistas). Aun así, los beneficios fueron un 9% más bajos en las compañías del S&P 500 y un 10,5% en las del EuroStoxx respecto al primer trimestre de 2015, y la misma tendencia se observó en gran parte en los mercados emergentes. Parece que recortar las previsiones de resultados para superar el consenso se ha convertido en la norma en Estados Unidos y ha comenzado a extenderse a Europa. Pero esto no engaña a nadie y las estimaciones se revisan aún más de cerca.
Nuestras preocupaciones para las próximas semanas se centran una vez más en el entorno macro. Después de un crecimiento decepcionante en el primer trimestre, con la notable excepción de la zona euro, y más rebajas de las previsiones, las estimaciones de un repunte en el segundo trimestre deben cumplirse. Pero si examinamos las mayores economías una por una, no debemos descartar la posibilidad de encontrarnos con una sorpresa negativa, especialmente teniendo en cuenta los últimos comentarios sobre Estados Unidos. Ni los componentes del PIB del primer trimestre ni los datos de abril proporcionan motivos para el optimismo, sobre todo teniendo en cuenta que llegaron con el telón de fondo del retroceso de la productividad. La Reserva Federal se ha adaptado a esta situación, a juzgar por tono especialmente acomodaticio de su presidenta, Janet Yellen. La inflación no debería incrementarse demasiado, al menos más allá de los efectos esperados.
Asimismo, consideramos que los datos de Japón son una causa real para el pesimismo, dado que, más allá por la “sorpresa” de su banco central al no adoptar más medidas de política monetaria, el Abenomics bien podría descarrilar. Mientras tanto, el Gobierno nipón está culpando a las compañías nacionales por la falta de inversiones y no aumentar más los salarios. Estas compañías, por su parte, replican que las previsiones de crecimiento no son suficientemente buenas.
Tribuna de Laurent Denize, Global CEO & Co-CIO de Oddo Meriten AM.