Después de languidecer durante décadas, atrapada por el estancamiento económico y la deflación, la bolsa japonesa ha sido olvidada por la mayoría de los inversores. Pero, ahora que los bancos centrales del resto de las economías avanzadas endurecen sus políticas monetarias, merece la pena volver la vista a un mercado que se ha quedado barato, con unas empresas que disfrutan de una financiación barata, de una divisa muy competitiva, y que se beneficiarán de la reapertura de China y del resto de la región.
El gobierno nipón aplicó una política muy cauta de contención del covid, y no fue hasta el pasado otoño cuando eliminó las restricciones a la movilidad y las cuotas de entrada de visitantes extranjeros. Este es el principal factor que explica que los organismos internacionales y las casas de análisis prevean un crecimiento del PIB este año de algo más del 1,5%, superior al de las principales economías de Europa y Norteamérica, y prácticamente del triple de su media en los 20 años anteriores a la pandemia.
A esto debería contribuir la vuelta del turismo extranjero, no solo chino sino del resto del mundo. Otro factor que explica este mejor comportamiento previsto es la actuación del Banco de Japón. Tras una era de deflación que incentivaba a que los hogares y empresas demoraran su gasto e inversión esperando que bajaran los precios, la inflación del 4% está siendo bienvenida. Un cambio de mentalidad podría aflorar la demanda latente acumulada durante años, si viniera acompañada de aumentos salariales.
En esta situación, el banco central considera que se está lejos de las condiciones para elevar su tipo de intervención, que sigue en el -0,1%, cuando las autoridades monetarias de casi todo el mundo se apresuran a subir los suyos. Lo que sí ha hecho es aumentar la rentabilidad máxima a la que permite cotizar el bono a 10 años, del 0,25% al 0,50%, para evitar más distorsiones en el mercado de bonos gubernamentales, ahora que tiene la mitad de la deuda pública que, recordemos, supera el 170% del PIB en términos netos.
Como los tipos en yenes se mantienen cerca del 0%, se ha disparado el diferencial de intereses que pagan otras monedas, con lo que el yen se ha depreciado mucho y cotiza ahora casi un 30% por debajo de su paridad de equilibrio de las últimas dos décadas. El JPY es ahora la divisa más competitiva del mundo desarrollado, dando una gran ventaja a los exportadores japoneses, aumentando su atractivo como destino turístico, y puede que atrayendo fábricas que las multinacionales quieran relocalizar desde China.
Estos tipos de interés deprimidos también implican que sus hogares y empresas están sufriendo un encarecimiento de su financiación mucho menor que los del resto del mundo. Menos presión por lo tanto en su renta disponible y cuentas de resultados, y menos presión sobre las valoraciones de las empresas y los inmuebles. Lo más interesante es que esta esperada alineación de astros en favor de Japón se produce en un momento en que sus acciones se han quedado baratas respecto a los demás mercados desarrollados.
El índice de beneficios de las empresas cotizadas aumentó un 11% en 2022, cuando las cotizaciones cayeron levemente en yenes pero se desplomaron convertidas a dólares. Así que ahora esta bolsa está en una relación Precio/Beneficios (PER) de solo 12,7x con los resultados previstos este año. Con la ventaja adicional de que el consenso de analistas tiene un crecimiento de apenas un 1%, que parece mucho más realista que en EE.UU. y Europa teniendo en cuenta todo lo mencionado anteriormente.
La pregunta que deben hacerse entonces los inversores es si tienen las acciones japonesas (que pesan un 6,2% en el MSCI World) suficientemente representadas en sus carteras. La respuesta abrumadora es que no. Creemos que ha llegado el momento de hacerlo, también como vía indirecta de aprovechar el impulso que debería de proporcionar la reapertura de China. Una buena forma pueden ser los fondos diversificados de Asia-Pacífico, que suelen tener un tercio en China, cerca de un 30% en Japón, más del 10% en Australia y el resto en los países del sudeste asiático que pronto verán llegar la avalancha de turistas chinos.
Japón es ahora una bolsa barata, con bajos tipos de interés, una divisa muy competitiva y beneficiada por la reapertura post-covid, pero ignorada por muchos inversores.
Tribuna de Roberto Scholtes, jefe de Estrategia de Singular Bank