Que un gestor esté automatizado no significa que un robot vaya a decidir donde inviertes tu dinero. Por ejemplo, en Indexa la composición de la cartera para los diferentes perfiles la define el equipo de gestión junto con la aprobación del Comité Asesor (que cuenta con la participación de Luis Martin Cabiedes, Manuel Conthe, Pedro Luis Uriarte y Luis M. Viceira). Lo que significa que la gestión sea automatizada, es que una vez elegida una cartera modelo, sea un ordenador el que verifique constantemente que la cartera de los clientes es efectivamente similar a las carteras modelo. Y esto es justo lo que una máquina hace mejor que un humano. ¿Por qué?
Podemos considerar las siguientes tres ventajas de la gestión automatizada:
1. Eficiencia
Pocos dudarán de la eficiencia que ofrece la tecnología frente a un gestor humano. En Indexa, todo el ahorro de costes que supone la automatización de la gestión diaria, está trasladado al cliente con comisiones más bajas. Nuestra comisión de gestión media está entorno a los 0,25% anuales (entre 0,45% y 0%, según volumen e invitaciones).
2. Menos errores
La gestión de carteras de muchos clientes supone un gran trabajo en cuanto a carteras que hay que revisar a diario, y operaciones que hay que realizar para mantener cada cliente en su perfil cartera cerca de los pesos objetivos de su cartera modelo. Conforme aumenta el número de carteras y el volumen gestionado, también aumenta la probabilidad de errores humanos. Imaginad, una entidad con mil clientes, donde los gestores tienen que estar pendientes de tantos temas como:
-Los cambios de edad o de circunstancias personales del cliente pueden modificar su perfil inversor, y con ello su cartera modelo.
-Los cambios de expectativas de rentabilidad a largo plazo y la selección de fondos pueden modificar las carteras modelo.
-La evolución de los mercados pueden alejar las carteras de los clientes de las carteras modelo.
Fácilmente, podéis observar que además de necesitarse un ejercito de gestores pendientes de todas estas circunstancias, las posibilidades de fallar en algún reajuste de cartera son muy elevadas. Por supuesto, un sistema informático puede fallar si está mal programado, pero una vez localizado y corregido el error, este no volverá a ocurrir. Con seguridad. Asimismo, cada vez que se realice un cambio en el sistema, se puede testar en cuestión de segundos como respondería el sistema ante diferentes circunstancias. En caso de observarse alguna incidencia se podría corregir.
Lamentablemente, los humanos no somos ni remotamente tan estables. En mi carrera profesional he podido observar errores humanos que al final acaban costando dinero (órdenes que se quedan en tierra de nadie, comisiones de transacción que no se tienen en cuenta y acaban siendo muy relevantes).
Con un gestor automatizado estos errores podrán darse una vez, pero no dos
3. No conlleva ni sesgos ni emociones
Los reajustes de carteras que aplicamos en Indexa tienen un impacto positivo en la rentabilidad y en el riesgo para el cliente: cuando un activo ha subido en términos relativos al resto de la cartera lo vendemos para volver a traerlo a su peso objetivo, y cuando ha bajado lo compramos.
Por ejemplo: imaginad que la cartera modelo de un cliente es 50% renta variable y 50% renta fija. Inicialmente construiremos una cartera que tenga exactamente estos pesos. Imaginad ahora que la renta variable sube un 20% y la renta fija permanece igual. Ahora tendremos una cartera donde la renta variable pesa un 54,5% mientras que la renta fija pesará un 45,5%, y por tanto nos habremos desviado de la cartera modelo. El sistema automático generará órdenes que venderán un 4,5% de renta variable para comprarlo en renta fija. Por tanto, podéis ver como el sistema vende cuando el activo sube en términos relativos y compra cuando baja en términos relativos.
Este tipo de gestión no va a aumentar la rentabilidad esperada de la cartera, pero si va reducir significativamente el riesgo asumido y la pérdida máxima esperada y por tanto va a estar pendiente de que tus inversiones continúan teniendo el nivel de riesgo adecuado. Esto puede agregar en promedio un 0,4% de rentabilidad adicional anual, de acuerdo con el estudio de Swensen (2005). Para un mismo nivel de riesgo se puede obtener más rentabilidad.
Siendo un tipo de gestión tan sencillo como parece, mi experiencia es que de facto los gestores tienden a hacer justo lo contrario: cuando un activo cae en términos relativos, difícilmente van a comprarlo: normalmente lo mantendrán y a menudo venderán. ¿Por qué? Porque son gestores que no quieren perder a sus clientes, y si un activo cae y el cliente se enfada, lo más fácil y cómodo es no oponerse y vender.
“El cliente siempre tiene la razón” también vale para la gestión de activos. En cambio, cuando esta decisión ha de tomarla una máquina todo es más sencillo: comparará los pesos objetivo con los reales y actuará en consecuencia
En definitiva, en Indexa estamos convencidos de que delegar la ejecución de las tareas del día a día en una máquina es muy buena opción que en nada se ve reñida con contar con la experiencia y conocimiento del equipo que genera las carteras modelo de clientes y que define las líneas estratégicas de la gestión.
Si aún no eres cliente de Indexa, te invitamos a probar gratuitamente nuestro test de perfil inversor, para ver qué cartera modelo te recomendamos (carteras de fondos de inversión o planes de pensiones indexados).