La inflación general se ha moderado en la mayor parte del mundo, pero la inflación subyacente se ha mantenido obstinadamente alta. Las materias primas han tendido a beneficiarse de su estrecha relación con la inflación y las sorpresas inflacionistas.
La Historia sugiere que cuando la capacidad excedentaria y la inversión son limitadas antes de una recesión, las limitaciones de la oferta tienden a surgir una vez que se reanuda el crecimiento de la demanda. Estas condiciones se dan hoy en día, por lo que un inversor a largo plazo puede considerar la debilidad derivada de una recesión leve como una oportunidad de utilizar las materias primas para protegerse de la inflación.
A largo plazo, la transición a una economía con cero emisiones netas (net zero) y la desglobalización podrían aumentar los riesgos inflacionistas. La transición a una economía net zero será intensiva en materias primas. Prevemos cuellos de botella inevitables a medida que la demanda supere a la oferta, lo que situará a las materias primas en una tendencia alcista en los próximos años.
Perspectivas energéticas
A corto plazo, pese a los vientos en contra macroeconómicos, el petróleo presenta unos fundamentos subyacentes constructivos. Cabe destacar que en 2022 China experimentó una recesión de la demanda de petróleo y, sin embargo, la demanda mundial creció por encima de la tendencia debido al crecimiento de los mercados desarrollados. Esperamos que la demanda en 2023 supere el crecimiento tendencial a medida que la economía china siga saliendo de su política de cero COVID que finalizó el pasado diciembre. A medida que el crecimiento y los viajes se normalicen, esperamos que la gasolina y el combustible para aviones sean los principales beneficiarios, apoyando la demanda a pesar de los vientos en contra relacionados con la fabricación y el comercio mundial.
Por el lado de la oferta, uno de los mayores cambios estructurales se deriva de la ralentización del crecimiento de la producción de esquisto en EE.UU., con las tasas de reinversión más bajas de los últimos 30 años. En última instancia, esto refuerza la capacidad de la OPEP para influir en los precios, defenderse de los riesgos a la baja y captar cuota de mercado. Las recientes medidas para reducir los suministros a pesar de que los inventarios están por debajo de la media benefician a los inversores al mantener el mercado de futuros en un estado de carry positivo.
A largo plazo, los niveles actuales de inversión de capital en energía son insuficientes para afrontar el reto de la transición energética y el crecimiento de la demanda mundial. Según la Agencia Internacional de la Energía y S&P, la inversión anual mundial en energía debe pasar de 499.000 millones de dólares en 2022 a 640.000 millones en 2030, incluso si el crecimiento de la demanda se ralentiza y se estabiliza a finales de la década.
Oportunidades en la agricultura
El clima es siempre un factor determinante para la agricultura. Por ejemplo, en EE.UU., el mayor productor de maíz, las condiciones iniciales al entrar en 2023 fueron alcistas para los precios, ya que el clima extremo causó dos años de malas cosechas y limitó la acumulación de existencias. Aunque esperamos que las cosechas se recuperen en 2023, el buen tiempo será crucial para el resto de la temporada de cultivo en EE.UU. El cambio climático también parece estar teniendo efectos adversos en el suministro de materias primas agrícolas, lo que favorece los precios.
Oportunidades en los metales
Los metales, la commodity más sensible al ciclo industrial a más corto plazo, se enfrentan a un claro viento en contra, sobre todo por el retraso del sector chino de la construcción. No obstante, los inventarios mundiales de algunos de los principales metales industriales se encuentran en los niveles más bajos de las últimas décadas. A largo plazo, la transición a una economía neta cero probablemente será extremadamente intensiva en metales. Según un informe de abril de 2023 de JP Morgan, la proporción de todo el consumo de cobre dedicado a la energía verde pasará de aproximadamente el 10% actual a más del 25% de la demanda mundial en 2035.
A medida que el mundo avanza hacia tecnologías más limpias, los mercados de metales se verán puestos a prueba, porque añadir oferta es un proceso largo y que requiere mucho capital.
Tribuna elaborada por Michael Haigh, economista especializado en materias primas y activos reales y Greg Sharenow, gestor de carteras, materias primas y activos reales en PIMCO.