El 21 de marzo de 2018 la Reserva Federal de Estados Unidos incrementó la tasa de fondos federales debido a que consideran que la economía norteamericana tiene un buen desempeño, el desempleo continúa a la baja, la producción creciendo y esto podría traer presiones inflacionarias en el futuro.
El incremento de tasas de interés es el reflejo de instrumentar una política monetaria restrictiva, que busca aumentar el costo de los créditos y con ello reducir el dinamismo de la economía. Disminuye la demanda porque incrementa los costos de las adquisiciones con créditos, como son electrodomésticos, coches, casas y reduce la cantidad de proyectos de inversión a realizarse, porque es más caro financiarlos o porque se les exigen un mayor retorno para que sean más atractivos que las inversiones financieras.
La tasa de interés de los fondos federales estaba en 0,5% al inicio de 2016, en 0,75% al inicio de 2017 y en 1,75% en marzo de 2018. Este comportamiento es reflejo del dinamismo que ha tenido la economía de Estados Unidos durante los últimos 2 años. Se prevé que el crecimiento de la producción continúe por ese camino y por ello la Reserva Federal está pensando que se podrían presentar al menos un par de incrementos más este año y tres en 2019, para que la tasa se ubique en 3,0% al final de la década.
En otras palabras, la Reserva Federal va a continuar con su política monetaria restrictiva para evitar un sobrecalentamiento de la economía que pudiera incremente la inflación más allá de lo programado y tener un nivel de tasa que les genere espacio en caso de que tuvieran que reducirla por una recesión.
Sin embargo, la posición del gobierno del Presidente Trump va en una línea opuesta. El Senado ya le aprobó una iniciativa de Ley que envió para desregular a instituciones financieras. Como producto de la crisis de 2009, se establecieron reglas más estrictas de capitalización a los bancos, se les exigió que continuamente mostraran que contaban con la suficiente solidez para hacer frente a crisis y se les impidió hacer inversiones de riesgo con recursos de los clientes. Lo que ya le aprobó el Senado al Presidente Trump deja sin efecto mucho de estas restricciones a bancos medianos y pequeños, lo que significa que tendrán mayor capacidad para dar créditos, al tener menores exigencias de capitalización y menores costos por no tener que estar demostrando continuamente su solidez financiera. Esto se traduce en un incremento en la oferta de créditos lo cual es exactamente lo contrario a la política monetaria que está siguiendo la Reserva Federal.
El proyecto de desregulación financiera tendrá que pasar por la Cámara de Representantes y si ahí se aprueba, las modificaciones se podrían instrumentar este mismo año. Por un lado, veremos a la Reserva Federal subiendo las tasas para encarecer el crédito y limitar el dinamismo de la economía y por la otra, la desregulación financiera incrementando la disponibilidad de créditos y por lo tanto fomentando el dinamismo de la economía.
Si la desregulación financiera es muy agresiva, es altamente probable que veamos incrementos más elevados de lo que está previendo la Reserva Federal y con mayor frecuencia. Habrá que observar y evaluar los impactos de lo que apruebe la Cámara de Representantes.
Columna de Francisco Padilla Catalán