Existe un videojuego para los smartphones, Plague, que consiste en crear y desarrollar un virus. El jugador controla la evolución de la epidemia escogiendo el país de origen y «comprando» mejoras (a cambio de puntos ADN conseguidos por nuevas infecciones): resistencia al frío, transmisión por aves, etc. El objetivo, claramente, es expandirse por todo el globo y provocar la extinción de la humanidad.
The Plague surgió ya hace dos años, pero este año con el brote del virus del ébola se ha puesto de nuevo de actualidad e incluso volví a descargármelo para entender mejor el tema. Si los bancos centrales pueden utilizar medidas no convencionales, ¡yo también puedo! En el punto culminante de la histeria de ébola, aparte de que los mercados caían, también circulaban rumores de seis casos del virus detectados en el aeropuerto de Barcelona (tuve el dudoso placer de estar yendo al Prat cuando me llegó la noticia).
El ébola no ha sido la única plaga que ha caído sobre la bolsa española en el 2014. Quizás no fueron diez como en el bíblico Egipto, pero sin duda ha sido un año muy prolífico en este sentido. Si alguien quiere profundizar en el tema de las plagas egipcias, tiene una oportunidad única, ya que se encuentra en cartelera la superproducción de Ridley Scott sobre Moisés: Exodus: Dioses y reyes.
Aparentemente, Fuerteventura tiene muchas similitudes con Egipto, ya que es donde se rodó la escena de la apertura del Mar Rojo cuando estuve ahí el año pasado. ¡Tengo que ver cómo quedó!
De vuelta a las plagas españolas, una sin duda supuso un duro golpe al MAB (Mercado Alternativo Bursátil), en la que las compañías abusaron de la confianza de los inversores publicando cuentas dudosas o falsas (Gowex, Carbures). Otra peste llegó procedente de Portugal, cuando la quiebra de Espírito Santo contagió a todo el sector bancario europeo. No hay que olvidarse de otra plaga paneuropea: la crisis ucraniana, negativa tanto para las bolsas como para la economía real.
Por si todo eso fuera poco, nos visitó también el virus político de Brasil, con la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones pesando hasta el último momento sobre el Ibex. Otras bolsas europeas no se vieron afectadas, pero la española, por sus vínculos con Latinoamérica, por supuesto que sí. Ahora solo falta que nos infecte otra plaga, la reciente debilidad de la economía alemana (que seguro que España no es inmune aunque de momento lo parezca).
En este entorno la caída libre del petróleo (un 40% en cinco meses) es un verdadero remedio o, para seguir con el lenguaje bíblico, una bendición. Si los precios se mantienen a 70 dólares, la UE, al consumir 4,8 billones de barriles/año aproximadamente, se ahorra 170.000 millones de euros: nada más y nada menos que un 1,3% del PIB. En el caso de España, todavía supone más: un 1,8%. Y eso no es todo: también habrá rebajas del gas natural, ya que el 30% que compramos a Rusia está indexado al crudo y a sus productos (gráfico 1).
Ahora la única pregunta es: ¿se mantendrá el petróleo a niveles actuales? Lo dudo, porque la caída me pareció demasiado brusca, aunque al final todo depende del precio que marque Arabia Saudí (el que más flexibilidad tiene sobre volúmenes producidos). En todo caso, el descenso del crudo supone un gran regalo de Navidad para Europa y para España, después de un año tan turbulento. De parte de todo el equipo, os deseamos Felices Fiestas y que el año nuevo traiga solo remedios y ninguna plaga.
Columna de opinión de Aleksandra Tomala, CFA, responsable de Research & Estrategia MoraBanc