Con la floración de la primavera en el hemisferio norte, parecen estar apareciendo los brotes verdes de la recuperación económica. Esto ocurre tras meses de inflación persistente y turbulencias en el sector bancario.
Sin embargo, desafortunadamente, dichos brotes verdes aún no son suficientes para convencernos de abandonar la postura prudente que llevamos manteniendo desde finales del año pasado.
Las perspectivas económicas son muy inciertas todavía, sobre todo en los países desarrollados, debido, en gran parte, a la persistencia de la inflación. Además, las previsiones de beneficios empresariales se están revisando a la baja, tal y como predijimos.
Seguimos previendo que el crecimiento de los beneficios por acción en los mercados desarrollados se mantendrá plano en 2023, lo cual ahora coincide en gran medida con el pronóstico del consenso, aunque creemos que sus expectativas para los próximos años siguen siendo demasiado altas.
Por consiguiente, nos mantenemos infraponderados en renta variable desarrollada y elevamos la renta fija global a sobreponderada.
Nuestros indicadores del ciclo económico global se mantienen firmes en territorio neutral: aún falta bastante para que se vuelvan positivos.
Seguimos creyendo que Estados Unidos puede evitar la recesión, aunque sus perspectivas de crecimiento no son especialmente prometedoras a medio plazo. En el primer trimestre, el PIB creció tan solo un 1,1% anualizado, esto es aproximadamente la mitad del ritmo esperado por los economistas.
Hay algunos brotes verdes: nuestro indicador adelantado de EE.UU. ha entrado en territorio positivo por primera vez en casi un año, mientras que la actividad del sector de la vivienda, que suele liderar el ciclo económico, ha repuntado desde sus mínimos de 10 años.
No obstante, creemos que aún falta bastante para que se produzca un cambio positivo definitivo debido a la demora en la transmisión del endurecimiento de la política monetaria, que ha tardado más en calar en la economía que en ciclos anteriores. El crecimiento del consumo y la inversión no residencial seguramente se ralentizarán mientras la inflación subyacente se mantenga persistentemente alta.
Nuestros indicadores para Europa son igualmente pesimistas: creemos que la región va varios meses por detrás de EE.UU. en el ciclo. Las recientes subidas de tipos no se notarán en la actividad económica hasta dentro de unos meses, aunque la solidez de la demanda interna debería amortiguar sus efectos.
El panorama es más prometedor en los mercados emergentes. Los datos del PIB del primer trimestre revelaron que el crecimiento chino vuelve a acercarse a su potencial, impulsado por el repunte de la demanda privada, especialmente en el sector servicios.
Esperamos que en los próximos dos años se recurra al exceso de ahorro –cuyo valor ronda los 5 billones de renminbis – lo que supondrá un importante estímulo para el consumo.
La situación de los mercados inmobiliarios también parece haber mejorado: la construcción ha repuntado desde sus mínimos de septiembre, la superficie construida está aumentando y los tipos hipotecarios han bajado 150 puntos básicos desde su nivel máximo.
La balanza comercial de China también ha mejorado notablemente, impulsada principalmente por el comercio con las economías de la ASAEN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático).
Nuestro análisis indica que las exportaciones se sitúan actualmente un 63% por encima de los niveles anteriores a la crisis, lideradas por los envíos de vehículos eléctricos.
Nuestros indicadores de liquidez son positivos para los activos emergentes, pero incluyen señales de alerta para la renta variable desarrollada.
El banco central de China continúa con su política expansiva, fomentando el flujo de dinero y crédito hacia la economía y creando así unas condiciones favorables para los activos más arriesgados.
En cambio, las subidas de tipos aplicadas por los bancos centrales de EE.UU. y Europa ya empiezan a hacer mella en el coste y la disponibilidad del crédito, provocando una marcada reducción de la liquidez.
Ante la probabilidad de un mayor endurecimiento, las condiciones podrían empeorar. La liquidez privada –la proporcionada por los bancos y otras entidades de crédito del sector privado– ya se estaba debilitando incluso antes de las quiebras bancarias de marzo en EE.UU. y Europa, y ahora se ha deteriorado todavía más.
Las presiones sobre los márgenes financieros, el endurecimiento de las condiciones para la concesión de préstamos y la probable introducción de medidas reglamentarias más estrictas están frenando la disposición de los bancos a prestar (véase la fig. 2). Los préstamos bancarios de la zona euro se han paralizado, mientras que en EE.UU. se han ralentizado hasta alcanzar tan solo el 1,5% del PIB, frente a la media del 4% registrada en ambas regiones en 2022.
En suma, seguimos confiando en las perspectivas de la renta variable y la renta fija emergentes, aunque no sentimos el mismo entusiasmo por la renta variable desarrollada.
Artículo de opinión de Luca Paolini, estratega jefe de Pictet Asset Management.
Descubra las perspectivas macroeconómicas y de asignación de activos de Pictet Asset Management (sólo disponible en inglés).
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