Este año no habrá tregua veraniega para los inversores. La economía global continúa avanzando a pesar del resurgimiento de los contagios de COVID-19, mientras siguen aumentando las presiones inflacionistas, sobre todo en EE.UU. Por otra parte, la agitación ha vuelto a China.
La inesperada prohibición por parte del gobierno chino de las clases privadas extraescolares de pago, que ha supuesto la suspensión de un sector de tecnología educativa valorado en unos 100.000 millones de dólares, ha suscitado preocupación por que Pekín intensifique las normas restrictivas. La última intervención se produce inmediatamente después de las investigaciones sobre ciberseguridad de la aplicación de transporte compartido DiDi y de otras empresas de comercio electrónico, del aumento del escrutinio de las OPI extranjeras y de la imposición de multas y restricciones a algunas de las empresas de comercio electrónico más grandes de China.
Las autoridades también han actuado para restringir el uso de la estructura de las entidades de interés variable (VIE, por sus siglas en inglés) –sociedades de cartera con sede en territorios considerados paraísos fiscales y diseñadas para posibilitar que los inversores extranjeros inviertan en sectores clave, como el tecnológico, sin darles ningún control operativo.
La interpretación positiva de estos acontecimientos es que constituyen una respuesta tardía a la innovación y al crecimiento vertiginoso de unas industrias que prosperaron debido a la inexistencia de un marco reglamentario. Aunque, en efecto, estas medidas añadirían una “prima de riesgo” permanente a las acciones y bonos chinos, no deberían conllevar un cambio fundamental del modelo de crecimiento de China ni de los argumentos a favor de la inversión en general en los activos financieros del país.
No obstante, parece sensato actuar con más prudencia y consideramos justificada nuestra toma de beneficios en bonos chinos, que han generado buenas rentabilidades en lo que va de año.
En términos más generales, mantenemos una asignación neutral en renta variable, renta fija y liquidez, aunque seguimos prefiriendo aquellos activos que se ven favorecidos por la mejora del potencial económico como, por ejemplo, los títulos europeos.
Nuestro análisis del ciclo económico muestra que la actividad económica se está recuperando con fuerza en toda la zona euro, tras la fuerte desaceleración de los dos últimos trimestres. Los índices de los directores de compras siguen siendo optimistas, especialmente en el sector servicios. Por su parte, las ventas minoristas se han recuperado por encima de la tendencia anterior a la pandemia. Las condiciones de los préstamos bancarios también se están flexibilizando, lo cual es un buen augurio para el crecimiento del crédito en el futuro. En general, parece que el crecimiento económico europeo tiene más probabilidades de superar las previsiones del consenso que el de EE.UU., donde empezamos a ver algunos indicios de moderación en su expansión. Es preocupante observar que el crecimiento del PIB del segundo trimestre se situó, en términos anualizados, en tan solo un 6,5% –unos 2 puntos porcentuales por debajo de las previsiones del consenso.
Es evidente que el crecimiento de China ha tocado techo, ya que la producción industrial, las ventas minoristas y la construcción se situaron por debajo de su media de tres años. Aun así, seguimos esperando un crecimiento muy respetable del 10% del PIB en el año –algo superior al 8,5% previsto por el consenso.
Sin embargo, en el caso de que las normas restrictivas de Pekín amenazaran el crecimiento, nuestros indicadores de liquidez ofrecen cierta tranquilidad, ya que muestran que China cuenta con munición monetaria en abundancia. De hecho, ya vimos a las autoridades tomar medidas en julio, cuando el Banco Popular de China anunció un recorte de 50 puntos básicos en el coeficiente de reservas mínimas, y prevemos más medidas en los próximos meses.
EE.UU. está tomando el rumbo opuesto, ya que la Reserva Federal de EE.UU. está entrando en las primeras etapas de un ciclo restrictivo. Cabe destacar que, en su última reunión, el banco central estadounidense hizo hincapié en la mejora de las condiciones económicas y los “progresos” del mercado laboral. No obstante, esperamos que la introducción de las restricciones sea relativamente lenta y, por ahora, la política monetaria de EE.UU. continúa siendo la más laxa de entre todas las principales economías del mundo, según nuestros modelos.
Una de las señales más claras de nuestros modelos de valoración es que los “US Treasuries” parecen caros en este momento, sobre todo si se comparan con los niveles implícitos en las tendencias cíclicas cuya evolución seguimos.
Lo mismo cabe decir de la renta variable estadounidense. El ratio precio-beneficio de los títulos de EE.UU. de 21,5 veces basado en el beneficio a 12 meses vista solo puede sostenerse si la tendencia de crecimiento se mantiene invariable, los márgenes de beneficios permanecen estables en sus altos niveles y los rendimientos de los bonos se mantienen bajos. Hasta ahora, la recuperación de los beneficios en EE.UU. ha estado en consonancia con el PIB (véase la fig. 2), y creemos que es poco probable que aumente más el crecimiento de los beneficios empresariales este año si no se revisan al alza las previsiones de crecimiento del PIB de EE.UU.
Los indicadores técnicos muestran que la correlación entre las rentabilidades de la renta variable y la renta fija se ha vuelto otra vez negativa, lo que mejora el atractivo diversificador de la renta fija.
Otra conclusión que se desprende de nuestros indicadores técnicos es que los inversores parecen más cautelosos. Un posible reflejo de ello son las fuertes inversiones en deuda pública de las últimas semanas, así como en fondos de renta variable que invierten en valores de calidad. Según datos de EPFR, en las tres primeras semanas de julio, aproximadamente 6.700 millones de dólares se destinaron a títulos de tecnología, sanidad y bienes de consumo, en detrimento de los sectores cíclicos. En el mismo período, se retiraron unos 3.100 millones de dólares de los títulos de finanzas, materiales y energía.
Columna de Luca Paolini, estratega jefe de Pictet Asset Management.
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