Es posible que el ciclo económico mundial esté llegando a su madurez, pero no hay que temer su inminente desaparición y los inversores bien expuestos a mercados emergentes pueden salir beneficiados. De hecho, las economías emergentes, tras años de crecimiento económico inferior al de sus rivales desarrollados, a medida que el ciclo de inversión global se intensifica, parecen dispuestas a tomar la delantera.
En concreto, el crecimiento de países emergentes exportadores de materias primas puede ser en términos reales del 3% en 2018 frente al 2,1% de 2017. Sin embargo, los productores pueden crecer menos a medida que se enfría la economía China. Ahora bien, es destacable la tendencia a la recuperación en América Latina, donde esperamos el rebote más fuerte. Es el caso de Brasil, su mayor economía, y de Perú, Chile, Colombia, México y Argentina que pueden superar sus tasas de crecimiento real de 2017.
El impulso parece menos fuerte en Europa, Oriente Próximo y África. India puede pasar a crecer al 7,5% y otros mercados de la región mostrar crecimiento plano o desaceleración, especialmente China, que puede pasar del 6,8 al 6,6% en 2018.
En cuanto a la inflación en mercados emergentes, esperamos que aumente al 3,5% desde 3,3% de 2017, con divergencia entre países productores -que tienen presiones inflacionistas- y exportadores de materias primas -donde la inflación puede bajar al 5,9 desde el 7,2%-. En India puede llegar al 5,3%. Sin embargo en Argentina vemos la caída más fuerte, desde el 24% de 2017 a un 18% este año.
El caso es que en los últimos seis años las exportaciones reales han crecido por debajo de su media a largo plazo y, tras registrar mínimos en octubre de 2016, vuelven a una senda ascendente. Es lógico, pues hay mayor inversión, lo cual tiene un enorme componente comercial -la maquinaria más costosa suele adquirirse en el mercado internacional-.
Como el ciclo actual parece similar al de 1993, 1999 y 2002 es probable que el comercio mundial se acelere en los próximos cinco trimestres, alcanzando el 11% de crecimiento anual, frente a poco más del 4% actual. Además, el aumento del comercio mundial tiende a intensificar la actividad económica global. Al respecto, los mercados emergentes son más sensibles –según nuestros modelos un aumento de los flujos transfronterizos del 1% impulsa los resultados económicos de los mercados emergentes un 0,26%, frente a 0,14% de los desarrollados-.
Todo esto puede tener repercusiones de gran calado para los mercados financieros. En primer lugar, las divisas emergentes pueden continuar apreciándose frente al dólar. En segundo lugar, los ratios cotización-valor contable de la renta variable emergente pueden aumentar en relación a los de sus equivalentes desarrollados. Además, las acciones emergentes de «valor», tras mostrar rentabilidades inferiores desde 2011, pueden comportarse mejor que las de «crecimiento», pues tienden a superarlas cuando el crecimiento real en emergentes es mayor que en desarrollados.