Las tendencias digitales y demográficas parecen prometer una era de cambio para las firmas de gestión de activos y los asesores financieros. Se trata de una oportunidad —al fin y al cabo, cuando el entorno se torna complejo, una gestión y un asesoramiento de calidad resultan más valiosos que nunca.
Estas tendencias generan perturbación e innovación en las grandes esferas políticas, comerciales y de interacción social, y no se ciñen al sector de la gestión de activos y patrimonios. Cuando tenemos que lidiar con el cambio, solemos pensar que la situación se está alterando con más frecuencia de la que debería. En parte, esta es la percepción que transmiten los medios de comunicación, puesto que la innovación en la tecnología mediática nos permite estar informados de la actualidad de manera mucho más rápida, en tiempo real. Cuando sobreviene un desastre natural en el otro extremo del mundo, tenemos un acceso inmediato a las imágenes y grabaciones (y varias veces de manera consecutiva al día siguiente). Ahora somos más conscientes que antes de cuanto acontece en las cuatro esquinas del planeta, aunque esto no tiene por qué implicar que las perturbaciones se produzcan con mayor asiduidad.
Perturbación frente a innovación
Cuando se gesta un cambio, resulta indispensable entender de qué tipo se trata y cómo nos afecta. También se ha de comprender la naturaleza de los productos o servicios que ofrecemos. Una perturbación equivale a un cambio radical en la demanda de un producto o servicio ofertado que incide en el crecimiento a largo plazo de un sector. Si comenzamos a percibir que la gente ya no necesita nuestros servicios, entonces no tiene sentido seguir ofreciéndolos. Por ejemplo, las lámparas de gas se han sustituido completamente; esto constituye una verdadera perturbación. Por otro lado, la innovación transforma las modalidades de prestación, fijación de precios o utilización de un producto o un servicio, pero no pone en peligro el crecimiento a largo plazo de un sector en su conjunto. Cada uno de los participantes de un sector podría verse amenazado si no logra adaptarse a la innovación.
Estoy firmemente convencido de que muchas tendencias demográficas mundiales se revelan favorables para el crecimiento del asesoramiento y la gestión de activos. No obstante, algunas de las tendencias que se observan en las preferencias generacionales, sumadas a las innovaciones en el sector tecnológico que afectan a la gestión de riesgos, las comunicaciones, así como el diseño y la fijación de precios de los productos, exigen adaptación por parte de los participantes sectoriales.
Respuestas conductuales: la flexibilidad es crucial
En realidad, existen distintas maneras de reaccionar ante las perturbaciones e innovaciones: con un ataque de pánico, enterrando la cabeza como el avestruz o esbozando un plan. Tan solo una de esas opciones funciona realmente. En periodos de grandes cambios, para que un plan culmine en éxito debe incorporar un elemento esencial: flexibilidad. Resulta vital comprender los objetivos de los clientes, así como sus exigencias en cuanto a la modalidad de prestación de los servicios. A todos nos suena la legendaria cita de Henry Ford: «Puedes comprar el coche del color que quieras, siempre y cuando sea negro». En estos momentos, deberíamos hacer un ejercicio de reflexión y preguntarnos si realmente hemos dejado atrás esa mentalidad o si todavía tratamos de imponer mayoritariamente en nuestros clientes el concepto que, en nuestra opinión, estos deberían desear.
La tecnología nos permite disponer de más tiempo para proporcionar ideas y prestar servicios a los clientes
La creación de nuevas tecnologías significa que tenemos a nuestra disposición un mayor volumen de datos que analizar. En el pasado, dedicábamos mucho tiempo a recabar y cotejar los datos para extraer la información más útil y adquirir conocimientos específicos. Un sistema informático como la tecnología cognitiva «Watson» de IBM demuestra cómo un proceso de análisis tradicional puede beneficiarse de la tecnología innovadora.
Y esto cobra una importancia fundamental. Esta tecnología no nos sustituye a nosotros, los gestores de activos, ni tampoco reemplaza a los asesores financieros. Al contrario, nos permite dedicar más tiempo a formular y proporcionar ideas y opiniones, siempre y cuando estemos dispuestos a modificar o dejar de lado algunas de las rutinas diarias en las que nos acomodamos. Gracias a la tecnología innovadora, los equipos de investigación dedican menos tiempo a las tareas básicas de recopilación, organización y análisis sencillo de la información, lo que les permite centrarse aún más en la formulación de nuevas ideas.
En cuanto a los asesores, la tecnología les permite concentrarse en las actividades que generan más valor, así como expandir sus ámbitos de especialización hasta abarcar segmentos considerados menos rentables. Al recurrir a enfoques basados en la tecnología, como los «robo-asesores», los asesores humanos podrán dedicar más tiempo a entablar contacto con los clientes.
El sector de servicios financieros ha afrontado periodos de gran agitación en el pasado: desde desplomes bursátiles y recesiones hasta el alba y el ocaso de monedas y países. La historia demuestra que los cambios presentan riesgos, pero también oportunidades —si estamos más preparados que los que se encuentran a nuestro alrededor. En una época marcada por la incertidumbre y el cambio, una mente despejada y un sabio consejo resultan más valiosos que nunca. Contar con una estrategia, en lugar de dejarse llevar por el pánico o enterrar la cabeza como el avestruz, nos ayudará a alcanzar el éxito, juntos.
Colin Moore, director global de inversiones en Columbia Threadneedle.