Unos tipos de interés bajos y la expansión cuantitativa de los bancos centrales han reducido las rentas disponibles para los inversores en los depósitos y la deuda pública. Dado el reciente giro de la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo hacia posturas más flexibles como consecuencia de unos niveles de inflación aún moderados y la ralentización en el crecimiento, las previsiones apuntan a que los tipos permanecerán en cotas bajas. En el Reino Unido, incluso en el caso de reducirse la incertidumbre relativa al brexit, el Banco de Inglaterra ha manifestado que únicamente incrementaría los tipos de forma muy gradual.
En este entorno de bajos tipos de interés aparece el acostumbrado dilema al que se enfrentan muchos inversores que necesitan obtener rentas de sus ahorros: aceptar unas rentas mucho más bajas de las que solían percibir con anterioridad a la crisis financiera mundial, cuando los tipos se encontraban en niveles más altos, o asumir más riesgos para obtener una mayor rentabilidad de sus inversiones. Dicho dilema se vuelve aún más complejo a medida que vamos adentrándonos en una fase más tardía de este ciclo económico, en la que el creciente riesgo de recesión aumenta las posibilidades de que los precios de la renta variable y la renta fija corporativa experimenten caídas.
¿Qué pueden hacer aquellos inversores que necesitan rentas? Si bien el riesgo asociado con las inversiones que generan una mayor rentabilidad no puede eliminarse, sí es posible reducirlo de tres formas.
1. Pensar “en la década” y no “en el día”
La primera manera de reducir el riesgo consiste en fijar un horizonte a largo para sus inversiones. Si uno acepta que es difícil determinar con precisión el momento en el que van a tener lugar los picos y valles dentro de un ciclo de mercado y no pierde de vista que lo más probable es que a lo largo en ese tiempo tanto la economía global como los beneficios corporativos seguirán creciendo, una inversión de mayor riesgo a largo plazo puede ser una buena opción, incluso si esta se realiza hacia el final de un ciclo económico. En resumen, si compra y mantiene inversiones pensando en el largo plazo y no se preocupa por las oscilaciones que experimente su valor siempre y cuando siga recibiendo una renta, esto le permitirá asumir un poco más de riesgo y obtener rentas mayores.
2. Ser selectivo
Si es capaz de adoptar un enfoque de inversión a largo plazo, la segunda consideración consistirá en centrarse en la sostenibilidad de las rentas generadas. Determinadas empresas pueden abonar dividendos elevados, pero pueden verse obligadas a rebajar sus repartos cuando sus ganancias se reducen en periodos de desaceleración.
Del mismo modo, otras empresas pueden pagar cuantiosas rentas a aquellos que les prestan fondos, pero pueden ser incapaces de devolver el importe total de los préstamos si se produce una caída en sus beneficios. De hecho, esta última categoría puede incluir también gobiernos que podrían tener dificultades para devolver sus deudas en una divisa con valor real inferior.
Por tanto, la clave para aquellos inversores que necesitan obtener rentas de sus ahorros y pueden adoptar una inversión a largo plazo –que requerirá resistir la tentación de vender en épocas de desaceleración– radica en comprar deuda y acciones de empresas que sean capaces de seguir abonando dividendos e intereses incluso en periodos de recesión. Y lo que es aún más importante, no se trata únicamente de seleccionar la deuda y las acciones de empresas que ofrecen un mejor rendimiento, sino también de elegir aquellas firmas de este grupo que serán capaces de seguir pagando esa tir.
3. Ampliar sus horizontes
Aquellos inversores, cuyo objetivo sea maximizar tanto la rentabilidad como la diversificación, al tiempo que adoptan un enfoque selectivo -inviertendo únicamente en títulos de emisores que les ofrezcan fiabilidad en cuanto a la obtención de rentas deben buscar el conjunto de oportunidades más amplio posible.
Un planteamiento global permite al gestor seleccionar las firmas que ofrecen los flujos de rentas más fiables de todo el mundo. Por su parte, un enfoque multiactivo ayuda también a ampliar el conjunto de oportunidades para abarcar una mayor cantidad de inversiones atractivas. Por tanto, los inversores deben considerar la tir disponible sobre una amplia variedad de activos de todo el planeta, teniendo en cuenta los costes de cobertura (si fuera necesaria) para reducir el riesgo de divisas.
Además, la adopción de posturas más flexibles por parte de la Reserva Federal podría permitir a los bancos centrales de mercados emergentes aplicar políticas más acomodaticias. Además de brindar oportunidades en el ámbito de la deuda, la de renta variable de mercados emergentes puede ser también un terreno fértil en el que cosechar renta. Muchas empresas de estas regiones están actualmente más centradas en el gobierno corporativo y en el reparto de dividendos a sus accionistas de lo que estaban en el pasado.
Dejando a un lado los bonos high yield y la deuda y la renta variable de mercados emergentes, los inversores deben también considerar los flujos de rentas estables y relativamente defensivos que plantean las inversiones en bienes inmuebles e infraestructuras.