La tecnología nunca es un sector tranquilo y este año no es una excepción, a juzgar por el ruido «in crescendo» producido, especialmente en torno a la normativa y el proteccionismo.
Los valores tecnológicos han seguido batiendo al conjunto del mercado de renta variable, con Apple y Amazon ocupando los titulares en las últimas semanas al ser las primeras compañías estadounidenses cotizadas que alcanzan una capitalización bursátil de 1 billón de dólares. Pero, ¿qué perspectivas presenta el sector de tecnología de aquí en adelante?
La disrupción tecnológica se acelera. Se está produciendo una fuerte convergencia de tendencias tecnológicas. Hoy en día la mitad del mundo está conectado y posee teléfono móvil, lo que significa que es posible acceder a más consumidores, mientras que los rápidos avances en pagos virtuales han permitido la monetización de los servicios on-line. En muchos mercados emergentes los consumidores están aprendiendo a pagar con sus smartphones incluso antes de tener una tarjeta de crédito, y China se está convirtiendo rápidamente en una sociedad sin dinero físico.
El aprovechamiento de estas importantes bases ha originado las nuevas tendencias de la nube y la inteligencia artificial. La nube democratiza la tecnología reduciendo al mínimo el coste de la informática y permitiendo a cualquiera el acceso a servicios en la nube desde cualquier parte, en cualquier momento y a un coste ínfimo. Empresas de la talla de Amazon y Alibaba están fomentando la nueva generación de compañías tecnológicas creadas completamente en la nube, tales como Netflix y Spotify.
La inteligencia artificial también ha terminado por alcanzar un punto de inflexión. La rápida deflación de la potencia de computación -inducida por la Ley de Moore (predice que el número de transistores que pueden acoplarse en un chip) y la nube- permite un profundo aprendizaje y la creación de redes neuronales a una escala que hace solo unos años resultaba imposible. El coste del análisis de datos está cayendo en picado, fruto de lo cual estamos asistiendo a avances significativos en áreas como el tratamiento de imágenes y el lenguaje natural, por ejemplo Amazon Alexa.
A diferencia de épocas pasadas, estas tecnologías se están transformando rápidamente en productos comerciales al poder difundirse con más celeridad que nunca gracias al trabajo preliminar realizado por la penetración global de Internet, la nube y la digitalización de los pagos. Esto crea un círculo virtuoso para las compañías tecnológicas que puedan rentabilizar las nuevas tecnologías a un ritmo igualmente acelerado, lo cual permite reinvertir los beneficios en productos innovadores que no dejan de evolucionar.
De las primeras 20 multinacionales por gasto en investigación y desarrollo (I+D), nueve son compañías tecnológicas, incluidas las primeras tres, como se aprecia en el gráfico adjunto. Esas nueve compañías de tecnología por sí solas gastan 111.000 millones de USD en investigación y desarrollo al año, financiado por los ingentes beneficios que generan de su incesante innovación, creando así productos y servicios tecnológicos que los consumidores desean comprar.
Las empresas tecnológicas representan 9 de las primeras 20 empresas por gasto en investigación y desarrollo (en miles de millones de USD):
Esta convergencia en tecnologías, y la mera envergadura de su innovación, tendrán como resultado una aceleración y ampliación de la disrupción de más industrias. Ya estamos viendo una enorme disrupción en el sector de automoción a medida que despegan los vehículos eléctricos, el servicio de taxi alternativo y la conducción autónoma.
Durante un siglo las empresas de automoción han creado sus franquicias con el diseño de motores de combustión internos y la explotación de plantas sofisticadas de producción en serie. Ahora se ven obligadas a adaptarse a un futuro no tan lejano de coches mucho más simplificados construidos a base de motores eléctricos y una batería, además de aprender a programar algoritmos para conducir el vehículo y diseñar aplicaciones que permitan contratar un trayecto.
Las empresas de servicios de automoción deberán convertirse en compañías tecnológicas para poder competir con nuevas entidades disruptivas como Tesla, Uber y Waymo. La división de conducción autónoma de Alphabet en Estados Unidos, Waymo, tiene previsto lanzar al mercado la primera plataforma mundial de robotaxis autónomos comerciales a finales de este año.
Las empresas más «jugosas»
Uno de los unicornios (es una compañía «start-up» con una valoración superior a 1.000 millones de USD) más valorados del mundo es Ant Financial, la filial de servicios financieros on-line de Alibaba. Recientemente Ant captó 14.000 millones de USD hasta alcanzar una capitalización de 150.000 millones de USD convirtiéndose así en una de las compañías de servicios financieros más valoradas del mundo, superando incluso a Goldman Sachs y a BlackRock.
Ant Financial fue capaz de seducir a inversores internacionales a ese precio debido a la disrupción que ya había causado la compañía en el sector financiero chino, una historia que, gracias a su inversión en Paytm, va camino de repetir en India. Pensar que 2.500 millones de personas acceden a servicios financieros a través de sus smartphones, prescindiendo de los bancos físicos intermediarios, abre un panorama aterrador.
La apasionante tecnología disruptiva llevará inevitablemente a la sobreexpectación. ¿Cómo deberían intentar protegerse los inversores? Resulta tranquilizador ver que, a pesar de haber algunas nuevas empresas de tecnología muy caras, el sector está bifurcado, al contener también algunos de los títulos más baratos del mercado.
Por consiguiente, el sector de tecnología en su conjunto cotiza solo con una modesta prima con respecto al mercado general, de modo que todavía abundan las buenas oportunidades a precios atractivos. Evitar las áreas de tecnología con exceso de expectación es la clave para lograr rendimientos sostenibles y menos volátiles; la franquicia de Tecnología Global de Janus Henderson se asienta en un proceso de inversión establecido hace tiempo que permite «sortear el ciclo de sobreexpectación».
Este proceso consiste en identificar y saber dónde se encuentra una tecnología emergente en dicho ciclo (fases de sobreexpectación, adopción, madurez y aplicación social).
¿Cuáles son los demás riesgos? Con una cadena de suministro global sumamente sofisticada, el sector de tecnología está expuesto a las recientes tensiones comerciales, aunque el carácter simbiótico de los patrones de comercio de tecnología lo convierten en un sector difícil de abordar. Los iPhones son diseñados por Apple en California, pero se ensamblan en China.
Crece el interés por servicios personalizados
Existe una paradoja similar evidente en materia de regulación; los consumidores quieren más servicios personalizados pero, al mismo tiempo, más privacidad de datos. Google ha experimentado un aumento superior al 900 % en los últimos dos años en consultas de búsqueda con la expresión «near me» (cerca de mi). La reciente implantación del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en la Unión Europea es señal de que puede hallarse una solución intermedia.
Con unas Bolsas europeas que infraponderan estructuralmente la tecnología, los inversores apuestan por lo disruptivo: creemos que invertir en tecnología es invertir en los disruptores.