¿Y si la familia de un banquero fuera raptada como esclavos para pagar las pérdidas derivadas de su malversación? Esto no es una fantasía de Occupy Wall Street. Este sistema realmente existió hace 200 años en Shanxi.
La posible esclavización de los familiares de un empleado del banco es el ejemplo más grave de las políticas y métodos de operación que alinean los intereses de los empleados con el de los accionistas. Debido a que este espinoso asunto se encuentra en la esencia misma del gobierno corporativo, los bancos de Shanxi tiene mucho que enseñar a la banca moderna (bueno, excepto por la esclavitud).
En la frontera con Mongolia, Shanxi es una región desolada en el centro de China, hoy más conocida por sus minas de carbón. Es un lugar de nacimiento sorprendente para un sistema bancario que sirvió a ciudadanos de élite y al tesoro de la dinastía Qing. Los bancos de Shanxi prosperaron en medio de las guerras y la corrupción generalizada de la economía mercantil. Empezaron proporcionando giros bancarios a los comerciantes que viajan, pero pronto establecieron sucursales regionales que tenían depósitos, préstamos e intercambiaban divisas, trámites para los que se expedían certificados.
Tenían una estructura accionarial peculiar que distinguía entre la propiedad de los activos, el control operacional y los derechos sobre el cash flow. Las acciones de «capital» conferían una participación proporcional en los activos del banco. Sin embargo, no tenían voz en cómo se llevaban a cabo las operaciones diarias. Lo más fascinante de todo es que este tipo de accionista tenía una responsabilidad ilimitada.
Por lo tanto, los accionistas de capital tenían que contratar al personal cuidadosamente y tener una estructura política de compensación muy pensada. El «día de evaluación,» los accionistas de capital evaluaban el trabajo de los empleados del banco y asignaban acciones «expertise», que tenían derecho a recibir dividendos. El accionistas expertise (es decir, los empleados) tenían un voto proporcional en las operaciones del banco. En esta estructura, el gerente general funcionaba como un consejero único y podía ratificar o rechazar las recomendaciones. El cargo de director general se renovaba periódicamente o se sustituía, en función del resultado de la votación de los accionistas de capital.
A los accionistas expertise que se retiraban o morían en el trabajo se les convertían sus acciones en “acciones muertas”, que tenían derechos sobre el cash flow pero sin derecho a voto en la gestión y un plazo finito. De esta manera, se mitigaba el problema de atrincheramiento empresarial.
Dada la responsabilidad ilimitada de los accionistas de capital, la entidad también se basaba en la cultura tribal para salvaguardar los intereses financieros y mitigar esta responsabilidad ilimitada. Los trabajadores de la entidad sólo podían ser contratados dentro de la provincia de Shanxi. El historial de la familia del candidato al trabajo era examinado hasta tres generaciones anteriores. Los candidatos necesitaban declaraciones juradas de integridad personal y una carta de aval de algún ciudadano prominente. Los familiares de los empleados del banco eran una especie de «garantía de cumplimiento», y a los accionistas de capital les gustaba mantener esta garantía cerca.
Buen salario y trabajo estable
Como compensación a estas condiciones, los accionistas expertise, como los empleados, disfrutaban de un trabajo estable con una remuneración en función de sus logros y una bonita pensión de jubilación. Durante los 100 años que los banqueros estuvieron activos, no hay documentado un solo caso significativo de un comportamiento inapropiado de empleados.
A principios del siglo 20, Shanxi se convirtió en un imperio. El gobierno era su principal cliente. Entonces, ¿qué pasó con él? ¿cómo desapareció? En primer lugar, la agitación política dañó tanto las rentabilidades de los préstamos como el crecimiento del crédito. Algunas inestabilidades eran de cosecha propia y otras llegaron con la intrusión occidental. En segundo lugar, la competencia se intensificó entre los bancos locales y los extranjeros con el uso del telégrafo, que reducía drásticamente los costes de operación. Como si esta tecnología disruptiva no fuera suficiente, los recién llegados también operaban con responsabilidad limitada, que se tradujo en balances más grandes y menos aversión al riesgo. La rentabilidad de los bancos de Shanxi se desintegró al perder al gobierno como cliente y su sólida reputación no fue capaz de compensar una estructura de costes más alta y la falta de flexibilidad operativa.
La banca china está hoy en día dominada por las empresas estatales. Aunque cumplen una importante función de utilidad pública en la recepción de depósitos públicos y la asignación de capital, sus luchas con la mayor transición económica de la historia han sido bien documentadas. El sector bancario de países que crecen de forma mucho más lenta no ha sido inmune a los mismos problemas a los que se enfrentan los bancos chinos. Las economías que crecen rápido tienen su propio conjunto de desafíos y peligros para un sector bancario altamente apalancado. Para agravar estas dificultades en China, hay que tener en cuenta el ámbito geográfico, demográfico y económico puro de las operaciones bancarias.
Estamos seguros de que veremos más turbulencias en los próximos años, pero vale la pena si tenemos en cuenta que aquella disciplina de los bancos de Shanxi y su modelo de gobierno corporativo en China podrían volver.
Artículo de opinión de Gerald Hwang, portfolio manager de Matthews Asia.
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