Los portfolio managers más populares salen a menudo en los titulares, ya sea porque sus estrategias funcionan bien, o como hemos visto recientemente, cuando dejan sus empresas. La marcha de estos gestores puede ser perjudicial, ya sea este perjuicio real o percibido. Fomentar “gestores estrella” es una decisión cultural, pero a menudo no funciona bien a largo plazo. Las mejores culturas de inversión se basan en la humildad, la colaboración y el respeto mutuo. No hay estrellas, sólo equipos, igualdad y un intercambio de ideas sano.
Una cultura fuerte tiene mucha importancia, sobre todo para una empresa de inversión, donde sus mayores activos son la gente y el buen criterio. La manera en la que los equipos interactúan y colaboran para tomar las decisiones de inversión no sólo afecta al rendimiento de una estrategia, sino también al rendimiento de la empresa en su conjunto. Esos equipos tienen que funcionar bien y crear valor juntos si quieren lograr un rendimiento diferenciado.
Las grandes mentes no siempre piensan igual
Una cultura de colaboración no significa que todo el mundo tenga que pensar de la misma forma. De hecho, el tener diversos puntos de vista puede en efecto llevar a la toma de mejores decisiones, ya que permite beneficiarse de múltiples perspectivas y diferentes análisis para llegar a un resultado mejor. Sin embargo, el proceso de compartir diferentes puntos de vista no debe ser nunca combativo, sino respetuoso. En lugar de desafiar a los demás como individuos, es importante desafiar las ideas del otro. Alentar a los miembros del equipo para que ofrezcan diferentes puntos de vista ayuda alequipo a escudriñar entre un volumen de información cada vez mayor, a filtrar lo que es ruido y a centrarse en un buen análisis. Al debatir la información en conjunto en lugar de actuar en singular, se pueden evitar los sesgos individuales, que pueden causar problemas. Básicamente, lo que se obtiene es un ambiente de reto constructivo encaminado a proporcionar mejores resultados para los clientes.
Sin embargo, para compartir diferentes puntos de vista, se necesitan valores culturales comunes. Es difícil debatir ideas de inversión con éxito a menos que se tenga una comprensión común de la meta final. Por ejemplo, si una parte cree en una perspectiva a largo plazo, mientras que la otra parte se centra en el mercado a corto plazo, se crea un sentimiento contrario a la consecución de mejores resultados. De hecho, en investigaciones llevadas a cabo sobre la formación de equipos, se demuestra que los valores culturales comunes constituyen la base de la diversidad cognitiva que conduce a un rendimiento diferenciado.
La cultura apoya a las creencias de inversión
Las creencias y filosofías de una empresa de inversión deberían estar arraigadas en su cultura. Por ejemplo, si se cree que un horizonte de inversión a largo plazo ofrece una mayor oportunidad para un rendimiento diferenciado, su cultura debe apoyarlo. En tal caso, se debe recompensar el rendimientoa más largo plazo, tolerar rendimientos bajos a corto plazo, y seguir, tanto un proceso de inversión, como una orientación del equipo hacia el apoyo de estos objetivos.
La globalización y la complejidad crecientes exigen la colaboración y el trabajo en equipo, no sólo en todo el mundo, sino también a través de las estructuras de capital. Considere la posibilidad de un analista de renta variable que puede analizar la valoración de las empresas, los factores macroeconómicos, y los competidores, pero que normalmente no tendría mucha experiencia en deuda. Ahora, combine la visión que tiene ese analista de renta variable con una perspectiva de renta fija enfocada en problemas de crédito más complejos sobre los que se centra la estructura de capital de la compañía, tales como sus líneas de financiación y sus convenios de deuda. La unión de estas visiones de las estructuras de capital ofrece una perspectiva mucho más potente en el valor intrínseco de una empresa.
La cultura también crea un sentido de responsabilidad compartida, que es importante para la buena gestión de riesgos. En una cultura consciente de los riesgos, los valores compartidos y un comportamiento coherente pueden conducir a una gestión de riesgos más sólida, otro caso en el que una cultura sólida beneficia al cliente.
No lo establezca para luego olvidarlo
No basta con contratar a personas con talento. También necesitan tener la capacidad para trabajar en equipo, compartir información y encajar bien en la cultura de la empresa. La infusión de los valores culturales en la gestión de la empresa, a diario, es tan importante como la contratación de las personas adecuadas. Si quiere que funcione una cultura de colaboración, necesita que sus empleados la vivan y la respiren hasta que se convierta en parte de la estructura de la empresa. Mantener a los empleados conectados a la cultura de la empresa les ayuda a mantenerse invertidos en la empresa. También reduce la rotación de personal, que es fundamental para limitar la interrupción de la gestión de la cartera y para la reducción de los costos de contratación y capacitación de la empresa.
La cultura no es una habilidad o un talento. Los competidores no pueden recrear la cultura de la manera que pueden imitar una estrategia de inversión o negocio. Las empresas son dueñas de su cultura, y mantenerla viva depende de toda la organización.
Artículo escrito por Michael Roberge, presidente y director de Inversiones de MFS