El mercado repuntó en enero, con una subida del índice MSCI World de casi un 8%, y es justo afirmar que la recuperación respondió definitivamente a noticias positivas. Podría decirse que los tres “lobos” principales que acecharon a los mercados en el cuarto trimestre —las guerras comerciales, China y la Reserva Federal de Estados Unidos— tuvieron motivos para mostrar optimismo durante el mes. El tono de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China pareció mejorar, y China comenzó a activar seriamente sus medidas de estímulo en un intento de potenciar el crecimiento. De forma más espectacular, Jerome Powell hizo el papel del leñador y rescató a Caperucita Roja de los lobos, ya que la Reserva Federal sorprendió al mercado, incluso a experimentados analistas de la autoridad monetaria, con su tono moderado en enero, a pesar del impresionante informe del mercado laboral estadounidense, que registró un aumento de 300.000 empleos (1).
Si bien reconocemos las mejoras, mantenemos la prudencia en las tres áreas y sugerimos que los lobos aún no han desaparecido, por lo que Caperucita Roja no está todavía fuera de peligro. Los últimos dos años nos han enseñado que no hay nada predecible sobre la evolución de la política comercial estadounidense y que queda mucho camino por recorrer para avanzar lo suficiente como para desactivar la “bomba” de la imposición de nuevos aranceles sobre China que se prevé entrarán en vigor el 1 de marzo. También afirmamos que la principal amenaza comercial a largo plazo está relacionada con el sector tecnológico más que con los aranceles sobre productos industriales o agrícolas. Un acuerdo sobre los aranceles es claramente posible, pero un tratado de paz en el ámbito tecnológico es mucho más difícil. Cada vez más, en todo el espectro político de Estados Unidos, el sector tecnológico se considera como el campo de batalla entre el poseedor del título (Estados Unidos) y el aspirante al trono (China). El arresto de la CFO de Huawei en Canadá es una señal de este aumento de la tensión, que podría terminar con la división de las cadenas de valor de la tecnología global en dos sistemas separados, con implicaciones importantes para el sector de hardware tecnológico.
Igualmente, el éxito de las medidas de estímulo de China no puede darse por hecho. Si bien el gobierno chino siempre ha llevado a cabo sus reflaciones en el pasado y ha arrastrado la economía mundial en consecuencia —especialmente después de la crisis financiera mundial—, el tamaño, la complejidad y el endeudamiento crecientes de la economía china lo hacen cada vez más difícil. Además, el enfoque de las iniciativas de este año hacia la economía interna y el consumo puede minorar el efecto de los beneficios en el extranjero.
Finalmente, aunque el tono moderado de la Reserva Federal es naturalmente positivo para los mercados, al desvanecerse la amenaza de endurecimiento automático, la autoridad monetaria puede verse obligada a ajustar sus políticas significativamente a medida que el mercado laboral presente restricciones. El desempleo ahora se ha reducido al 4% y el crecimiento de los salarios está aumentando, especialmente entre los niveles de menor remuneración (2).
Nuestra prudencia sobre el repunte de enero —y sobre la seguridad de Caperucita Roja— no solo está relacionado con las tres preocupaciones (o “lobos”) mencionados anteriormente. Otra amenaza subyace en que la economía global se está desacelerando de manera sincronizada. Las consecuencias favorables de los recortes de impuestos en Estados Unidos se están desvaneciendo, Europa está experimentando un crecimiento mínimo (con las perspectivas de PMIs en los niveles más bajos desde julio de 2013) (3) y China aún debe concretar los resultados de los estímulos. La preocupación radica en las consecuencias que esta desaceleración en curso tendrá sobre los beneficios de las compañías. Se agrava por las presiones en los márgenes que se sienten en Estados Unidos, donde se espera que los beneficios del primer trimestre se reduzcan en términos interanuales por la presión de los costes. Es posible que el saludable crecimiento previsto de los beneficios para este año —con ganancias del índice MSCI World del 6% en 2019 y crecimiento superior al 10% de los beneficios en Estados Unidos en el cuarto trimestre— no se materialice.
Dado que las estimaciones de beneficios se redujeron en enero, particularmente en Estados Unidos, el repunte de mercado durante el mes se debió en su totalidad al incremento de los múltiplos. El índice MSCI World pasó de 13,4 a 14,5 veces en el caso de los beneficios a 12 meses. No es una cifra particularmente elevada según los datos históricos, siempre que las previsiones de beneficios se cumplan, lo cual está lejos de ser cierto dada la desaceleración de la economía mundial. Ciertamente, los mercados no están descontando nada peor que una ligera desaceleración y tampoco los balances de las empresas altamente apalancadas están preparados para que suceda algo más grave. Dada nuestra inquietud acerca de las perspectivas de beneficios, continuaríamos abogando por mantener compounders en la cartera. La combinación de ingresos recurrentes y poder de fijación de precios debería proteger los ingresos y los márgenes, respectivamente, preservando sus beneficios. También es probable que queden relativamente inmunes ante cualquier dificultad financiera si los mercados de crédito sufren una convulsión.
Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management.
(1) Oficina de Estadísticas Laborales, 1 de febrero de 2019.
(2) Oficina de Estadísticas Laborales, 1 de febrero de 2019.
(3) Fuente: IHS Markit. Datos a 31 de enero de 2019.
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