En muchas de las democracias del mundo, los votantes están cada vez más desafiando las instituciones y los valores establecidos. El sector financiero necesita reaccionar.
Los mercados que se mueven por motivaciones políticas suelen durar poco. Sin embargo, puede que este año suceda todo lo contrario. Los titulares de todo el mundo están dominados por eventos políticos: el presidente chino, Xi Jinping, está enfatizando que una mayor liberalización del mercado tendrá que tener en cuenta consideraciones políticas. Rusia se debate entre el anhelo de su liderazgo por aventuras en el extranjero y un limitado margen de maniobra consecuencia del bajo precio del petróleo. Éste también ha exacerbado la situación en Oriente Medio, con unas consecuencias de más largo alcance. En tiempos de normalidad, el tratamiento del gobierno turco a la oposición y prensa le hubiera alienado más lejos de la Unión Europea.
Pero estos tiempos están lejos de la normalidad en Europa debido a la crisis migratoria. La indignación de muchos votantes europeos ha estado creciendo desde la crisis financiera. Con un panorama político cada vez más fragmentado y una creciente fuerza de los partidos populistas que ha hecho de la formación gobierno una tarea cada vez más difícil. Incluso la posibilidad de un Brexit ya no aparece tan improbable como antes. Al otro lado del Atlántico, la mayoría de los restantes candidatos presidenciales de Estados Unidos, sin duda, tienen lo que se necesita para sorprender tanto en casa como en el extranjero, por decirlo suavemente. Mientras tanto, el gobierno de Brasil está ocupado en su propio desmantelamiento y en el desarme de su reciente legado. Una preocupante ola de sentimiento negativo está ganando terreno en occidente de forma general.
En mi opinión, los gestores de inversión tendrán que hacer algo más que revisar sus predicciones a la baja. Lo que también significa pensar cómo podríamos ayudar a contener alguna de las tendencias más desagradables. Posiblemente, esto incluya revisar las políticas de inversión. Basados en nuestro proceso ESG (siglas en inglés que hacen referencia a las cuestiones medio ambientales, sociales y de gobernabilidad), nuestras decisiones de inversión están ya teniendo en cuenta la sostenibilidad, en lugar de simplemente tomar los potenciales retornos a corto plazo como único criterio.
Si queremos contribuir a parar la erosión de la fe en las instituciones sociales, parte de nuestra tarea es verificar que las compañías de nuestras carteras no sólo siguen la letra si no también el espíritu de las regulaciones actuales. Por otra parte, debemos examinar las bases del apoyo de la industria a fuerzas ‘business-friendly’ y si sus acciones pueden resultar algo miopes o ser fruto de un acto reflejo. Al mismo tiempo, los gestores no deberían prometer más de lo que pueden entregar.
¿Qué significado tiene todo esto en este ambiente de inversión volátil, en el que los retornos son susceptibles de ser moderados, pero, con un ajuste en riesgo, probablemente son más altos para los títulos de renta fija? Bueno, por un lado, significa oír a nuestros clientes, incluso a aquellos que insisten que se encuentran más cómodos con una alta posición en efectivo en estos momentos. Haciendo esto, ganaremos clientes satisfechos en el largo plazo.
Opinión de Stefan Kreuzkamp, CIO de Deutsche Asset Management