Ser optimista puede ser bueno en ciertas circunstancias, pero nada recomendable para una persona, empresa o gobierno que va a elaborar un presupuesto, particularmente en la parte de los ingresos, porque si el escenario optimista no se materializa será necesario realizar ajustes no deseados a lo largo del período que se presupuestó. Recientemente, el gobierno presentó el documento que señala las premisas sobre las cuales va a elaborar su presupuesto para el 2024. En el refleja como espera que termine la situación de la economía este año y el escenario que prevé para el siguiente. El documento señala su previsión del comportamiento de los ingresos, tanto en monto como en origen, así como del gasto público, marcando la pauta a que sectores se destinarán los recursos públicos.
Debido a que el comportamiento de los ingresos, es decir de los impuestos, esta fuertemente ligado al nivel de actividad económica, es muy importante la previsión que se realice sobre el crecimiento del PIB. El gobierno calcula que este año y el entrante el crecimiento de la economía será de 3%, idéntico nivel al que se registró en 2022. Todo indica que son estimaciones muy optimistas, particularmente la de 2023. Uno de los principales motores del crecimiento de la economía mexicana son las exportaciones y cada vez es más evidente que la economía de Estados Unidos, a quien le vendemos más del 80% de nuestros productos, va a registrar una reducción en su crecimiento, e incluso para algunos podría llegar a presentarse una ligera recesión, por lo que se reducirá el dinamismo de nuestras ventas a dicho país.
El gobierno argumenta que el crecimiento se basará, de manera importante, en el dinamismo de la inversión, tanto privada como pública. Respecto a la privada señala la relocalización de empresas y sobre la pública enuncia los proyectos emblemáticos del sexenio, señalando que este año se concluirán el tren maya y la refinería Dos Bocas. Si bien el fenómeno de relocalización ha sido favorable para el país, señales como cuestionar la localización que ya había elegido Tesla para su planta y privilegiar la generación eléctrica contaminante en un mundo donde las empresas globales tienden al uso de insumos que no contaminen, incluyendo la electricidad, no fomentan mayor inversión extranjera ni nacional. Por lo que respecta a la inversión del sector público, si los proyectos emblemáticos están en su fase final ya no se les canalizarán más recursos que en los años anteriores y difícilmente en el último año de la actual administración se iniciará un proyecto de gran magnitud
Lo más probable es que el PIB crezca alrededor del 1.5% en 2023 y 2.0% en 2024. Utilizar pronósticos optimistas tiene como consecuencia sobre estimar los ingresos del gobierno y al no cumplirse se tendrán que ajustar los gastos si se quiere mantener el déficit del sector público en el nivel objetivo.
También parece haber algo de optimismo en las proyecciones de producción de petróleo. En el último año de la administración anterior la producción diaria fue de 1.823 millones de barriles diarios (mbd), en el primer año del actual gobierno disminuyó a 1.684 mbd y en 2022 llegó a 1.764 mbd, lo que significa un crecimiento promedio anual de 1.6% durante de la actual administración. Están estimando que en 2023 la producción se ubique ligeramente por encima de la que se registró en 2018, pero ello implica un crecimiento de 6.4%, lo cual no parece muy realista.
Por otra parte, hay que reconocer que las proyecciones de la inflación, la tasa de interés y el tipo de cambio para ambos años son bastante razonables e implican que las tasas de interés no se van a reducir de manera acelerada, lo cual fortalece los argumentos para considerar que el crecimiento económico será inferior al previsto.
Columna de Francisco Padilla Catalán