Estamos sin duda viviendo un desquiciado nuevo escenario financiero más propio de Alicia en el País de las Maravillas que de los esquemas propios del capitalismo, al menos tal y como lo habíamos conocido hasta ahora y es que los tipos de interés negativos, esa especie de eutanasia para los ahorradores, están aquí para quedarse y probablemente por mucho tiempo.
El modelo económico impuesto desde la segunda guerra mundial, que trajo consigo la mayor época de bienestar y progreso en el mundo occidental, está en términos prácticos agotado. No es una cuestión política ni ideológica, es sencillamente una cuestión técnica. Las condiciones que se daban hace 70 años sencillamente no existen hoy, básicamente crecimientos sostenidos del PIB con creación de empleo estable y bien remunerado y recursos inagotables y baratos.
A partir de las crisis del petróleo de los años 70, cuando el crecimiento global empezó a descender, la respuesta fue la introducción de deuda como elemento de estímulo. Del crecimiento orgánico de la postguerra, se pasó al crecimiento apalancado vía endeudamiento. Los 80 fue la década gloriosa de la deuda. Se introdujeron las tarjetas de crédito y las hipotecas a treinta años para el consumidor de a pie, se inventó la titularización de todo flujo futuro en forma de CMO´s, ABS etc. y los bonos basura hicieron su aparición para financiar LBO´s, MBO´s…
Esta última fase del modelo funcionó relativamente bien debido principalmente a dos factores: los tipos de interés estaban relativamente altos (existía un risk-premiun elevado por razones históricas) y además la inflación se estaba moderando. Esto permitía a los bancos centrales estimular las economías al final de cada ciclo sencillamente bajando tipos. Es la época dorada del “Maestro” Greenspan. Pero la realidad es que, con cada paso de ciclo, las economías se apalancaban más y el margen de estímulo se iba reduciendo. La introducción del Euro (una unión monetaria sin unión fiscal) con su profundo efecto deflacionista y la crisis de 2008 pusieron definitivamente fin a este modelo.
Los bancos centrales se reinventaron e introdujeron la monetización de la deuda (QE) y los tipos de interés negativos. A los millones de ahorradores de todo el mundo y muy especialmente a los europeos, debido a las condiciones únicas de su divisa, se les ha impuesto una tiranía económica (financial represión) y se les ha condenado a una lenta pero segura eutanasia. Esta decisión es evidentemente política. Al final se trata de decidir entre los intereses de estos ahorradores y la continuidad de la moneda común, una tensión contradictoria que está llamada a permanecer en el tiempo.
La unión fiscal que sería el paso lógico para estabilizar la eurozona y para poner en práctica políticas de estímulo no monetario que liberarían la presión sobre los tipos de interés, perjudicaría sobre todo a Alemania de ahí que se niegue en redondo a siquiera considerarla. La monetización de la deuda y los tipos negativos no son más que una concesión de Alemania a los países endeudados del Sur para evitar que el Euro de desintegre sin incurrir en transferencias fiscales.
El nombramiento de Christine Lagarde para reemplazar al “mago” Draghi es la confirmación de que el statu quo se prolongará. Esta razón de fondo avala la idea de que los tipos negativos van a durar años.”