Gestionar una cartera de renta variable cotizada para clientes es un ejercicio de transparencia extrema. Esto se debe a que los inversores pueden analizar las rentabilidades a diario y contrastarlas minuciosamente con sus respectivos índices de referencia. Por su parte, el equipo considera que la rentabilidad absoluta de las inversiones a largo plazo se determina por el comportamiento de una veintena de empresas invertidas, mientras que la rentabilidad relativa se dictamina por el comportamiento de otras 1.500 empresas en el mercado.
De hecho, en el mercado de renta variable existen numerosos partícipes distintos con, a menudo, objetivos, mandatos y horizontes temporales muy diferentes. Por ejemplo, un fondo de dotación universitaria con un horizonte de inversión de varias décadas, un “trader” que compra un “zero-day call option” sobre el índice S&P 500 a la apertura del mercado, un fondo de cobertura “long-short” de renta variable con un enfoque neutral hacia el mercado y un fiduciario de un fondo de pensiones decidiendo cuál es la mejor manera de satisfacer sus obligaciones a largo plazo pueden todos estar en la búsqueda de «rentabilidad», y sin embargo, siguen claramente estrategias muy diferentes para conseguirlo.
Como dice Morgan Housel en el primer capítulo de «La psicología del dinero», «nadie está loco». De esta manera, las acciones perfectamente razonables de un partícipe pueden parecer completamente irracionales a otro. Asimismo, perseguir una acción meme con una valoración imposible de explicar y con un movimiento alcista derivado de una tormenta de “hashtags” en las redes sociales podría parecerle un acto de locura clínica a un inversor en renta variable fundamental, sin embargo, para un “momentum trader” que está ahí para alquilar una acción durante unos días o incluso horas podría ser una estrategia muy rentable.
Puede que algunas temáticas de inversión determinen la evolución del mercado durante meses, trimestres o incluso años, lo cual lleva al equipo a explicar durante las sesiones trimestrales por qué las carteras no están (lo suficientemente) expuestas al extremo más variable del mercado. Mientras que el sector de la tecnología no rentable fue la estrella del baile durante la era del «dinero gratis» de los confinamientos decretados por la COVID-19, hoy en día, la IA generativa es el tema imperante. Por su parte, algunos segmentos del mercado podrían pasar por completo de moda y considerarse no rentables por aquellos inversores que busquen una rentabilidad a corto plazo.
Para aquellos que buscan inversiones «temáticas», los múltiplos de las valoraciones que están dispuestos a pagar son, a menudo, algo que suelen pensar a posteriori. En estos casos, el enfoque se centra en durante cuánto tiempo la temática va a conservar su relevancia y la perspectiva será lo suficientemente positiva como para atraer a más compradores al espacio. En otras palabras, para esos partícipes, la clave no reside en acertar el valor intrínseco a largo plazo de los flujos de caja, sino en adivinar qué pagarán otras personas por una acción en particular.
Como mejor se captan estos cambios en la percepción de los inversores es reajustando al alza y a la baja los múltiplos de las valoraciones a corto plazo; algo que en lo que el equipo invierte muy poco tiempo. Por el contrario, el equipo se centra en invertir, comprobar, volver a comprobar y comprobar una tercera vez más que la cartera incluya esas escasas compañías que tienen la capacidad de revalorizarse a una alta y sostenible rentabilidad sobre su capital operativo y que se negocien a valoraciones aparentemente razonables a largo plazo.
Resulta interesante descomponer los factores que determinan la rentabilidad del mercado en función del marco temporal. En cualquier año concreto, los múltiplos a menudo pueden ser el motor de la rentabilidad de la renta variable. Sin embargo, desde el punto de vista de un inversor a largo plazo, la importancia de los múltiplos a la hora de determinar la rentabilidad es cada vez menos relevante a medida que se amplía el horizonte de inversión. Al descomponer las rentabilidades anualizadas del MSCI World en crecimiento de los beneficios, variaciones de los múltiplos y dividendos, durante un año hasta el 31 de diciembre de 20231 , el múltiplo supone el 68% de la rentabilidad total, a medida que se amplía el horizonte temporal, durante 5 años supone el 43%, durante 10 años el 20% y durante 20 años solo el 4%. Por otro lado, si el marco temporal se sitúa desde comienzos de año hasta el 31 de marzo de 2024, el múltiplo supone un impresionante 85% de la rentabilidad total. Por su parte, el crecimiento de los beneficios solo supone el 24% durante un año, pero hasta el 71% durante 20 años. Dicho de otro modo, el “compounding” de los beneficios (complementados con algo de rentabilidad del capital) es el motor que impulsa la creación de riqueza a largo plazo en los mercados de renta variable.
Esto no quiere decir que el equipo no preste atención a los múltiplos. El enfoque de inversión del equipo se centra en gran medida en asegurarse de que las valoraciones, utilizando los beneficios en base al efectivo a largo plazo, sean razonables y justificadas por los fundamentales. El equipo es “exigente por partida doble” en cuanto a la capacidad que tienen las posiciones en cartera para conseguir un “compound” de los beneficios y el múltiplo que el equipo paga por ello. Sin embargo, el equipo no dedica tiempo a tratar de predecir en qué dirección oscilarán los múltiplos a corto plazo según el posicionamiento, la confianza del mercado o la exposición a una temática concreta.
En un mercado obsesionado con explotar el siguiente gran acontecimiento o tratar de perseguir una tendencia de MOMO («momentum trading»), donde la rentabilidad a menudo viene dictada por grandes oscilaciones de los múltiplos de un número extremadamente reducido de acciones con una capitalización de mercado gigantesca, el enfoque del equipo sigue siendo el mismo: encontrar compañías con una valoración razonable, capaces de hacer un “compound” de sus beneficios de manera fiable, a un elevado retorno del capital en tiempos favorables, y sobre todo en tiempos desfavorables, administradas por gestores competentes con un sólido marco de asignación de capital.
Así como puso de manifiesto el responsable del equipo, William Lock, en el Global Equity Observer de febrero de 2024: “La calidad merece la espera”: nuestro enfoque de inversión se centra en identificar compañías de alta calidad capaces de revalorizarse. La clave, como hemos aprendido, es ser suficientemente pacientes y darles el tiempo necesario para que crezcan. Sea la tortuga paciente en una manada de liebres movidas por la especulación”.
Tribuna de opinión de Anton Kryachok, analista del equipo de renta variable internacional de Morgan Stanley IM.
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1 FactSet, rentabilidades anualizadas hasta el 31 de diciembre de 2023 y desde comienzos de año hasta el 31 de marzo de 2024.
2 FactSet, mayo de 2024.
3 Ibíd.